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miércoles, 29 de marzo de 2023

SAN BERTOLDO DEL MONTE CARMELO

«Elimina de tu espíritu todas las cosas creadas, y mora con Dios solo en la soledad de tu retiro» (San Juan de la Cruz).
   

Las crónicas carmelitas relatan que San Bertoldo nació en el año 1073 en Limoges de Francia (la atribución de Calabria presente en varias crónicas por las menciones del monje griego Juan Focas y el rabino Benjamín de Tudela es en realidad un eufemismo para decir que era occidental). Años atrás, hacia el 1043, su padre Guido de Malefayda, que combatió en favor del rey Pedro Orseolo de Hungría, quería ingresar a la orden carmelita, pero por revelación del obispo de Esztergom San Gerardo Sagredo, Dios le significó que su estado no era la religión sino el matrimonio. Bertoldo tenía un hermano mayor, el Beato Audemar, que fue obispo de Puy-Vézelay.

Bertoldo ingresó a la universidad de París, donde se doctoró de teología a los 22 años, y fue ordenado sacerdote poco después. Con su hermano Audemar, que fue nombrado Legado papal en la I Cruzada, partió a Tierra Santa. En el sitio de Antioquía, los cruzados apenas habían tomado la ciudad el 3 de Junio, cuando cuatro días después Kerbogha, atabeg (gobernador) de Mosul, puso bajo sitio la ciudad. Bertoldo, que se había ganado el aprecio de los pobres en la ciudad porque fue el único que le dio limosna a uno de ellos que pedía constantemente a todo el que se le ponía en frente, supo por revelación que el sitio de la población era un castigo por los pecados y especialmente por la vida licenciosa de los soldados cristianos. Bertoldo se ofreció en sacrificio e hizo voto de que si los cristianos eran salvados de ese gran peligro, dedicaría el resto de su vida al servicio de la Santísima Virgen haciéndose ermitaño en el Carmelo. En una visión se le apareció Nuestro Señor acompañado de Nuestra Señora y San Pedro, llevando en sus manos una gran cruz luminosa; el Salvador se dirigió a Bertoldo y le habló de la ingratitud de los cristianos en pago por todas las bendiciones que habían llovido sobre ellos, pero que si hacían penitencia serían librados. Debido a las insistencias y advertencias del santo, los ciudadanos y los soldados fueron movidos a penitencia y a ayunar por cinco días, aun cuando estaban para desfallecer por el hambre. Esa noche, bajó fuego del cielo, que diezmó las tropas sarracenas, lo que animó a los cristianos a cargar contra el enemigo. Llevaban consigo la Santa Lanza que había atravesado el costado de Cristo, hallada por Pedro Bartolomé bajo revelación de San Andrés Apóstol (aunque Audemar no creía que fuese realmente). Como fuere, los cruzados salieron y lograron la victoria el 28 de Junio. En la batalla, se vio la aparición de San Jorge, San Demetrio, San Mauricio y San Mercurio en sendos caballos blancos comandando batallones de ángeles, y murieron 100.000 sarracenos, poniendo a Kerbogha (de quien sus subalternos y el emir de Damasco Shams al-Muluk Duqaq desconfiaban porque quería apoderarse de la Siria para sí mismo) a huir en vergonzosa fuga. Audemar murió el 1 de Agosto, víctima de la peste. Bertoldo siguió hasta Cesarea, donde llegó el día de Pentecostés. Como quedaba cerca el monte Carmelo, organizó una peregrinación, y hablando con el abad, pidió ser admitido en la orden carmelita.

Llegaron a Jerusalén, repitiéndose sitios y enfermedades. Finalmente, el 15 de Julio de 1099, Jerusalén es reconquistada. Bertoldo vio a su hermano, ya difunto, descender del cielo y ordenó que hiciesen una procesión alrededor de la muralla, y hecha esta, entraron los cruzados a la Ciudad Santa. Bertoldo se despidió del recién nombrado Godofredo de Bouillon y partió al Monte Carmelo, donde pidió el hábito en el año 1100. Allí fue un ejemplo de observancia entre los monjes, e introdujo el rezo del Ave María y la Salve en el rezo del Oficio propio de la orden.
  
En 1147, Emérico de Limoges, III patriarca latino de Antioquía y que en su Fazienda de Ultramar tradujo algunos versos bíblicos al castellano, designó a Bertoldo primer general latino de la Orden Carmelita, encargándole unificar los eremitorios y cenobios bajo una regla común, la regla fijada por el patriarca San Juan II de Jerusalén en el año 412 (regla que será sustituida por el patriarca San Alberto de Jerusalén hacia el 1209. San Bertoldo la tradujo del griego al latín). Impulsó la vida regular, la devoción mariana, la perfección y la caridad evangélica. Construyó el convento del Monte Carmelo (de ahí que se lo represente con una iglesia o los planos de una), y otros monasterios que habían sido arruinados por los infieles, según contó fray Pedro Emiliano al rey Eduardo I de Inglaterra, en una carta fechada en 1282. Vivía muy preocupado por la situación de la Tierra Santa, sobre todo porque los sarracenos atacaban los monasterios y mataban a los monjes. Un día, le fue mostrado en visión las almas de los monjes martirizados ser llevados al cielo y coronados de manos de los ángeles.
   
Hacia 1195, con 115 años de edad y 45 de generalato, Bertoldo dejó a sus religiosos como únicas posesiones, la observancia de la regla, la caridad mutua y la mansedumbre. El 29 de marzo de ese mismo año expiró dulcemente y fue vista una paloma salir de su boca y subir al cielo. Fue sepultado en la iglesia de la Virgen María, que había hecho construir San Elías Profeta en el Monte Carmelo y que él reconstruyó; y fue sucedido por San Brocardo.
  
Los bolandistas, con Daniele Paperboch a la cabeza, han cuestionado la historia de los carmelitas (entre ellas la de San Bertoldo) y su vínculo con San Elías Profeta, reduciéndolo en este caso que San Bertoldo nació a comienzos del siglo XII y que el único vínculo con el profeta fue por el lugar. Esto ha provocado una fuerte pugna con la orden carmelita, y que los bolandistas fuesen puestos en el Índice de libros prohibidos de España.
  
Protéjanos, Señor, la venerable solemnidad de tu Confesor San Bertoldo, para que así como él gobernó e incrementó la Orden Carmelita con toda santidad, nos haga sentir su perpetua protección. Por J. C. N. S. Amén.

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