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sábado, 3 de septiembre de 2022

BEATOS ANTONIO IXIDA Y COMPAÑEROS, MÁRTIRES EN JAPÓN

«Que cada uno examine bien sus propias acciones; entonces el motivo que tenga para gloriarse lo tendrá para sí mismo solamente, y no delante de otro» (Gálatas VI, 4).
   

Estos 205 beatos son los últimos, en cuanto a fecha, de los mártires del Japón, beatificados en 1867. Antonio Pinto Ixida Kyūtaku (アントニオ・ピント 石田), japonés, nacido en 1569, entró en la Compañía de Jesús a la edad de 20 años. Ordenado sacerdote, se distinguió por su celo y su elocuencia en los debates con los infieles,al igual por su caridad heroica, sobre todo durante la gran persecución que comenzó en 1614 bajo el shogún Tokugawa Ieyasu. Yendo a atender a un moribundo, fue detenido por el gobernador Takenaka Uneme-no-Shō (竹中采女正), quien lo mantuvo en prisión por dos años. Logró vencer al bonzo que el gobernador envió para hacerlo apostatar, y también a las horribles torturas, entre ellas ser bañado con cubetazos de las infernales aguas sulfurosas del monte Unzen para ser de noche expuesto al frío, con la carne viva y sangrando.
 
Con Ixida estaban también otros campeones, de los cuales destacamos brevemente su historia:
  • Vicente de San Antonio Simões de Carvalho, agustino portugués. Se consagró a la predicación, escapando de muchos de los perseguidores hasta que fue delatado por un apóstata. En el camino a la ejecución, lanzaba vivas a la fe de Cristo, e hizo arrancar esta aclamación a sus compatriotas.
  • Bartolomé Gutiérrez Pérez, nacido en Ciudad de México, que había llegado a Japón desde Manila, donde dominó fácilmente su idioma y fue un gran catequista. En el convento de Puebla se burlaban dél porque era gordo, pero al fervor de su predicación acompañó una no menos severa penitencia y ayuno.
  • Francisco de Jesús Terrero de Ortega Pérez, español de noble cuna, pero más en virtud. Nacido en Palencia, ingresó a los agustinos en Valladolid, y tras una estadía en México y las Filipinas, llegó a Japón. Su celo misionero no conoció el miedo, y en el reino de Bojo, al norte de la isla de Kyushu, convirtió a cientos de nativos.
  • Jerónimo de la Cruz Iyo de Torres (ヘロニモ 伊予), sacerdote diocesano nacido en Nagasaki, fue ordenado sacerdote en Filipinas, y predicaba entre los exiliados. Su principal oración era para que cesara la persecución en su país. Entró al grupo de héroes luego que la dama portuguesa Beatriz da Costa (esposa de Antonio da Silva) y su hija María, luego de treinta y tres días de tortura que en vano buscó quebrantar su fe, fueron enviadas de vuelta a Macao.
  • Gabriel de la Magdalena Tarazona Rodríguez, hermano lego de la reforma de San Pedro de Alcántara, que atendía a enfermos y leprosos sin cobrar dinero alguno (aun cuando su conocimiento podía equipararse al del médico personal del emperador), y en ocasiones los sanaba milagrosamente. El gobernador Takenaka le tenía particular odio, porque había convertido a varios de su familia.
Finalmente, Antonio fue quemado en la hoguera en la colina de Nishizaka con sus compañeros el 3 de septiembre de 1632. Sus restos fueron arrojados al mar, pero su testimonio fue recogido por quienes lo presenciaron y transmitieron su historia de heroismo por la fe, confirmada por verse en el aire una gran luz sobre el lugar de su martirio y el revolotear una ave blanca, semejante a una paloma sobre sus cabezas. El impío gobernador, por su parte, no disfrutó mucho el poder: depuesto por negocios ilegales en 1633, fue condenado a cometer suicidio al año siguiente.

MEDITACIÓN SOBRE EL EXAMEN DE CONCIENCIA
I. Todos los días debes examinar tu conciencia; en este examen, como en espejo fiel, descubrirás todos los defectos de tu alma. Tan escrupulosamente examinas todos los defectos de tu cuerpo para hacerlos desaparecer, o por lo menos para disimularlos ante los ojos de los hombres, ¡y no indagas las imperfecciones que vuelven desagradable tu alma para toda la corte celestial! Pide al Señor que te ilumine; «sean cuales fueren las tinieblas que envuelven a tu alma, Dios, que es luz, las disipará». (Tertuliano).
   
II. Tu conciencia no debe ser como esos espejos que representan a los objetos más grandes o más chicos de lo que son; debe representarlos fielmente y al natural. No tengas una conciencia laxa, que te represente los más grandes pecados como faltas ligeras; ni seas escrupuloso tampoco. Para evitar estos dos extremos, manifiesta el estado de tu conciencia a un director espiritual sabio y piadoso, y atente a sus avisos.
   
III. Después de haber consultado al espejo, deben hacerse desaparecer las manchas que él ha señalado. De igual modo corrígete de los pecados que tu conciencia te reprocha, y no imites a esas personas que tiran el espejo porque les acusa su fealdad. Por desagradable que sea el examen de conciencia, hazlo todos los días, y, sobre todo, toma la resolución de evitar en lo futuro las faltas de que te reconoces culpable. «¡Qué espectáculo más triste el ver a los cristianos recaer sin cesar en las faltas que lamentan haber cometido!» (Salviano).

El conocimiento de sí mismo. Orad por los enfermos.

ORACIÓN
Oh Dios, que nos regocijáis con la solemnidad anual de los bienaventurados mártires Antonio y sus compañeros, concedednos que imitemos la fortaleza demostrada en sus sufrimientos por aquellos cuyo nacimiento al cielo celebramos. Por J. C. N. S. Amén.

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