Jesús sea en mi entendimiento. Mi bendito Dios y Señor mío, yo creo de todo corazón y confieso de boca todo aquello que la Iglesia nuestra madre cree y enseña de Vos, lo que un buen cristiano es obligado a creer. Protesto que quiero vivir y morir en esta santa fe. Y reconózcoos, mi Dios, por mi criador y redentor de todo el mundo, y a mí por vuestra criatura sujeta y sierva. Yo os doy fe y homenaje de mi cuerpo y ánima, que yo tengo de Vos misericordiosamente, como de mi soberano Dios y Señor, con todos los bienes naturales, espirituales y temporales, que tengo, tuve, y espero tener en este mundo y en el otro; y de todo mi corazon os alabo y doy gracias.
Y en señal de mi reconocimiento os ofrezco este pequeñuelo tributo a la mañana y a la tarde, y es que con fe, esperanza y caridad yo os adoro de corazón y confieso de boca, lo cual tan solamente pertenece a vuestra Divina majestad. Suplícoos, Señor, tres cosas: la primera que hayais misericordia de mí, y me deis perdón de misericordia de los muchos y graves pecados que contra vuestra voluntad y mandamientos he cometido. La segunda, que os sirváis darme gracia con que os pueda servir y cumplir vuestros mandamientos, sin incurrir ni caer en pecado mortal. La tercera, que en mi muerte y postrera necesidad me querais socorrer y dar gracia, que pueda acordarme de vuestra santísima Pasión y de tener contrición de mis pecados, y que pueda yo morir en vuestra santa fe, y finalmente gozar de la gloria perdurable con vuestros santos.
Mi Dios y mi redentor, yo protesto en esta hora, que mediante vuestra ayuda y gracia, me apartaré de pecar, y propongo por amor de Vos de no tornar a ofenderos; y os suplico me querais guardar y confirmar en este santo propósito.
Mi Dios y glorificador, yo os prometo de confesarme lo mejor que pudiere, según vuestro mandamiento y de la Iglesia: suplícoos por reverencia de vuestra bendita muerte, y dolorosa Pasión, que por ruegos de la dulce Virgen María, queráis perdonarme todos mis pecados, y defenderme del enemigo ahora y en la hora de mi muerte, y llevarme a la gloria perdurable. Amén.
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