Noticia tomada de GLORIA NEWS.
El 4 de Octubre Francisco inauguró su ex sínodo predicando en contra de lo que trata todo el sínodo: «una visión puramente natural, compuesta de estrategias humanas, cálculos políticos o batallas ideológicas».
Y: «no estamos aquí para llevar a cabo una sesión parlamentaria o un plan de reforma. No, estamos aquí para caminar juntos con la mirada de Jesús».
Al final de la Eucaristía al aire libre, Francisco no pasó junto a «la gente», probablemente porque apenas había gente presente. Había mucha menos gente que asientos disponibles.
La mesa que presidía Francisco estaba desprovista de todo adorno. Había una cruz al lado del altar y candelabros… en el piso.
Durante el ex Sínodo, los miembros –el 73% de ellos obispones– se sentaron por primera vez en mesas redondas. El cardenal Jean Claude Hollerich Wester SJ explicó que «las mesas redondas nos recuerdan que ninguno de nosotros es una estrella en este sínodo».
El cardenal Mario Grech Attard insistió en que «por primera vez» los miembros laicos ya no eran «excepciones a la norma» sino miembros con derecho a voto [privando así al ex sínodo de cualquier autoridad].
Francisco afirmó que si los miembros del ex sínodo hablaran con una sola voz e hicieran las mismas declaraciones, significaría que «el Espíritu Santo no estuvo aquí», como si el Espíritu Santo, más que el diablo, fuera el campeón de la discordia.
El sitio web bergoglista Il Sismografo describió la atmósfera que rodea al ex sínodo como «una especie de ‘guerra civil’ entre generales, sin soldados».
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