Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA.
El
27 de Octubre de 1986 se celebró en Asís el primer encuentro
interreligioso, un encuentro de los jefes de las máximas confesiones
religiosas, cristianas y no, presidido por Juan Pablo II. Un acto
contrario al primer mandamiento, un acto de sacrilegio, profanación,
blasfemia, apostasía, repetido en 2022 por el propio Wojtyła, luego en
2011 por Benedicto XVI Ratzinger y finalmente en 2016 por Francisco
Bergoglio.
Si
la definición de apostasía te parece exagerada, te explicaremos
brevemente qué fue Asís86, basándonos en informes periodísticos.
En la iglesia de San Pedro, los bonzos [monjes budistas, N. del T.] rindieron homenaje al Dalai Lama, encarnación del Buda, y al mismo Buda, cuyo ídolo dominaba el tabernáculo (cf. Avvenire e Il Mattino, 28 de Octubre de 1986).
En el altar de la iglesia de San Gregorio, los indios preparan el calumet de la paz (La Repubblica,
28 de Octubre de 1986). En la iglesia de Santa María la Mayor, los
hindúes invocaron a sus dioses falsos, que en realidad son demonios (Il Corriere della Sera, 28 de octubre de 1986).
Los
mahometanos (incluidos algunos apóstatas italianos) y los judíos, que
no querían utilizar las iglesias para las prácticas de su religión
falsa, eran más delicados.
En Santa María de los Ángeles, el Papa se sentó entre los otros líderes religiosos y el rabino [Elio] Toaff se regocijó por esto porque «todas
las religiones, en un nivel de absoluta igualdad, han podido ofrecer
pública y privadamente sus oraciones por la paz de todos» (Il Tempo, 29 de Octubre de 1986).
El
representante de la religión que más que todos es enemiga de la
divinidad de Jesucristo se regocijó en la misa al mismo nivel que todas
las religiones, organizada por quien, al menos en teoría, era el vicario
del único «Camino, Verdad y Vida», y aterradoramente puso en práctica lo que Pío XI había condenado infaliblemente.
«Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes (escribió el Papa Ratti en Mortálium Ánimos del 6 de Enero de 1928),
e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo
género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente
de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o
misión. Tales tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la
aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa
opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca
diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos
demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con
que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio.
Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino
también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto
esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de
donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y
tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios».
Cuando,
queridos lectores, repaséis las imágenes de las Pachamamas veneradas en
San Pedro y escuchéis a Francisco Bergoglio hacer sus indiferentes
proclamas, recordad una cosa: todo esto tiene su fundamento en el «magisterio» modernista y en la práctica de Juan Pablo II, en ese «espíritu de Asís», hijo legítimo del espíritu, así como de la letra, del Concilio Vaticano II.
Si
no crees en lo que hemos escrito, aquí está el video que testifica el
tormento [que creyeron haber] infligido en ese mismo día negro a Cristo,
el único y verdadero Dios, y a la Iglesia Católica Romana, la única
religión verdadera y arca de salvación.
ADENDA (Por el traductor):
En clara vindicta por la profanación máxima hecha por Wojtyła, a las
2:33h y a las 11:42h (hora local) del 26 de Septiembre de 1997, dos terremotos de 5.5 y
6.1 grados en la escala de Richter respectivamente sacudieron a toda Umbría, causando
catorce muertes y destruyendo parte de la Basílica de San Francisco,
donde una parte del techo cayó encima del padre Angelo Api OFM Conv.
(48), el postulante Zdzisław Borowiec (22), y los técnicos de la
Superintendencia de Perusa Bruno Brunacci (40) y Claudio Bugiantella
(45), acabando al mismo tiempo de pensar y de vivir (La Reppublica, 28 de Septiembre de 1997).
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