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jueves, 4 de agosto de 2022

EL CASO DE HONORIO, O REFUTACIÓN A UNA TEORÍA NEOCONSERVADORA (Y LEFEBVRISTA)

Resumen de “The Twenty Ecumenical Councils of the Catholic Church” (Los veinte Concilios Ecuménicos de la Iglesia Católica) del P. Clement Raab OFM, Imprimátur por el Card. Patrick Hayes, Arzobispo de Nueva York, 8 de Agosto de 1936 (Fuente: God is my Judge, Twitter).
  
El Papa San Agatón no asistió al III Concilio de Constantinopla, pero envió sus legados a Constantinopla con su Epístola Dogmática, en la cual destacan muy prominentemente tres puntos:
  1. La precisión y claridad en que declara la doctrina católica de las dos voluntades en Cristo;
  2. La firmeza con la cual él repetidamente declara la infalibilidad de la Iglesia Romana;
  3. La pronunciada garantía que todos sus predecesores habían sostenido la doctrina católica, y no había pensamiento de acusar a Honorio († 638) de herejía.
  
En la IV sesión, la Epístola Dogmática del Papa Agatón fue leída y recibida con tremendas aclamaciones por los padres del concilio.
  
En la XIII sesión, los originadores y líderes de la herejía monotelita fueron anatematizados. Los padres del concilio añadieron:
“Hemos también decretado expulsar de la Santa Iglesia Católica de Dios y anatematizar a Honorio, que fue Papa de la antigua Roma, porque hallamos en los escritos que dio a Sergio, que en todas las cosas sostuvo la opinión de este último y confirmó los dogmas impíos”.
En la XVIII sesión se pronunció el anatema sobre todos los que habían enseñado el monotelismo. En la condenación, el Papa Honorio fue mencionado por su nombre.
    
Para que cualquier acta de un Concilio Ecuménico adquiera efecto, debe primero ser confirmada por el papa. El concilio solicitó al Papa Agatón confirmar estas actas, pero él murió incluso antes que los legados papales hubiesen dejado Constantinopla. ¿Qué haría su sucesor?
  
El Papa San León II, sucesor de San Agatón, dio la solicitada confirmación de las actas del concilio en el 683, con una importante corrección, sin embargo, de la condena de Honorio.
  
Honorio fue condenado (en la confirmación de las actas) “porque no iluminó esta Iglesia Apostólica con la enseñanza de la tradición apostólica, sino que por una traición profana ‘permitió’ que su pureza fuera manchada”.
   
El famoso historiador Hartman Grisar sostiene la opinión que por estas palabras, León II abrogó explícitamente la condena de Honorio por herejía, y sustituyó una “condenación de su negligencia”.
   
En la Epístola Dogmática del Papa San Agatón, después de declarar claramente la Doctrina Católica de las dos voluntades en Cristo, dice que esto es lo que recibió de sus predecesores. Honorio fue uno de sus predecesores.
  
Continúa San Agatón: “Por ende, cuando los Patriarcas de Constantinopla intentaron introducir novedades heréticas en la inmaculada Iglesia de Cristo, mis predecesores nunca cesaron de exhortarlos a desistir de sus errores, cuando menos por mantener silencio”. Esta es una clara alusión a la conducta del Papa Honorio. San Agatón luego menciona los nombres de los que deberían ser anatematizados por el concilio. Honorio no está en la lista. Por ende, Honorio fue vindicado por San Agatón.
   
La condenación de Honorio por el Concilio de Constantinopla fue una contradicción del sentimiento expresado en la IV sesión, en la cual los obispos declararon que Pedro había hablado por medio de Agatón, y que la Sede de Roma era la Roca de la Fe.
   
El Papa San León II, confirmando las actas del concilio, hizo una distinción y corrección en el caso de Honorio. Él pudo haber sido influenciado a no retirar el nombre de Honorio de la lista por miedo a un cisma oriental. Pero en la medida que hizo una distinción en la condena (y esta era fuerte), él creía que había resuelto la cuestión satisfactoriamente. En alguna medida el desprecio y el celo, aparente antes y después del concilio, propició la condena de Honorio por el concilio.
  
El capítulo de este concilio en el libro es una lectura rápida (5½ páginas), pero edificante para aquellos que pueden haber escuchado el bulo “pero el Papa Honorio fue un hereje”, de los enemigos de la Iglesia y del papado, o de almas desinformadas que tristemente propagan estas calumnias.

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