Traducción del Comentario de los Padres de TRADITIO.
El Escapulario de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo, también conocido como el Escapulario Carmelita, es el mejor conocido de los escapularios pequeños. Todos los que por verdadera veneración y amor a la Santísima Virgen visten constantemente el escapulario en un espíritu de fidelidad y fe católica confiada, después de haber sido investidos por un sacerdote (el escapulario no puese simplemente ser bendecido) con la fórmula latina solemne tradicional de investidura, están puestos bajo la especial protección de la Madre de Dios.
ES PECADO DE PRESUNCIÓN CONFIAR EN EL ESCAPULARIO COMO UN AMULETO SUPERSTICIOSO. LOS QUE ESTÁN INVESTIDOS CON EL ESCAPULARIO NO DEBEN ALBERGAR TALES NOCIONES PAGANAS, QUE TRAERÍAN SOBRE ELLOS LA IRA DE LA MISMA VIRGEN A QUIEN SE SUPONE SE HAN DEDICADO.
El escapulario debe consistir de dos segmentos de lana café; el blanco, sin embargo, también es admisible. El escapulario usualmente porta en un lado la imagen de la Virgen del Carmen, pero no se prescribe ni esta ni cualquier otra imagen.
Los que son investidos con el Escapulario Carmelita se convierten en cuasi-terciarios de la Orden Carmelita, y por lo tanto se les requiere que vistan fielmente el Escapulario, recen el Offícium Parvum Beátæ Maríæ Vírginis (Oficio Parvo de la Santísima Virgen María) tres veces al día, y lleven una vida casta según su estado particular de vida. Antes de ser investido con el Escapulario del Monte Carmelo (el Escapulario “Café”), uno debe aceptar las obligaciones como miembro de la Cofradía de la Santísima Virgen del Carmen:
- vestir fielmente el escapulario,
- observar la castidad según el estado particular de vida,
- rezar el Offícium Parvum Beátæ Maríæ Vírginis (Oficio Parvo de la Santísima Virgen María) tres veces al día
El escapulario es un sacramental (no un Sacramento) y por ende depende enteramente de la disposición devota del portador, no de cualquier propiedad “mágica” del escapulario en sí, como si fuera una superstición. Como señaló el Papa Pío XI en su carta “Petis tu quídem” del 18 de Marzo de 1922, «Aunque es cierto que la Virgen María ama de manera especial a quienes son devotos de Ella, aquellos que desean tenerla como auxilio a la hora de la muerte deben en vida ganarse dicho privilegio con una vida de rechazo al pecado y viviendo para darle honor».
El rito de investidura es conducido enteramente en latín. Después de los versos introductorios y responsos, el sacerdote ora para que por la intercesión de la Santísima Virgen María, el que va a ser investido pueda perseverar hasta la muerte, defendido frente a satanás. El escapulario es impuesto sobre el que va a ser investido invocando los méritos de la Santísima Virgen. El receptor es entonces enlistado en la Cofradía. Una bendición final completa la investidura:
«Bene ✠ dícat te Cónditor cœli et terræ, Deus omnípotens, qui te elígere dignátus est ad beatíssimæ Vírginis Maríæ de Monte Carmélo Societátem et Confraternitátem: quam precámur, ut in hora óbitus tui cónterat caput serpéntis, qui tibi est adversárius, et tandem tamquam victor palmam, et corónam sempitérnæ hereditátis consequáris» [Ben ✠ dígate el Dios omnipotente, creador del cielo y tierra, que se ha dignado que formes parte de la Cofradía de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo; a Ella suplicamos que, en la hora de tu muerte, aplaste la cabeza del demonio y que consigas la palma y la corona de la eterna bienaventuranza].
El receptor entonces responde «Amén», y es asperjado con agua bendita.
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