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sábado, 8 de julio de 2023

MES EN HONOR A SANTA ANA (DÍA 8)

Recopilado por el P. Dr. Vicente Alberto Rigoni, Cura Párroco de Santa Ana en Villa del Parque (Buenos Aires), el 12 de Mayo de 1944. Tomado de RADIO CRISTIANDAD.

DÍA OCTAVO
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Dios os salve, ¡oh gloriosa Santa Ana, cuyo nombre significa la gracia de la que fuiste por Dios llena, gracia que distribuís a vuestros devotos. Nosotros, postrados a vuestros pies, os rogamos que aceptéis estos humildes obsequios con los cuales pretendemos honraros, como a madre de nuestra amantísima Madre y Reina y como abuela de nuestro dulcísimo Redentor Jesús. Y Vos, en señal de que os agradan nuestros homenajes, libradnos del maldito pecado alcanzándonos la gracia de modelar nuestra vida conforme a vuestros ejemplos, y obtenednos luz, fervor y constancia para que con la meditación que vamos a hacer, crezcamos en virtud y seamos más y más gratos al Señor. Amén.

MEDITACIÓN: Vida de perfecta armonía de Santa Ana y de San Joaquín.
Ana y Joaquín ligados con vínculo indisoluble, admirablemente unidos con total uniformidad de parecer, con perfecta identidad de aspiraciones, transcurrían su vida dulce y serenamente, llena de alegría y amor, avisándose mutuamente, confortándose recíprocamente, animándose con cariño al cumplimiento de sus deberes. Así de día en día hacíanse más agradables a Dios, el cual les elevó a la dignidad de padres de su Santísima madre.
    
Lo que más agrada al Señor, es nuestra conformidad con sus divinos designios y esto es lo que convierte este valle de lágrimas en un oasis del cielo y destruye en nosotros el egoísmo, pasión que en todo más o menos predomina, que es la causa principal de las discordias en las familias y en las naciones.
    
La paz angelical que reinó entre Joaquín y Ana nos sea estímulo de caridad fraterna, porque el Señor no reinará con su báculo de bondad y misericordia entre nosotros, si nosotros no renunciamos a nosotros mismos.
      
Cristiano ¿qué aprecio haces de la santa castidad y la continencia, a las que no hay cosa tan valiosa que pueda compararse? Basta decirte que sólo los que aman la limpieza del corazón tendrán por amigo al Rey de la gloria. Esta no es virtud de sólo los claustros, sino de todos los cristianos que desean ser gratos a Jesús. El Redentor dice a todos: El reino de los cielos reconquista por la fuerza y es prenda de los que se hacen violencia. Vela, pues, continuamente sobre ti mismo, conculca generosamente las comodidades y placeres de la vida presente que muy pronto se desvanecen; y la expectación de la eterna felicidad, que Dios te ha prometido, sea tu fuerza en medio del ineludible combate. Ruega a Santa Ana, para que por su Inmaculada Hija haga tu corazón casto, puro y siempre triunfante.
   
EJEMPLO: Cuéntase que entre dos esposos había desaparecido la paz y, a pesar de las fervorosas súplicas, y ejemplar vida de la consorte, no lograron sacar al esposo del mal camino y así alcanzar la paz perdida. Angustiada la piadosa señora se dirigió con fe a Santa Ana, a fin de que les hiciera conseguir la paz perdida y sus ruegos fueron atendidos.
    
El esposo cayó en grave enfermedad obligándose a guardar cama mucho tiempo y así pudo apreciar los diligentes cuidados y amorosas atenciones de su fiel esposa, la cual olvidando de todo cuanto había por el sufrido, no conoció sacrificios con tal que estuviese lo mejor socorrido y asistido posible.
    
Un día vio a su esposa en oración y quiso saber lo que pedía al Señor: “Pido, le contestó, que por la intercesión de Santa Ana nos sea devuelta con tu salud la primitiva concordia”. Al oir respuesta tan cariñosa, le pidió perdón, le protestó el antiguo afecto, le prometió absoluta fidelidad y como lo dijo, lo cumplió.
   
OBSEQUIO: Propongámonos estar en paz con todos, especialmente con aquellos con quienes convivimos.
   
JACULATORIA: Amabilísima Santa Ana, dadnos vuestro espíritu de humildad y de paz.
   
ORACIÓN
¡Oh amabilísima Santa Ana, que, santificada desde el seno materno, fuiste siempre brillantísimo espejo de pureza y honestidad!; ¿cuándo será que yo, imitando esta preciosa virtud, haga de mi corazón y de mi cuerpo un templo amado del Espíritu Santo, que habite en los que la poseen? Yo no lo merezco, pero espero que vuestra inclinación piadosa no se dejará vencer por mi indignación. Ea, madre de la Virgen de las vírgenes, tened compasión de mí, y sed en mí la perpetua custodia de tan rico tesoro. Yo me consagro todo a Vos y Vos aceptadme por vuestro, por amor a Jesús y María, como a vuestro siervo dadme la gracia de no ser tentado y el valor para no ser vencido. Así sea. Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
    
℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
        
ORACIÓN
Oh Dios, que te dignaste conceder a Santa Ana la gracia de dar al mundo a la Madre de Vuestro Unigénito Hijo, haz, por tu misericordia, que nos ayude junto a Ti la intercesión de aquélla cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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