«Cuando los parientes y amigos de Nuestro Señor, que Lo conocían desde la infancia, oyeron de Su doctrina y admirables obras, y de las multitudes que Lo seguían de todas partes (la palabra griega para amigos es ὁι παρ αυτοῦ, los suyos), ellos “salieron” de Nazaret, donde vivían (Mat. 13:55, 56), a Cafarnaúm, para tomarlo y asegurar Su persona, como uno al que consideraban incapaz de cuidar de Sí. Por supuesto, sería impío decir eso de la Virgen Santísima y Sus parientes creyentes. Esto aplica solo a algunos de ellos, que todavía no creían en Él (Juan 7:5). En esto, estuvieron actuando por un sentimiento de amistad, y por una convicción que, como Sus amigos, estaban obligados y tenían el derecho de hacerlo. “Porque decían que había perdido el juicio”. La palabra griega εξεστη significa transportado fuera de sus cabales, ponerse al lado de Él. Nuestro Señor no estaba solo al llevar este reproche. En todos tiempos, el mundo considera locos a quienes, dejándolo todo, siguen a Cristo. En el Día del Juicio, sin embargo, los mundanos verán su error, y serán forzados a gritar en desesperación: “Nos insensáti, vitam illórum, estimábamus insániam … ecce, nunc, inter sanctos sors illórum est”. Algunos comentadores dicen que los amigos de Nuestro Señor no creían realmente que Él estaba loco, sino que les afectaba que pensaran así. Esto hicieron a fin de salvarlo a Él y a sí mismos del gran peligro en que ellos y Él incurrirían, debido a las conmociones excitadas con ocasión de Su prédica, y la envidia y los celos de los poderes gobernantes de los judíos, esta “raza mala y adúltera”, “raza de víboras” (Mat. 12:34–39), cuyos errores e hipocresía Él nunca dejó de hacer el objeto de Sus implacables denuncias» [AN EXPOSITION OF THE GOSPELS/UNA EXPOSICIÓN DE LOS EVANGELIOS, por Mons. JOHN McEVILLY, Arzobispo de Tuam. Dublín-Nueva York, Hnos. Bezinger, 1898 – Traducción propia. Comentario a San Marcos III, 21].
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