Aunque la Fe Católica entró a España por la predicación de San Santiago Apóstol y los Siete Varones Apostólicos (Torcuato, Tesifonte, Indalecio, Segundo, Eufrasio, Cecilio y Hesiquio), había dado mártires y confesores, e incluso fue sede del primer concilio después de la persecución (Concilio de Elvira), con la caída del Imperio Romano y la llegada de los visigodos, el arrianismo echó raíces en este país (los visigodos habían sido evangelizados por Ulfilas, discípulo de Arrio).
El padre Faustino Arévalo y López SJ, en su monumental Hymnódia hispánica de 1786 (de la cual Dom Prósper Guéranger dijo que era «uno de los más preciosos monumentos de la ciencia litúrgica»), llegó a proponer que para este día se otorgase a la iglesia de España la fiesta de la Conversión de los Godos, para la cual dispuso un oficio propio.
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