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viernes, 20 de octubre de 2023

MES DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS – DÍA VIGÉSIMO

Compuesto por el Rev. P. Aniceto de la Sagrada Familia OCD en el año 1925.
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, con el corazón partido por el dolor que me causan los pecados cometidos contra Ti, vengo a pedirte perdón de ellos. Ten piedad de mí, oh Dios; según la grandeza de tu misericordia y según la muchedumbre de tus piedades, borra mi iniquidad. Mira mi humillación y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. Espero de tus bondades que no entrarás en juicio con tu siervo. porque no hay entre los vivientes ninguno limpio, en tu presencia, y que me perdonarás todas mis culpas, y me darás la gracia para perseverar en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Jesús! Maestro sapientísimo en la ciencia del amor, que aleccionaste en la escuela de tu corazón adorable a tu pequeñita esposa Santa Teresita del Niño Jesús, haciéndole correr por la senda del amor confiado hasta llegar a la cumbre de la perfección, yo te ruego te dignes enseñar a mi alma el secreto del Caminito de infancia espiritual como a ella se lo enseñaste; para esto vengo en este día a tu soberana presencia a meditar los ejemplos admirables que nos dejó tu regalada Santita. Escucha benigno las súplicas que ella por nosotros confiadamente te dirige. ¡Oh Jesús, si pudiera yo publicar tu inefable condescendencia con todas las almas pequeñitas! Creo que si, por un imposible, encontraras una más débil que la mía, te complacerías de colmarla de mayores gracias aún, con tal confiara por entero en tu infinita misericordia, Mas ¿por qué, Bien mío, deseo tanto comunicar los secretos de tu amor? ¿No fuiste tú solo quien me los enseñaste? ¿Y no puedes revelarlos a los demás? Ciertamente que sí, y puesto que lo sé, te conjuro que lo hagas: te suplico que fijes tus divinos ojos en todas las almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de Víctimas pequeñas dignas de tu amor… Dígnate escoger a la pobrecita de mi alma para el número de esa legión y haz, por tu piedad que, atraída por la fragancia de las virtudes de tu esposa, corra por la senda del bien hasta llegar a la perfección del amor. Amén.
   
DÍA VIGÉSIMO – 20 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: EL PELIGRO DE LAS AMISTADES
Sicut nóxius est qui mittit ságittas, et lánceas in mortem, ita qui fraudulénter nocet, amíco suo (Prov. XXVI, 18-19). Como es culpable el que arroja saetas y lanzas para matar, así el que engaña con malicia a su amigo.

Si en algún caso tiene importancia gravísima el prudentísimo consejo del buen Maestro: «Vigilad», es ciertamente cuando se trata de elegir y conservar los amigos.

La amistad tan necesaria al hombre y tan recomendada y alabada en la Sagrada Escritura puede ser funestísima, si no se la usa dentro de los límites que marca la prudencia.
   
Como nacida en el movedizo terreno del sentido y perseguida por el enemigo de la pasión, puede convertirse en piedra de escándalo y motivo primordial de nuestra ruina. Por esto, debemos mirar que nuestras amistades, nacidas al calor de la simpatía natural, no queden en ella, sino que las desarrollemos con miras a la eternidad.

Amistad que sólo se fundamenta en cualidades físicas o en condiciones de bienestar, tienen una vida famélica y mueren cuando éstas y aquéllas desaparecen, dejando al alma sumida en el más profundo de los abismos. ¡La desilusión! Pero no son éstas las más perniciosas; aquéllas, en las que la parte fundamental de su existencia radica en la sensualidad, son las que rompen los lazos de nuestra unidad con Dios las que producen quebrantos irreparables en el corazón. Contra éstas debemos andar en guardia para que no nos veamos sorprendidos con una segura y lamentable derrota. De prudentes es en el mismo momento en que la conciencia nos arguya el más insignificante desvío, apartarnos con valentía siguiendo la doctrina de San Francisco de Sales: «Corta, divide, rompe, no te detengas a descoser estas locas amistades, rásgalas, y no me digas que sea ingratitud romper tan despiadadamente una amistad. ¡Feliz ingratitud que nos hace agradables a los ojos de Dios! Pero no será ingratitud, sino hacer un gran beneficio al amante, porque rompiendo tus prisiones romperás las suyas, que unas mismas os aprisionaban a entrambos» (Introducción a la Vida devota, 3.ª parte, cap. XXI).
    
Llena de celestial prudencia es la doctrina que nos ofrece la Santita venerada: «Elegí por aquel tiempo como amigas a dos niñas de mi edad; pero ¡ah, que pequeño es el corazón de las criaturas! Una de ellas tuvo que volver a su casa por algunos meses; acordéme mucho de ella durante su ausencia, y demostré gran alegría al volver a verla. Mas ¡ay!, sólo obtuve de ella una mirada indiferente, no era correspondida en mi amistad. Lo sentí con toda mi alma, mas desde entonces dejé de mendigar cariño tan inconstante.
   
Con todo, Dios me ha dotado de un corazón tan fiel, que cuando ha amado, sigue amando constantemente; por eso continúo encomendando a Dios a aquella compañera, por eso la quiero todavía. Al ver que muchas alumnas se aficionaban particularmente a una maestra, quise imitarlas, mas no pude conseguirlo. ¡Feliz impotencia!, de cuántos males me has librado: Cuánto agradezco al Señor que sólo me haya hecho encontrar amarguras en las amistades de la tierra: Con un corazón como el mío, me hubiera dejado cautivar cortar las alas; y entonces, ¿cómo hubiera podido volar y descansar? Imposible es que pueda unirse estrechamente con Dios el corazón entregado al cariño humano. He visto tantas almas, seducidas por esa falsa luz, precipitarse en ella como incautas mariposas, quemarse las alas, y tornar luego a Jesús, fuego divino que arde sin consumirse! 
  
¡Ah! Bien lo sé; Nuestro Señor, que conocía mi debilidad, no quiso exponerme a la tentación; me hubiera quemado enteramente en la engañosa luz de las criaturas; mas no brilló nunca ante mis ojos. Allí donde las almas fuertes encuentran la alegría y si no desprenden de ella por fidelidad a Dios, he encontrado yo más que aflicción. ¿Dónde está, pues, mi mérito por haberme librado de esas frágiles ligaduras, puesto que un dulce efecto de la misericordia de Dios me preservó de ellas? Sin Él, lo reconozco, habría podido caer en tanta abyección como la Magdalena; las rotundas palabras del divino Maestro a Simón el fariseo, resuenan con gran dulzura en mi alma. Si, sé que a aquel a quien se perdona menos arna menos (S. Luc. VII, 47), pero sé también que Jesús me ha perdonado más que a Magdalena».
   
Medítese un momento y pídase la gracia que se desea recibir.
   
EJEMPLO: SOR TERESITA DEL NIÑO JESÚS GUARDA FIELMETE A LOS QUE EN ELLA CONFÍAN
Congregación del Espíritu Santo. Paris, 15-9-1916
Una joven de excelente familia y educada cristianamente se encontraba en grave peligro para su salvación a causa de una amistad peligrosa; el peligro se presentaba cada vez más amenazador y difícil de conjurar. Un día, esta joven que había tomado a la angelical Santita de Lisieux por su segunda patrona, aterrorizada al contemplar el abismo que parecía abrirse bajo sus pies, mientras se paseaba en el jardín de su casa pensando en la posible caída, exclamó: «¡Querida hermanita Teresita, guárdanos!», y en el mismo instante oyó claramente estas palabras. «Ya lo he hecho, y seguiré haciéndolo». Estaba sola, completamente sola y persuadida de que la voz venía del cielo, se propuso acudir a Lisieux en peregrinación en acción de gracias. La sierva del Señor cumplió su promesa, salvando a la joven.
J. V., Sacerdote.

JACULATORIA: No permitas, Santita carísima, que sucumbamos bajo el dominio de una amistad peligrosa.

ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh incomparable maestra del espíritu!, que sabia y prudentemente aleccionas a mi alma en el camino del espíritu, haz, que agradecida al perdón de todo Io que me ha perdonado mi Dios le ame con delirio, con locura, no teniendo jamás descanso en el cariño de las criaturas, sino en Jesús, único amigo verdadero de las almas; y para más obligarte, te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
  
DEPRECACIONES
  • ¡FIorecilla de Jesús, que con tus perfumes virginales atrajiste hacia ti las miradas del Esposo divino, haz que nuestras plegarias merezcan la bendición del cielo! Padrenuestro y Avemaría.
  • ¡Virgen graciosa!, que supiste iniciarte en el corazón del Rey celestial, oyendo de sus labios divinos «Todo lo mío es tuyo», haz que se derrame sobre mi corazón la gracia de tu protección poderosa. Padrenuestro y Avemaría.
  • ¡Oh celestial criatura!, que nos prometiste que tus oraciones serían en cl cielo bien recibidas, ruega por nosotros y arroja la abundancia de gracias sobre nuestras almas, como la lluvia de rosas que prometiste hacer caer sobre la tierra. Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Jesús! Atraído suavemente por el imán poderoso de tu amor a la escuela donde tus manos graciosas señalan a las almas el camino de la virtud infantil, tomo la resolución de poner en práctica tus enseñanzas a imitación de tu pequeñita esposa Santa Teresita. ¡Oh Jesús divino! Tú, misericordiosamente, te dignaste mirarla, y con solo la mirada de tus ojos claros, serenos, vestida la dejaste de tu hermosura. Dígnate, pues, te lo pido con fe, recompensar este devoto ejercicio, con la dulce y misericordiosa mirada de tus ojos divinos. «Mas qué digo, ¡Jesús mío! Tú sabes muy bien que no es la recompensa la que me induce a servirte, sino únicamente tu amor y la salvación de mi alma». Te lo pido por la intercesión de tu florecilla regalada. ¡Oh querida Teresita! Es preciso que ruegues por mí, para que el rocío de la gracia se derrame sobre el cáliz de la flor de mi corazón, para fortalecerlo y dotarlo de todo cuanto le falta. ¡Adiós, florecilla de Jesús! Pide que cuantas oraciones se hagan por mí, sirvan para aumentar el fuego que debe consumirme. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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