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martes, 6 de septiembre de 2022

UNA CITA QUE HUBIERA SIDO INCONVENIENTE PARA CUALQUIER CANDIDATO A “BEATO” CONCILIAR

Atiende al siguiente texto:
  
ITALIANO
«8. La Chiesa –ho sentito dire– avrebbe ereditato la mentalità degli Ebrei, che ritenendo la donna inferiore all’uomo, ai tempi di Gesù, la esentavano dalla preghiera del mattino, dei pasti e limitavano la sua partecipazione alla preghiera pubblica. Ci si appoggia al Talmud nel muovere questa obiezione. Ma il Talmud è stato scritto quattrocento anni dopo Cristo: non si nega ch’esso possa aiutare a capire il Vangelo in certi punti, ma è anche vero che esso è pieno di favole, puerilità e bizzarrie. Non dobbiamo accodarci a certi rabini antichi, che ritenevano la Bibbia argento e il Talmud oro, arrivando ad affermare che Dio stesso legge il Talmud e che il suo capitolo preferito è quello “della giovenca rossa”! Noi abbiamo gli Atti, che, mostrando la prima piccola comunità cristiana orante in attesa dello Spirito Santo, la dicono composta degli undici Apostoli, di “alcune donne con Maria, la madre di Gesù” (At. 1, 14). Quanto alla preghiera pubblica, basti ricordare i cantici biblici di Maria sorella di Mosé (Es. 15, 20), di Anna (1 Sam. 2,1-10), di Debora (Gdc. 5, 2-31), di Giuditta (Gde. 16, 1-17) e soprattutto di Maria (Lc 1, 46-55), sfruttatissimi da secoli nella liturgia della Chiesa».
TRADUCCIÓN
«8. La Iglesia –he oído decir– habría heredado la mentalidad de los judíos que, considerando a las mujer inferior al hombre, en tiempos de Jesús, la eximían de la oración de la mañana y de las comidas, y limitaba su participación en la oración pública. Se apoyan en el Talmud para esta objeción. Pero el Talmud fue escrito cuatrocientos años después de Cristo: no se niega que pueda ayudarnos a entender el Evangelio en ciertos puntos, pero también es verdad que está lleno de fábulas y niñerías y cosas extrañas. No debemos seguir a ciertos rabinos antiguos, que consideraron la Biblia como plata y el Talmud oro, llegando a afirmar que Dios mismo lee el Talmud ¡y que su capítulo favorito es el “de la vaca roja”! Tenemos los Hechos, que, mostrando a la pequeña comunidad cristiana orante en espera del Espíritu Santo, dice que estaba conformada por los once Apóstoles, y por “algunas mujeres, junto con María, la madre de Jesús” (Hch. 1, 14). En cuanto a la oración pública, basta recordar los cánticos bíblicos de María, la hermana de Moisés (Éx. 15, 20), de Ana (1. Sm. 2, 1-10), de Débora (Jue. 5, 2-31), de Judit (Jdt. 16, 1-17), y sobre todo, el de María (Lc. 1, 46-55), muy usado por siglos en la liturgia de la Iglesia».
Si te preguntas de quién es este pasaje y de dónde proviene, he aquí la respuesta: ALBINO LUCIANI TANCÓN (mejor conocido como JUAN PABLO I), a quien Francisco Bergoglio el 4 de Septiembre. Estas palabras provienen del sermón que dio en la fiesta de la Asunción en el año 1975 (cuando aún era Patriarca de Venecia), sermón que fue publicado en 1979 por Alfredo Cattabiani en su antología “Il magistero di Albino Luciani: scritti e discorsi” (El magisterio de Albino Luciani: escritos y discursos), Padua, Edizioni Messaggero Padova, pág. 356.
   
Aparte del desafuero que es usar el Talmud para explicar ciertos pasajes del Evangelio, es de resaltar que Luciani diga de él que «está lleno de fábulas y niñerías y cosas extrañas». Y sobre todo, ¡QUE LOS JUDÍOS, TAN ACUCIOSOS COMO SON PARA DETENER CAUSAS DE “CANONIZACIÓN” COMO LAS DE PÍO XII, PÍO IX, LEÓN DÉHON E ISABEL LA CATÓLICA (¿cierto o no, mosén Lustiger?), PARA PROTESTAR CONTRA LA ORACIÓN DEL VIERNES SANTO, O SIMPLEMENTE PARA ACUSAR DE “ANTISEMITA” A TODO EL QUE SE OPONGA A SUS INTERESES, DEJARAN PASAR LA CAUSA DE JUAN PABLO I! Máxime cuando Luciani, al citar el dicho rabínico «Dios mismo lee el Talmud, se somete a sus ordenanzas, y su capítulo favorito es el de la vaca roja*», alude a que los judíos tienen un afecto casi idolátrico hacia el Talmud [1].
   
NOTAS
* La vaca roja (en hebreo פָּרָה אֲדֻמָּה, Pará Adumá) es un sacrificio prescrito en el capítulo XIX del libro de los Números, en el que se hacía inmolar dicho animal (que debía ser de edad perfecta y no haber cargado yugo) fuera de la ciudad y quemarlo junto con madera de cedro, hisopo y lana teñida de grana. Las cenizas se recogían posteriormente y, mezcladas con agua, se empleaban para la purificación de quienes habían contraído impureza ritual por un muerto. En la Misná y la Tosefta, el tratado Pará (פָּרָה), sexto del orden Tohorot (טָהֳרוֹת, Purificaciones) en el Talmud, se aborda en ¡doce capítulos! esta ceremonia y se dan disposiciones relativas a ella (cuyas peculiaridades la hacen para los judíos el paradigma del joj/חֹוק –una norma sin lógica aparente, en contraposición al mispat/מִשְׁפָּט, la norma cuyo sentido es evidente–). La ceremonia de la vaca roja es, por una parte, una figura del sacrificio de Nuestro Señor en la Cruz, que ocurrió fuera de la ciudad de Jerusalén; por otra parte, un ejemplo de cómo, en castigo de su rebeldía contra su Ley, Dios permitió que los judíos se sometieran a leyes imperfectas y tradiciones de hombres, que no podían darles la justificación (cf. Ezequiel XX, 25).
[1] El académico italiano Cesare Ambrogio Cantù, en su obra Sobre las Religiones: Documentos para la Historia Universal, Turín 1840, págs. 422-423, cita el artículo del rabino Hyman sobre el Talmud en la Miscellánea Hebráica y reproducido en la Revue de Paris, vol. 40 (1832), pág. 109:
«Cuando el rabino Eliecer estaba en su lecho de muerte, sus discípulos le preguntaron qué podían hacer para recuperarle la salud, les dijo: “Leed las Escrituras, y atenéos al Talmud”. “Dios (dice otro rabino), lee él mismo el Talmud, se somete a las ordenaciones de aquél, y su capítulo predilecto es la vaca roja”. En el tratado Soferim se lee que la Biblia es como el agua, la Misná como el vino, y el Talmud como el vino aromático. Más abajo, el autor repite la misma idea así:  “La Biblia es como la sal, la Misná como la pimienta, el Talmud como los perfumes”. En el tratado Eruvin se citan los versos 11 y 12 del capítulo VII del cántico de Salomón: “Amado mío, condúceme a los campos, habitemos en las aldeas, levantémonos en buena hora para ir a los viñedos; veamos si la vid está florecida, si el tierno racimo se ha formado, si se abre la granada”. He aquí el comentario rabínico de este pasaje: Los viñedos son las sinagogas y las escuelas, la viña florecida el estudio de la Escritura, el racimo el estudio de la Misná, y la granada el estudio del Talmud».

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