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lunes, 9 de octubre de 2023

“Laudáte Oligárchas”, ESCRITA POR UN ECOLOGISTA FURIOSO

Traducción de la carta de Mario Grifone a Aldo María Valli, publicada en DUC IN ALTUM.
SOBRE EL PAPA VERDE
   
   
«Querido Valli,
   
Acabo de terminar de leer la nueva exhortación del obispo de Roma Laudáte Deum, una invitación que queda prácticamente sólo en el íncipit, ya que a lo largo del texto se reserva a Dios un pequeño párrafo hacia el final.
    
Debo decir que si uno leyera la exhortación sin conocer a su autor, uno podría pensar que era un artículo de un ecologista enojado, lleno de lugares comunes y diversas invectivas contra el hombre occidental malvado, que es responsable de todo el daño ambiental e incluso causa catástrofes hidrogeológicas.
   
El escrito está lleno de afirmaciones apodícticas e indiscutibles, la tragedia ambiental tiene orígenes antrópicos sin peros. No sólo eso, dado que las emisiones antropogénicas de los occidentales son dos veces superiores a las de los chinos y siete veces superiores a las de los africanos y del tercer mundo, está claro que somos nosotros quienes tenemos que cambiar nuestro estilo de vida. No tiene nada que ver con las fábricas chinas contaminantes ni con las toneladas de plástico que arrojan al mar los habitantes del subcontinente indio, ni con las emisiones de los coches de esos países que tanto bien hacen al aire que respiran sus habitantes y al color de los cielos que los dominan.
   
Por supuesto que no, es culpa nuestra porque decidimos no vivir en contacto con la naturaleza, quizás en cabañas de paja ecológicas utilizando el combustible natural proporcionado por los animales. Visión idílica contradicha por el impresionante flujo migratorio de los habitantes de aquellas chozas hacia el contaminado Occidente.
   
Pero la verdadera “joya” del escrito es el concepto de antropocentrismo situado, expresión difícil de interpretar. A ver si entendí bien. De las nociones básicas del catecismo me pareció que el hombre es el sello de toda la obra creadora de Dios, que lo sitúa en el centro del jardín con un mandato preciso: “ut operátur”, es decir, que la creación estaba a su disposición y debía ser salvaguardada mediante el trabajo y la inteligencia de los que sólo el hombre estaba dotado. Y de hecho, durante siglos hemos protegido la naturaleza cultivando la tierra para recoger sus frutos, domesticando animales, creando cruces de plantas y flores y también exaltándola en maravillosas obras artísticas. Esto, que hasta ahora se denominaba antropocentrismo, ahora se concreta con el adjetivo “situado”, lo que significa que todos los seres vivos forman parte de un todo único y sólo entendiéndolo plenamente podemos resolver los problemas ecológicos, mientras que el antropocentrismo no localizado es la causa de la desertificación y otros problemas del suelo. No es una noción nueva, antes se llamaba Gaya, un término que ya no se utiliza debido a problemas de sensibilidad en un mundo determinado.
   
Evidentemente los pasajes que conducen a esta brillante intuición se encuentran en las páginas anteriores de la exhortación, en las que se hace un pedante resumen de las distintas conferencias sobre medio ambiente de los últimos años que, como bien sabemos, han sido la oportunidad de pagar viajes placenteros para sus participantes así como desperdicio de dinero y causas contribuyentes de contaminación debido al elevado número de vuelos que involucran.
    
La conclusión es naturalmente una invitación a realizar acciones ecológicamente correctas, a reducir los residuos, sólo falta la separación de los residuos y listo.
   
A nuestro pastor (no diría de las almas a estas alturas) no se le ocurre que la causa principal de este desorden es siempre la misma, el enemigo atávico, el que siembra discordia, para seguir con el tema de la naturaleza tan querida para nosotros.
    
Quizás algunas personas mayores recuerden una sociedad lejana en la que no se desperdiciaba nada, las chaquetas estaban al revés y los residuos eran mínimos, ya que el plástico prácticamente no existía. Quien no sepa de qué hablo puede ver cualquier película basada en las historias de Don Camillo y Peppone.
   
Habría preferido una invitación a orar más y a hacer apostolado antes que a examinar nuestra conciencia ecológica: el lema podría haber sido “más Misas, menos desperdicio”.
   
Non prævalébunt».
Caricatura tomada de GLORIA CARTOON. 

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