«Llega la hora, y ya ha venido, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque tales son los adoradores que busca el Padre» (San Juan IV, 23).
Francisco Caracciolo, fundador de la Orden de los Clérigos Regulares Menores, distinguióse desde su infancia por una ardiente piedad y una especial devoción por el Santísimo Sacramento. Pasaba noches enteras en adoración ante el santo Tabernáculo. Puso todo su empeño en aumentar en las almas esta devoción que le era tan querida, y estableció en su Orden la adoración perpetua. Advertido de su muerte próxima en una peregrinación que hizo a Loreto, fuese a una casa de su Orden, en Agnone, dijo al entrar: «Éste es el lugar de mi descanso». Tuvo, casi en seguida, una violenta fiebre y se hizo llevar el santo Viático, que recibió de rodillas con los sentimientos de la más viva piedad, y expiró el 4 de junio de 1608, a la edad de 44 años.
MEDITACIÓN SOBRE LA ORACIÓN MENTAL
I. Dios es espíritu; por esto quiere ser adorado en espíritu. No es suficiente hablarle sólo con los labios: es menester que tu corazón esté de acuerdo con tu boca. Acostúmbrate a rezarle con atención; ten siempre a Dios en tu espíritu, y te dará vergüenza hablarle con menos atención y respeto que a un hombre. «No es a la boca, sino al corazón a quien Dios oye y considera» (Tertuliano).
II. Retírate aparte y cada mañana, haz un poco de oración mental. Medita alguna verdad importante: piensa en la muerte, en el Infierno, en el Juicio, en el Paraíso, en la Pasión de Jesucristo. Si estuviera tu espíritu hondamente penetrado de estas verdades, tu voluntad se inclinaría espontáneamente a hacer todo, a sufrir todo por Jesucristo. De este modo to dos los santos platicaron con Dios. Comienza; no se precisa ni tanto espíritu, ni tantos esfuerzos como tú crees. Gusta Dios que se le hable sencillamente y con confianza.
III. De tiempo en tiempo, medita sobre aquello que ves; es una especie de oración sumamente útil y muy fácil. ¿Qué hacemos en este mundo? «¿Qué llegaré a ser? ¿Dentro de cien años dónde estaré? ¿Qué fue de los años de mi juventud? ¿Qué quisiera haber hecho para el Cielo en la hora de mi muerte? ¿De qué me valdrán entonces los placeres, las riquezas, la estima de los hombres? ¿Dónde están ahora los partidarios del mundo que aún estaban con nosotros hace poco tiempo?» (San Bernardo).
El conocimiento de uno mismo. Orad por el acrecentamiento de la devoción al Santísimo Sacramento.
ORACIÓN
Oh Dios, que habéis adornado con el celo de la oración y el amor de la penitencia al bienaventurado Francisco, fundador de una nueva Orden religiosa, concedednos la gracia de aprovechar sus ejemplos, a fin de que, orando sin cesar y reduciendo nuestra carne a servidumbre, merezcamos alcanzar la gloria celestial. Por J. C. N. S. Amén.
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