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lunes, 2 de octubre de 2023

DE LAS DUBIA SOBRE EL SÍNODO

CARDENALES PRESENTAN DÚBIA SOBRE EL “SÍNODO SOBRE LA SINODALIDAD” (Artículo propio).
    
   
Los cardenales Walter Brandmüller y Raymond Burke (sobrevivientes de las dúbia de 2016 sobre Amóris Lætítia), Juan Sandoval Íñiguez, Robert Sarah Nemelo y Joseph Zen Ze-kiun SDB presentaron una Carta a los fieles donde dan cuenta que ellos plantearon hacia el mes de Julio una lista de preguntas a Francisco Bergoglio sobre el Sínodo sobre la Sinodalidad que comenzará deliberaciones en dos días, y dado que la respónsa dada por éste no les fue suficiente, reformularon las dúbia (Traducciones tomadas de LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA):
   
NOTIFICACIÓN A LOS FIELES DE CRISTO (c. 212 § 3) EN RELACIÓN CON DÚBIA PRESENTADA AL PAPA FRANCISCO
    
Hermanos y hermanas en Cristo,
    
Nosotros, miembros del Sagrado Colegio Cardenalicio, de acuerdo con el deber de todos los fieles de «manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia» (c. 212 § 3) y, sobre todo, de acuerdo con la responsabilidad de los Cardenales de «asistir al Romano Pontífice… personalmente… ayudando al Papa sobre todo en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal» (c. 349), a la vista de diversas declaraciones de Prelados de alto rango, relativas a la celebración del próximo Sínodo de los Obispos, que son abiertamente contrarias a la constante doctrina y disciplina de la Iglesia, y que han generado y siguen generando gran confusión, así como la caída en error entre fieles y demás personas de buena voluntad, hemos manifestado nuestra más profunda preocupación al Romano Pontífice. Mediante nuestra carta del 10 de Julio de 2023, empleando la consabida práctica de la presentación de dúbia [preguntas] a un superior para proporcionar al superior la ocasión de aclarar, mediante sus respónsa [respuestas], la doctrina y la disciplina de la Iglesia, hemos presentado cinco dúbia al Papa Francisco, de las que adjuntamos copia. En su carta del 11 de Julio de 2023, el Papa Francisco respondió a nuestra carta.
    
Habiendo estudiado su carta, que no seguía la práctica de las respónsa ad dúbia [respuestas a preguntas], reformulamos la dúbia para obtener una respuesta clara basada en la doctrina y disciplina perennes de la Iglesia. Por carta del 21 de Agosto de 2023, presentamos al Romano Pontífice la dúbia reformulada, de la que adjuntamos copia. Hasta la fecha, no hemos recibido respuesta a la dúbia reformulada.
   
Dada la gravedad del asunto de la dubia, especialmente en vista de la inminente sesión del Sínodo de los Obispos, juzgamos nuestro deber informaros a vosotros, los fieles (c. 212 § 3), de manera que no quedéis sujetos a confusión, error y desaliento, sino que oréis por la Iglesia universal y, en particular, por el Romano Pontífice, para que el Evangelio sea enseñado cada vez más claramente y seguido cada vez más fielmente.
   
Vuestros en Cristo,
   
(Fdo.) Walter Card. Brandmüller
(Fdo.) Raymond Leo Card. Burke
(Fdo.) Juan Card. Sandoval Íñiguez
(Fdo.) Robert Card. Sarah
(Fdo.) Joseph Card. Zen Ze-kiun
   
Roma, 2 de octubre de 2023

DÚBIA
      
1.º Dúbium sobre la afirmacion de que la Revelación Divina deba ser reinterpretada en función de los cambios culturales y antropológicos en boga.
A raíz de las declaraciones de algunos obispos, que no han sido corregidas ni retractadas, se plantea la cuestión de si la Revelación Divina en la Iglesia debe ser reinterpretada según los cambios culturales de nuestro tiempo y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven; o si la Revelación Divina es vinculante para siempre, inmutable y por tanto no puede ser contradicha, según el dictado del Concilio Vaticano II, de que a Dios que revela se le debe «la obediencia de la fe» (Dei Verbum 5); que lo revelado para la salvación de todos debe permanecer «para siempre intacto» y vivo, y ser «transmitido a todas las generaciones» (7) y que el progreso del entendimiento no implica cambio alguno en la verdad de las cosas y de las palabras, porque la fe ha sido «transmitida de una vez para siempre» (8), y el Magisterio no es superior a la Palabra de Dios, sino que enseña sólo lo que ha sido transmitido (10).
   
2.º Dúbium sobre la afirmación de que la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo concuerda con la Revelación y el Magisterio (CIC 2357). 
Según la Revelación divina, atestiguada en la Sagrada Escritura, que la Iglesia «por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad» (Dei Verbum 10): «En el principio» Dios creó al hombre a su imagen, varón y hembra los creó y los bendijo para que fuesen fecundos (cf. Gn 1, 27-28), por lo que el apóstol Pablo enseña que negar la diferencia sexual es consecuencia de negar al Creador (Rm 1, 24-32). Surge la pregunta: ¿puede la Iglesia derogar este “principio”, considerándolo, en contra de lo que enseña Veritátis splendor 103, como un mero ideal, y aceptando como “bien posible” situaciones objetivamente pecaminosas, como las uniones entre personas del mismo sexo, sin faltar a la doctrina revelada?
   
3.º Dúbium sobre la afirmación de que la sinodalidad es una «dimensión constitutiva de la Iglesia» (Const. Ap. Episcopális Commúnio 6), de modo que la Iglesia sería sinodal por naturaleza.
Dado que el Sínodo de los Obispos no representa al Colegio Episcopal, sino que es un órgano meramente consultivo del Papa, ya que los obispos, como testigos de la fe, no pueden delegar su confesión de la verdad, se plantea la cuestión de si la sinodalidad puede ser el supremo criterio regulador del gobierno permanente de la Iglesia sin desvirtuar su ordenamiento constitutivo, tal como lo quiso su Fundador, según el cual la suprema y plena autoridad de la Iglesia es ejercida tanto por el Papa en virtud de su oficio como por el colegio de los obispos junto con su cabeza el Romano Pontífice (Lumen Géntium 22).
   
4.º Dúbium sobre el apoyo de pastores y teólogos a la teoría de que «la teología de la Iglesia ha cambiado» y, por tanto, la ordenación sacerdotal puede conferirse a las mujeres.
A raíz de las declaraciones de algunos prelados, que no han sido corregidas ni retractadas, de que con el Vaticano II había cambiado la teología de la Iglesia y el sentido de la Misa, se plantea la cuestión de si sigue siendo válido el dictado del Concilio Vaticano II, que «El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado» (Lumen Géntium 10) y que los presbíteros, en virtud del «poder sagrado del Orden, para ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados» (Presbyterórum Órdinis 2), actúan en nombre y persona de Cristo Mediador, por quien se perfecciona el sacrificio espiritual de los fieles? También se plantea la cuestión de si sigue siendo válida el magisterio de la carta apostólica Ordinátio Sacerdotális de San Juan Pablo II, que enseña como una verdad que hay que sostener definitivamente que es imposible conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, de modo que esta enseñanza ya no está sujeta a cambios ni a la libre discusión de los pastores o teólogos.
   
5.º Dúbium sobre la afirmación «el perdón es un derecho humano» y la insistencia del Santo Padre en el deber de absolver a todos y siempre, de modo que el arrepentimiento no sería una condición necesaria para la absolución sacramental. 
Se plantea la cuestión de si sigue vigente la doctrina del Concilio de Trento, según la cual, para que la confesión sacramental sea válida, es necesaria la contrición del penitente, que consiste en detestar el pecado cometido con la intención de no pecar más (Sesión XIV, Capítulo IV: DH 1676), de modo que el sacerdote debe posponer la absolución cuando es evidente que no se cumple esta condición.
  
Ciudad del Vaticano, 10 de Julio de 2023
   
(Fdo.) Walter Card. Brandmüller
(Fdo.) Raymond Leo Card. Burke
(Fdo.) Juan Card. Sandoval Íñiguez
(Fdo.) Robert Card. Sarah
(Fdo.) Joseph Card. Zen Ze-kiun
CONFIDENCIAL
  
Su Santidad
FRANCISCO
Sumo Pontífice
   
Santísimo Padre,
    
Le agradecemos mucho las respuestas que ha tenido a bien ofrecernos. En primer lugar, quisiéramos aclarar que, si le hemos formulado estas preguntas, no es por miedo al diálogo con los hombres de nuestro tiempo, ni a las preguntas que podrían hacernos sobre el Evangelio de Cristo. De hecho, nosotros, como Vuestra Santidad, estamos convencidos de que el Evangelio da plenitud a la vida humana y responde a todas nuestras preguntas. La preocupación que nos mueve es otra: nos preocupa ver que hay pastores que dudan de la capacidad del Evangelio para transformar el corazón de los hombres y acaban por proponerles no ya la sana doctrina, sino «enseñanzas según sus propios gustos» (cf. 2 Tim 4, 3). También nos preocupa que se comprenda que la misericordia de Dios no consiste en cubrir nuestros pecados, sino que es mucho mayor, ya que nos permite responder a su amor guardando sus mandamientos, es decir, convirtiéndonos y creyendo en el Evangelio (cf. Mc 1, 15).
   
Con la misma sinceridad con la que Vuestra Santidad nos ha respondido, debemos añadir que Vuestras respuestas no han resuelto las dudas que habíamos planteado, sino que, antes bien, las han profundizado. Por ello, nos sentimos obligados a volver a proponer, reformulándolas, estas preguntas a Vuestra Santidad, que como sucesor de Pedro está encargado por el Señor de confirmar a Vuestros hermanos en la fe. Esto se hace tanto más urgente en vista del próximo Sínodo, que muchos quieren utilizar para negar la doctrina católica sobre las mismas cuestiones a las que se refieren nuestras dúbia. Por tanto, volvemos a proponerle nuestras preguntas, para que puedan ser respondidas con un simple “sí” o “no”.
  1. Su Santidad insiste en que la Iglesia puede profundizar su comprensión del depósito de la fe. Esto es, en efecto, lo que enseña Dei Verbum 8 y pertenece a la doctrina católica. Su respuesta, sin embargo, no coge nuestra preocupación. Muchos cristianos, incluidos pastores y teólogos, sostienen hoy que los cambios culturales y antropológicos de nuestro tiempo deberían impulsar la Iglesia a enseñar lo contrario de lo que siempre ha enseñado. Ello afecta a cuestiones esenciales, no secundarias, para nuestra salvación, como la confesión de fe, las condiciones subjetivas para acceder a los sacramentos y la observancia de la ley moral. Por tanto, queremos reformular nuestro dúbium: ¿es posible que la Iglesia enseñe hoy doctrinas contrarias a las que ha enseñado anteriormente en materia de fe y de moral, ya sea por el Papa ex cáthedra, ya sea en las definiciones de un Concilio Ecuménico, ya sea en el magisterio universal ordinario de los Obispos dispersos por el mundo (cf. Lumen Géntium 25)?
  2. Su Santidad ha insistido en que no puede haber confusión entre el matrimonio y otro tipo de uniones de naturaleza sexual y que, por tanto, debe evitarse cualquier rito o bendición sacramental de parejas del mismo sexo que pueda dar lugar a tal confusión. Nuestra preocupación, sin embargo, es otra: nos preocupa que la bendición de parejas del mismo sexo pueda crear confusión en cualquier caso, no sólo en el sentido de que pueda hacerlas parecer análogas al matrimonio, sino también en el sentido de que los actos homosexuales se presentarían prácticamente como un bien, o al menos como el posible bien que Dios pide a las personas en su camino hacia Él. Reformulemos, pues, nuestro dúbium: ¿Es posible que en algunas circunstancias un pastor pueda bendecir uniones entre personas homosexuales, sugiriendo así que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y al camino de la persona hacia Dios? Vinculado a este dúbium es necesario plantear otro: ¿sigue siendo válida la enseñanza sostenida por el magisterio ordinario universal, según la cual todo acto sexual fuera del matrimonio, y en particular los actos homosexuales, constituyen un pecado objetivamente grave contra la ley de Dios, independientemente de las circunstancias en las que tenga lugar y de la intención con la que se realice?
  3. Usted ha insistido en que existe una dimensión sinodal de la Iglesia, en el sentido de que todos, incluidos los fieles laicos, están llamados a participar y a hacer oír su voz. Nuestra dificultad, sin embargo, es otra: hoy se presenta el futuro Sínodo de la “sinodalidad” como si, en comunión con el Papa, representara la Suprema Autoridad de la Iglesia. Sin embargo, el Sínodo de los Obispos es un órgano consultivo del Papa; no representa al Colegio Episcopal y no puede resolver las cuestiones tratadas en él ni emitir decretos sobre las mismas, a no ser que, en determinados casos, el Romano Pontífice, a quien corresponde ratificar las decisiones del Sínodo, le haya concedido expresamente poder deliberativo (cf. c. 343 C.I.C.). Se trata de un punto decisivo, en la medida en que no implicar al Colegio episcopal en cuestiones como las que el próximo Sínodo pretende plantear, que tocan a la constitución misma de la Iglesia, iría precisamente contra la raíz de esa sinodalidad, que dice querer promover. Reformulemos, pues, nuestro dúbium: el Sínodo de los Obispos que se celebrará en Roma, y que incluye sólo una escogida representación de pastores y fieles, ¿ejercerá, en las cuestiones doctrinales o pastorales sobre las que deberá expresarse, la Suprema Autoridad de la Iglesia, que pertenece exclusivamente al Romano Pontífice y, una cum cápite suo, al Colegio de los Obispos (cf. c. 336 C.I.C.)?
  4. En Su respuesta, Su Santidad dejó claro que la decisión de San Juan Pablo II en Ordinátio Sacerdotális debe mantenerse definitivamente, y añadió acertadamente que es necesario entender el sacerdocio, no en términos de poder, sino en términos de servicio, para comprender correctamente la decisión de Nuestro Señor de reservar las Órdenes Sagradas sólo a los hombres. Por otra parte, en el último punto de su respuesta ha añadido que la cuestión aún puede profundizarse. Nos preocupa que algunos puedan interpretar esta afirmación en el sentido de que la cuestión aún no ha sido decidida de manera definitiva. De hecho, San Juan Pablo II afirma en la Ordinátio Sacerdotális que esta doctrina ha sido enseñada infaliblemente por el magisterio ordinario y universal, y por tanto que pertenece al depósito de la fe. Esta fue la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a un dúbium planteado sobre la carta apostólica, y esta respuesta fue aprobada por el propio Juan Pablo II. Por lo tanto, debemos reformular nuestro dúbium: ¿podría la Iglesia en el futuro tener la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, contradiciendo así que la reserva exclusiva de este sacramento a los varones bautizados pertenece a la sustancia misma del sacramento del Orden, que la Iglesia no puede cambiar?
  5. Finalmente, Su Santidad confirmó la enseñanza del Concilio de Trento según la cual la validez de la absolución sacramental requiere el arrepentimiento del pecador, que incluye la resolución de no volver a pecar. Y nos invitó a no dudar de la infinita misericordia de Dios. Queremos reiterar que nuestra pregunta no surge de dudar de la grandeza de la misericordia de Dios, sino que, por el contrario, surge de nuestra conciencia de que esta misericordia es tan grande que somos capaces de convertirnos a Él, de confesar nuestra culpa y de vivir como Él nos ha enseñado. En cambio, algunos podrían interpretar su respuesta en el sentido de que el mero acercamiento a la confesión es condición suficiente para recibir la absolución, en la medida en que podría incluir implícitamente la confesión de los pecados y el arrepentimiento. Por tanto, quisiéramos reformular nuestro dúbium: ¿Puede recibir válidamente la absolución sacramental un penitente que, aun admitiendo un pecado, se niega a manifestar, de cualquier modo, la intención de no volver a cometerlo?
   
Ciudad del Vaticano, 21 de Agosto de 2023
   
(Fdo.) Walter Card. Brandmüller
(Fdo.) Raymond Leo Card. Burke
(Fdo.) Juan Card. Sandoval Íñiguez
(Fdo.) Robert Card. Sarah
(Fdo.) Joseph Card. Zen Ze-kiun
  
Copia: Su Eminencia Rvma. Luis Francisco Card. LADARIA FERRER SJ
   
A esta carta de dúbia ya le salió al paso el recién creado cardenal Víctor Manuel “Tucho” Fernández Martinelli, prefecto del Dicasterio para la Doctrina Bergogliana de la Fe, que le dijo lo siguiente a Javier Martínez-Brocal Ogayar, el opusino corresponsal de ABC:
«El Papa ya ha respondido los “dúbia” de estos cardenales. Ellos no han publicado la respuesta del Santo Padre, que a pesar de sus muchas ocupaciones se tomó el trabajo de responderles. En lugar de publicar esas respuestas, ahora hacen públicas nuevas preguntas, como si el Papa fuera su esclavo para los mandados».
Respuesta (siete folios de parrafadas en español “tuchístico” que se resumen así: 1.º Sí; 2.º Sí; 3.º No implíciter; 4.º Sí; 5.º Sí) que él hizo publicar (incompleta) en el sitio web del Vaticano, encabezado por un rescríptum ex audiéntia fechado a 25 de Septiembre (pero que se publicó en algún momento después de las 5:31h d hoy, porque hasta esa hora solo había la respuesta sobre Gioacchino Genovese, un pretendido “vidente” de Como, Italia):
   
   
Según el medio modernista Vida Nueva Digital, Bergoglio planearía responder a estas nuevas dúbia de manera pública. Amanecerá y veremos…
   
ADENDA (5 de Octubre): Messa in Latino reveló que la respuesta publicada en el sitio del Vaticano está incompleta (¿será que Tucho anexó el borrador?), porque falta la página 1, los dos primeros párrafos de la página 2, y la despedida
«Queridos hermanos,
Creo que con estas respuestas podrán satisfacer vuestras preguntas.
Por favor, no se olviden de rezar por mí. Lo hago por Ustedes.
    
Fraternalmente»,
y publicó el original auténtico de la misma, que muestra un lenguaje y estilo más cuidado, y el sello seco de la Secretaría privada de Francisco:
   

***
  
LLEGARON LAS DÚBIA SOBRE EL SÍNODO: 4 MOTIVOS DE POR QUÉ HAY POCO PARA ENTUSIASMARSE AL RESPECTO (Fuente: RADIO SPADA).
   

¡El mundo “conservador” estaba encantado! ¿Pero qué pasa?
     
Cinco cardenales (el alemán Walter Brandmüller, el estadounidense Raymond Leo Burke, el mejicano Juan Sandoval Íñiguez, el guineano Robert Sarah, y el chino Joseph Zen Ze-kiun) presentaron una doble serie de dúbia sobre el próximo Sínodo. Sí, escribimos una doble serie porque a una primera carta de Julio de 2023, Bergoglio respondió con prontitud pero de una manera considerada insuficiente por los cardenales. Por lo tanto llegamos a una nueva formulación de la dúbia, enviada a finales de Agosto y que queda sin respuesta.
    
Hoy se ha hecho público todo para informar a los fieles, escriben los cardenales, «de manera que no quedéis sujetos a confusión, error y desaliento, sino que oréis por la Iglesia universal y, en particular, por el Romano Pontífice, para que el Evangelio sea enseñado cada vez más claramente y seguido cada vez más fielmente».
   
A pesar de la euforia previsible, lamentablemente debemos moderar nuestro entusiasmo. Las razones son simples:
  1. Las críticas de los cardenales se refieren más a los síntomas que a la enfermedad. Es necesario repetirlo, pero el origen de las cuestiones planteadas no está ni en el Sínodo de este año, ni en el de la familia de hace unos años, ni en el “punto de inflexión” de 2013. El problema está en la distorsión de la Doctrina llevada a cabo en el Concilio Vaticano II. La idea misma de la “Iglesia sinodal” es inseparable de la “colegialidad conciliar”, como se puede leer fácilmente en el sitio web del Vaticano: «El Sínodo de los Obispos es una institución permanente decidida por el Papa Pablo VI el 15 de Septiembre de 1965 en respuesta a la deseo de los Padres del Concilio Vaticano II de mantener vivo el espíritu auténtico formado por la experiencia conciliar».
  2. No sólo hablamos más de síntomas que de enfermedad, sino que los síntomas analizados son simplemente una parte de ellos. Los temas abordados por los cardenales se centran en los “temas candentes” del Sínodo, pero no en la amplia gama de desastres eclesiales que están ocurriendo hoy. Más que un manifiesto general sobre la crisis de la Iglesia, nos encontramos ante un foco de atención sobre los acontecimientos actuales.
  3. Hay que reconocer que el modelo “dúbia” ha fracasado, pensemos en las de 2016 para Amóris Lætítia. La razón es clara: pedir una respuesta de sí o no a quienes rechazan toda forma de Logos es inútil. Siempre recibirás respuestas evasivas o falta de respuesta.
  4. Con el debido respeto a los cinco cardenales: son figuras que hoy en día no son particularmente relevantes, ya sea porque se han “retirado” más o menos recientemente de sus deberes pesados (Burke y Sarah) o porque tienen más de noventa años (Brandmüller, Sandoval Íñiguez, José Zen Ze-kiun).
Quien ya ha leído el volumen Palabras claras sobre la Iglesia. Por qué hay una crisis, dónde se origina y cómo salir de ella, y en general quienes siguen estas páginas probablemente ya estén familiarizados con varios de estos conceptos. Pero hay una última nota que tal vez valga la pena añadir: algunos en los últimos meses habían planteado la hipótesis de una “solución” lunar, inconclusa y contradictoria a la crisis en curso: es decir, la intervención de algunos cardenales que declararían a Bergoglio “antipapa”. Estas alucinaciones basadas en códigos imaginativos y teorías implosionadas (nos remitimos una vez más al libro “Palabras claras”, que las barre), hoy tienen que ver con el hecho de que los cinco cardenales más “conservadores” y más “dispuestos a reaccionar”, escriben en su carta: «orad por la Iglesia universal y, en particular, por el Romano Pontífice». Es decir, Francisco.
  
Sipario.

1 comentario:

  1. Hay que ver cómo, con la llegada oficial de Tucho, la torpeza, chabacanería y paletismo se han potenciado como dice Wanderer (https://caminante-wanderer.blogspot.com/2023/10/las-dubia-cardenalicias-las-respuestas.html), pero cabe preguntarse también si por semejante estreno (una respónsa mutilada), “Tucho” correrá la misma suerte de Darío Edoardo Viganò al mutilar en su momento la carta del Emérito.

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