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martes, 3 de octubre de 2023

MÜLLER APOYANDO A LOS DUBIANISTAS


El cardenal Gerhard Ludwig Müller Straub apoya las dudas de los cinco cardenales sobre el sínodo de Francisco Bergoglio, como se ve en una declaración que hizo a Life Site News:
«He defendido la doctrina católica contra el pseudomodernismo especialmente en los últimos 10 años, cumpliendo así ante Dios en mi conciencia mi responsabilidad como obispo y cardenal por el bien de la doctrina ortodoxa. Pero me alegro cuando otros, a su manera, hacen lo que es necesario y recuerdan al Papa la responsabilidad que Dios le ha dado para la preservación de la Iglesia en la “enseñanza de los Apóstoles” (Hechos 2, 42).
    
En la actualidad, existe una posición herética, pero que mejora la carrera, de que Dios se revela sólo al Papa Francisco a través de información directa en el Espíritu Santo, y que los obispos sólo tienen que repetir ciegamente estas iluminaciones celestiales y transmitirlas mecánicamente como marionetas parlantes. El obispo, sin embargo, en virtud de su consagración, es sucesor de los Apóstoles y auténtico maestro del Evangelio de Cristo, pero en el colegio de todos los obispos, con el Papa como principio visible y siempre presente de la unidad de la Iglesia en verdad revelada y en su comunión sacramental. Ésta es la verdadera doctrina del primado del Papa y no el neopapalismo de quienes quieren entregar la Iglesia de Cristo a la ideología del capitalismo ateo y antihumano de Davos.
   
Su pretexto fraudulento es la adaptación de la Palabra de Dios supuestamente obsoleta, como si en Cristo no nos fuera dada toda la verdad, a los estándares de una antropología pseudocientífica antimatrimonial y de una civilización de muerte (aborto, tráfico de embriones, eutanasia, mutilación corporal mediante el llamado cambio de sexo). Todo católico cree en la verdad divina y católica de que en Pedro los obispos de Roma están instalados como sus legítimos sucesores. Pero como discípulo de Cristo teológicamente ilustrado, se opone a la caricatura del papado tanto en la polémica antirromana de los reformadores de la época como en la comprensión como de loro del neopapalismo o “papagayismo” no católico. De este modo, exponen la fe católica al ridículo ante un público secular que no cree en el hecho de la Revelación histórica de Dios en Cristo y utiliza al Papa –ya sea que se den cuenta o lo acepten ingenuamente, no les importa– como una autoridad para ganarse a las, a sus ojos, masas católicas atrasadas y poco ilustradas para el Nuevo Orden Mundial 2030».
Hay coas que son ciertas en esta declaración, como que la oligarquía secular como el Foro Económico Mundial usa a Bergoglio para endosar a los conciliares a la Agenda 2030 que ellos impulsan y quieren imponer, o que la papolatría (que corre lanza pareja con el antipapalismo protestante) es una caricatura del respeto debido al papado y se basa en una noción errónea de la infalibilidad pontificia que vuelve al Papa la “cuarta persona” de la Trinidad o el “profeta, vidente y revelador” more mormónico (aludiendo a “Tucho” Fernández, el escritor fantasma de Bergoglio –y otros lambones impotables como Austen Ivereigh, Andrea Grillo, Elisabetta Piqué o Javier Martínez-Brocal Ogayar–). Pero también hay un detalle que señalar, y va así:
   
Müller, cuyo pasado no es precisamente ortodoxo (negó la Virginidad perpetua de María Santísima, la Transubstanciación y la historicidad de la Resurrección de Nuestro Señor), menciona la noción de “pseudomodernismo” planteada por el crítico cultural británico Alan Kirby, el cual se caracteriz por la trivialidad y superficialidad que resulta de la participación instantánea, directa y superficial en la cultura por las nuevas tecnologías (de ahí que el mismo Kirby también lo llama “digimodernismo”) y cuyos estados intelectuales son la ignorancia, el fanatismo y la ansiedad. En tal sentido, el pseudomodernismo teológico exagera el inmediatismo y el sentimiento sin profundizar los conceptos, valiéndose de eventos multitudinarios o de publicaciones por redes sociales, como son los viajes (costumbre iniciada por Pablo VI Montini), las Jornadas Mundiales de la Juventud (iniciadas –oficialmente– por Juan Pablo II Wojtyła), el uso de Twitter (iniciado por Benedicto XVI Ratzinger), o los “Vídeos del Papa” con los que Francisco Bergoglio remplazó las intenciones del otrora Apostolado de la Oración.
  
Con todo, vale reiterar que Gerhard Müller es tan línea media como los mismos dubianistas, que solo atacan parcialmente los síntomas sin siquiera acertar la enfermedad causante, que es el Vaticano II.

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