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viernes, 24 de septiembre de 2021

VEINTICUATRO DE MES, EN HONOR A SAN JUAN DE LA CRUZ

Tomado del libro “Devocionario Carmelitano”, por un Devoto Carmelita. Impreso en la Tipografía del Monte Carmelo, Burgos, España. Año 1921.
   
EJERCICIO PARA EL DÍA 24 DE CADA MES A NUESTRO PADRE SAN JUAN DE LA CRUZ
   
    
Arrodillado ante la imagen del Santo Padre y persignado devotamente, se dirá el Acto de contrición y después la siguiente:
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
    
ACTO DE CONTRICIÓN – PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mio, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta: ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.
          
ORACIÓN PREPARATORIA
¡Oh glorioso y amantísimo Padre mío San Juan de la Cruz, a quien el Todopoderoso destinó para compartir con la Santa Madre Teresa las tribulaciones y trabajos ocasionados por la Reforma de la Orden Carmelitana, hasta poblar a España de numerosos monasterios de la Descalcez que enaltecieron vuestro nombre e hicieron veneranda vuestra memoria! Yo, vuestro hijo y devoto, admirado de vuestra grandeza, vengo a rendiros hoy el homenaje de mi veneración y amor, a la par que a tributaros mi más entusiasta felicitación por la dicha inefable que el Señor os concedió, reservándoos para  una empresa de tanta gloria suya como beneficiosa para las almas, rogándoos al propio tiempo, ¡oh Santo Padre mío!, que os dignéis aceptar benévolamente este devoto ejercicio con que me propongo honraros en este día a Vos consagrado, y que me alcancéis de su Divina Majestad la práctica de las virtudes que voy a solicitar en las siguientes deprecaciones para que amando y sirviendo a Dios en esta vida mortal, me haga acreedor a gozarle después con Vos en la eterna bienaventuranza. Amén.
    
I. Amorosísimo San Juan de la Cruz, que, por vuestra fe inquebrantable, esperanza firmísima y ardiente caridad, fuisteis ejemplar admirable para todos vuestros hijos y devotos: os suplico me alcancéis de Dios estas tres importantes virtudes, para que amándole como Vos le amasteis y cumpliendo su santísima voluntad en todas las cosas, me haga digno de gozarle eternamente. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
      
II. Humildísimo San Juan de la Cruz, cuyo único deseo fue siempre ser despreciado y vilipendiado por todos; haced que el recuerdo de vuestros heroicos ejemplos y vuestro ardiente amor a la humildad, reina de todas las virtudes, me induzca a imitaros, para que reconociendo mis muchas faltas y miserias, me humille profundamente, me sujete a los castigos que mis pecados merecen y logre las divinas misericordias. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
   
III. Pacientísimo San Juan de la Cruz, vuestros grandísimos trabajos, enfermedades y persecuciones me dicen que fuisteis un mártir en el cuerpo, y vuestras penas interiores, sequedades y desolaciones de espíritu me aseguran que los fuisteis también en el alma: haced que, imitando vuestro ejemplo, acepte resignado las tribulaciones que Dios tuviere a bien enviarme, para que luego pueda gozar de las santas y perpetuas alegrías. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
   
IV. Purísimo San Juan de la Cruz, a quien Nuestro Señor y su Madre Santísima concedieron la gracia singular de reprimir los movimientos y deseos impuros de los que os miraban: dignaos alcanzarme la hermosa virtud de la castidad en que tanto resplandecisteis, para que viviendo limpio de cuerpo y de inteligencia, y rechazando valerosamente las asechanzas del enemigo infernal, persevere en la gracia de mi Dios hasta la muerte. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
   
V. Obedientísimo San Juan de la Cruz, inspiradme una perfecta abnegación y una obediencia santa a todos mis superiores, aunque para ello tenga que declarar la guerra a todos mis sentidos y sostener luchas continuas contra las pasiones, a fin de que, imitándoos en esta virtud, me haga merecedor de la recompensa que Dios tiene reservada a los verdaderos obedientes. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

VI. Grandísimo amador de la pobreza, San Juan de la Cruz, dignaos encender en mi alma un ardiente amor a la pobreza evangélica y un total abandono en la Divina Providencia, para que, desligando por completo mi corazón de todo afecto a los bienes terrenos, y aceptando gustoso y satisfecho las privaciones y escaseces, sirva con perfección al Señor y llegue a la posesión de los bienes celestiales. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
    
VII. Extático San Juan de la Cruz, que por vuestra altísima oración y contemplación sublime merecisteis el renombre de Doctor Iluminado, y luz especialísima para elevar las almas a Dios y hacerlas vivir de continuo en su presencia, alumbrad la mía con las luces de vuestra celestial doctrina e inclinadla al santo ejercicio de la oración, para que desprendiéndose del amor a las criaturas se eleve más y más hacia el Creador. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
     
VIII. Penitentísimo San Juan de la Cruz, que movido del espíritu de mortificación de que fuisteis dotado, refrenasteis constantemente vuestra carne con durísimas penitencias, de tal modo, que llegaron a causar asombro aún a la misma Santa Madre Teresa: infundid en mi alma este espíritu de penitencia, para que sujetando todos mis sentidos a la ley divina y alcanzando completa victoria sobre todos sus enemigos, quede completamente purificada de todos sus pecados. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
   
IX. Dichosísimo San Juan de la Cruz, que llevado al más ardiente amor a la cruz de Cristo, hasta en vuestra preciosa muerte renunciasteis a los alivios y consuelos que a todo moribundo suelen prodigarse, prefiriendo morir desamparado de todo humano auxilio, para más asemejaros al Divino Modelo: alcanzadme un grande amor a las tribulaciones y a las cruces, para que si un día  fuese preguntado por Dios, qué es lo que quiero en recompensa de mis trabajos, pueda responder como Vos respondisteis: “Señor, padecer y ser despreciado por Vos”. Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
  
CONSAGRACIÓN A NUESTRO PADRE SAN JUAN DE LA CRUZ
A vos, ¡oh benditísimo Padre mío San Juan de la Cruz!, os elijo en este día por mi protector abogado, y a Vos me consagro con todas las fuerzas de mi alma poniéndome por completo bajo vuestra amorosa tutela y especialísimo amparo: os elijo también por maestro y guía en el sendero de la vida espiritual que resueltamente quiero emprender, a cuyo fin imploro humildemente vuestro poderoso valimiento para que pueda seguirlo animoso sin vacilaciones ni retrocesos, pues estoy firmemente persuadido de que teniéndoos por intercesor ante el trono de Dios, lo habré de lograr seguramente, ya que en vida fue siempre vuestro más ferviente anhelo la salvación de las almas; y si este deseo tuvisteis entonces, ¡cuánto mayor habrá de ser el que tendréis ahora, sobre todo, tratándose de vuestros hijos y devotos! Así, pues, confiadamente espero, ¡oh amorosísimo Padre mío!, que interesándoos por la salvación eterna de mi alma, con solicitud verdaderamente paternal, atenderéis mi ruego y aceptaréis benigno la consagración solemne que os hago de mi corazón, de mi alma y de todo mi ser; y para que yo no quede defraudado en la ilimitada confianza que en Vos he puesto al elegiros por mi especial protector, dispensadme Vos vuestro excelso patrocinio, y así no podré dudar de que os ha sido grata la elección que de Vos he hecho. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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