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miércoles, 12 de julio de 2023

SAN JUAN GUALBERTO

«Si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará los pecados» (San Mateo VI, 15).
   
San Juan Gualberto perdonando al asesino de su hermano

Miembro de la familia Visdomini de la nobleza florentina, San Juan Gualberto concedió un Viernes Santo al que había matado a su hermano Hugo el perdón que le imploraba en nombre de Jesús crucificado. En seguida entró a una iglesia y vio al Crucificado, delante del cual ora, bajar la cabeza como agradeciéndole acción tan heroica. Este milagro lo determinó a renunciar a la vida mundana que llevaba entonces y a ingresar en la Orden de San Benito. Dedicó sus esfuerzos para combatir la simonía y la herejía nicolaíta, enfrentando incluso al abad y al obispo de Florencia. Como querían nombrarlo abad, se retiró a un valle llamado Valleumbrosa en los Apeninos, y allí echó las bases de la Orden del mismo nombre. Murió en 1073.

MEDITACIÓN SOBRE EL PERDÓN DE LAS OFENSAS
I. Jesucristo nos manda perdonar las injurias; nos dio un hermoso ejemplo de ello al orar por sus verdugos. Los santos han practicado esta virtud; Dios por su parte perdona a todos los hombres, sean cuales fueren sus crímenes, tantas veces le piden perdón. ¿No son suficientes estos motivos para persuadirte a que perdones a los que te han ofendido? «Todos los hombres aman a sus amigos, sólo los cristianos aman a sus enemigos» (Tertuliano).
   
II. Dios nos amenaza con no perdonarnos si nosotros rehusamos perdonar a los demás. Tú mismo todos los días dices al Señor: «Perdónanos nuestras deudas así como nosotros perdonamos». ¿Qué le responderás en el día en que te pida cuenta de tu conducta? No perdonas, o lo haces sólo en apariencia y conservas siempre un corazón lleno de hiel contra tu enemigo. Si Dios sólo te perdonase en apariencia, ¿qué sería de ti? ¡Y, sin embargo, cuántas personas piadosas se irritan ante la más mínima injuria, al punto de no olvidarla más! ¿No eres tú de este número? Examínate seriamente al respecto.
   
III. Dios promete el perdón de sus faltas a los que perdonan a sus enemigos. En otro lugar, asegura que los reconocerá como hijos suyos y herederos. ¿No equivale ello a decir que un hombre que perdona cristianamente a sus enemigos es un predestinado? ¡Difícil es el precepto, pero también grande la recompensa! «Perdonar una injuria es el colmo de la bondad, el coronamiento de la piedad, la suprema enseñanza de la filosofía divina» (San Juan Crisóstomo).

El amor de los enemigos. Orad por vuestros enemigos.

ORACIÓN
Haced, Señor, os lo suplicamos, que la intercesión de San Juan Gualberto, abad, nos haga agradables a vuestra Majestad, a fin de que obtengamos por su intermedio las gracias que no podemos adquirir por nuestros méritos. Por J. C. N. S. Amén.

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