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lunes, 6 de noviembre de 2023

MARÍA MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS: LA CONSTITUCIÓN QUE NO PUDO SER

Traducción del artículo publicado en INTROIBO AD ALTARE DEI.
   
MARÍA MEDIANERA DE TODAS LAS GRACIAS
    

Durante los días del último papa verdadero, Su Santidad el Papa Pío XII, el pontífice había requerido a algunos teólogos para formar parte de una comisión con el fin de encuestar a los obispos del mundo respecto a su opinión sobre una definición dogmática de la Bienaventurada Virgen María como Medianera de todas las gracias. Anticipando un resultado positivo del sondeo, el Santo Padre también los instruyó para preparar el borrador de una Constitución Apostólica definiendo el dogma. El P. DePauw conoció al menos a dos teólogos nombrados para tal comisión, y él también, creía que el papel de María como Medianera podía (y debía) ser definido formalmente ex cáthedra como un dogma de Fe Divina y Católica.
    
Menos de un año después, el Papa Pío XII murió, y Roncalli (“Papa” Juan XXIII) desechó todo el proyecto por ser “ofensivo a los protestantes”. Entonces iba a haber todo un documento sobre la Madre de Dios en el Vaticano II. Los teólogos ortodoxos en la Comisión Preparatoria prepararon el esquema que se llamaría CONSTITUCIÓN DOGMÁTICA SOBRE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, MADRE DE DIOS, Y MADRE DE LOS HOMBRES. En él, María era definida como Medianera de todas las gracias. Este, también, fue relegado al cubo de basura por una leve mayoría de fornidos obispos modernistas. El voto final para retener la Constitución fracasó; 1.097 obispos votaron por mantener la Constitución sobre la Bienaventurada Virgen María, y 1.114 obispos votaron para eliminar completamente la Constitución.
   
Los modernistas en el Concilio Ladrón tenían un odio particular por la prerrogativa y el título mariano de Medianera de todas las gracias. En su Theological Highlights of Vatican II, Joseph Ratzinger (“Papa Benedicto XVI”) discutió la decisión del esquema separado, como también el contenido del texto sobre la Virgen (Ratzinger era un perito o “experto teológico” que ayudó y aconsejó al líder de los modernistas en el concilio, el cardenal Josef Frings):
«Indudablemente fue una decisión explícitamente ecuménica cuando el Concilio decidió en el otoño de 1964 incorporar el schema sobre María como un capítulo en el schema sobre la Iglesia… En el texto, que remplazó un borrador previo, la vieja mariología sistemática fue en una medida considerable (si bien no completamente) suplantada por una mariología positiva y escritural. La especulación fue remplazada por la investigación sobre los eventos de la historia de la salvación, y estos han sido interpretados a la luz de la fe. La idea de María como “corredentora” se fue, como también la idea de María como “medianera de todas las gracias”. El texto todavía conserva un vestigio de su último título cuando dice que se ha desarrollado en la Iglesia la costumbre de dirigirse a María como medianera como también por otros títulos, pero indudablemente esto es muy diferente a decir que ella es medianera de todas las gracias» (Énfasis mío).
Los modernistas querían ir más lejos en su búsqueda por reducir a María en la oscuridad, pero siendo tan sagaces como la Serpiente Antigua (su Padre Infernal), ellos sabían mejor, o pondrían en peligro todo lo que buscaban hacer. Como escribió otro perito, el archiherético P. Yves Congar:
«Vi un drama que he experimentado toda mi vida. La necesidad de luchar, en nombre del Evangelio y de la fe apostólica, contra un desarrollo, una proliferación mediterránea e irlandesa, de una mariología que no viene de la Revelación, sino que está respaldada por textos pontificios… Nos dijimos unos a otros que no debemos ser demasiado antagonistas, por temor de provocar algo peor que lo que estamos ansiosos de evitar» (Ver Mi diario del Concilio, entrada del 22 de Septiembre de 1961).
Notar bien, que el despreciable Congar piensa que los textos pontificios no son en ninguna manera un desarrollo y explicación del Depósito de la Revelación, sino algo ajeno e incluso opuesto a este.
       
EL TÍTULO Y LA PRERROGATIVA DE “CORREDENTORA”, NO TAN ODIADO POR LOS MODERNISTAS

Si bien el schema propuesto también incluía una definición de María como Corredentora, no fue tan combatida u odiada por los modernistas como sí lo fue Medianera de todas las gracias. La razón era porque los modernistas creían que los no instruidos podían mal entender la doctrina de la Corredención de María, y ser llevados a la herejía (Miguel y Pedro Dimond rechazan de plano el título Corredentora debido a su ignorancia culpable en todas las cuestiones teológicas). Si María es Corredentora, ¿entonces no se diría que ella ha «ofrecido a su Divino Hijo» y por ende sería considerada sacerdote? (esto abriría el camino a las “sacerdotisas” y sería radicalmente ecuménico).
   
Alrededor de 1870, la idea de vivir como víctima empezó a ganar popularidad entre varias almas generosas, especialmente en las religiosas, que se propusieron asistir a los sacerdotes con sus oraciones y sacrificios. Naturalmente, ellas pensaban en María orando y ofreciéndose por y con su Hijo, y amaban considerarla como su virgen sacerdotal o la virgen Sacerdote. Esta devoción suscitó gran entusiasmo, y a veces se expresaba en fórmulas apenas teológicas.
   
En 1873, el Papa Píos IX aprobó un libro escrito por Mons. Oswald van den Berghe titulado María y el Sacerdocio. En ella, el autor emplea el término “Virgen Sacerdote”. El Papa justificó su uso por el hecho del rol de María en el sacrificio de Jesús como divíni sacrifícii sócia (o «asociada al Divino Sacrificio»). En 1906, el Papa San Pío X concedió una indulgencia por una oración que contenía la invocación «Santa María, Virgen Sacerdote, rogad por nosotros». El Papa San Pío X explicó esta designación declarando, con San Antonino de Florencia, que, si bien María nunca recibió el sacramento del Orden, sin embargo posee tanta dignidad y gracia como se halla en el sacerdocio («quámvis sacraméntum Órdinis non accéperis, quídquid tamen dignitátis et grátiæ in ipso confértur, de hoc plena fuísti»).
   
Durante el reinado del Papa Benedicto XV, la Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio publicó un decreto diciendo:
«Después de un maduro examen, los Eminentísimos y Reverendísimos Señores Cardenales inquisidores generales del Santo Oficio han decidido el 15 de Enero de 1913 que las imágenes de la Bienaventurada Virgen María vistiendo ornamentos sacerdotales deben ser rechazadas» (8 de Abril de 1916).
En realidad, la representación en cuestión era la de una orante (esto es, una figura femenina en la pose de oración en el arte griego antiguo) que algunas personas confundían con María vestida como sacerdote.
   
A este tipo de iconografía (frecuente en los ritos orientales, pero ajena al rito latino) se refería el Santo Oficio en su decreto de 1916.
   
En 1927, el Santo Oficio se opuso a la propagación de la devoción a la “Virgen Sacerdote”. Aun cuando solo se había prohibido la imagen y la propagación de esta devoción, el Santo Oficio no era favorable a este título, porque podía conducir a los católicos mal instruidos a creer que María había recibido el sacramento del Orden o ser considerada una “mujer sacerdote”. Aun así, estos decretos del Santo Oficio en manera alguna afectaban los pronunciamientos de los Papas Pío IX y San Pío X que María era «una asociada al Divino Sacrificio» y que ella estaba enriquecida con «tanta dignidad y gracia como se encuentran en el sacerdocio».
    
Se puede ver cómo, si no se define con precisión, esta doctrina de la Corredentora podría ser objeto de aversión por parte de quienes temen que María abra el camino hacia las sacerdotisas, o manipulada para hacer que otras personas sencillas crean que las mujeres pueden ser sacerdotisas. Al darse cuenta de este doble peligro, el Santo Oficio actuó. En el Concilio Ladrón, los modernistas sabían muy bien cómo podían vender una interpretación falsa de esta doctrina en detrimento de la Santísima Madre y de los fieles. 
   
(Ver el artículo Priestly Dimension of Mary - Dimensión sacerdotal de María, del historiador John M.  Samaha, Universidad de Dayton [2000], para la información histórica usada arriba).
   
MEDANERA DE TODAS LAS GRACIAS
   
En esta sección, la prerrogativa y título Medianera de todas las gracias, dado a la Inmaculada Virgen María, será explicado para que todos puedan entenderlo, apreciarlo, y darse cuenta por qué los modernistas lo odian mucho. He compilado y condensado las obras de mariología de los teólogos Réginald Garrigou-Lagrange OP, Joseph Pohle, Raphael V. O’Connell SJ, Émile Neubert SM, y Juniper B. Carol OFM. El crédito lo tomo solamente por condensar la información de estas fuentes. Además, he evitado, en la medida de lo posible, terminología técnica teológica que necesitaría elaboración. De esta forma, espero hacer las explicaciones tan fáciles de entender como sea posible para los tradicionalistas promedio que no tengan estudios avanzados en filosofía y teología. — Introibo.
   
1. El significado de la prerrogativa
María es la única por medio de quien todas las gracias son concedidas a la humanidad. Así como nadie va al Padre sino por Jesucristo, así nadie va a Jesús excepto por Su Madre Inmaculada. Por la expresión “todas las gracias” se entiende justo eso: toda la gracia santificante, la gracia actual, las virtudes infusas, los Dones del Espíritu Santo, y todos los favores en el orden natural (en la medida que estos puedan conducir a la vida eterna) vienen a nosotros por medio de María. ¿Por qué todas las gracias vienen por medio de María? Primeramente, porque Ella por medio de su seno virginal nos dio al autor de la gracia, el Dios-Hombre Jesucristo. En segundo orden, por su participación en la Pasión de su Divino Hijo como Corredentora, Ella cooperó subordinadamente a Cristo y en virtud de Su poder, cooperó en Su obra redentora, y por tanto Ella debía tener cierto derecho a cooperar con Él en la distribución de las gracias que Él ha merecido.
   
Los protestantes objetarán que la Biblia enseña que solo existe un Mediador entre Dios y la humanidad; y es Jesucristo (ver, p. ej., 1.ª Timoteo II, 5). Con todo, aunque esto es verdad, María, como Madre de Dios y Madre de los hombres, sirve como un lazo entre las personas y su Hijo. Su mediación, lejos de disminuir o remplazar la de Cristo, resulta de Su mediación y busca completarla: es realizada bajo Cristo y en unión con Cristo de Quien recibe toda su eficacia.
   
María, por su intercesión, permite que todas las gracias fluyan a la humanidad a través del espacio y del tiempo. Aquellos que recibieron la gracia antes de la Asunción de María, la recibieron en vista de los futuros méritos de la Santísima Virgen, y desde su Asunción, todos reciben la gracia por su intercesión, Esto no significa que debemos pedirle la gracia a Dios en nombre de María, sino en cambio, sea ella invocada o no, recibimos las gracias por su intercesión.
   
2. La Sagrada Escritura indica esta prerrogativa
En Génesis III, 15 leemos: «Yo pondré enemistades entre ti y la mujer, y entre tu raza y la descendencia suya: ella quebrantará tu cabeza, y andarás acechando a su calcañar». La Santísima Virgen es mostrada íntimamente unida con Cristo en todo el proceso de la redención. Como la actual dispensación de gracia no es sino un aspecto de todo ese proceso, se sigue que María debe ser parte de él. El poder intercesor de María es mostrado en el primer milagro que Cristo realizó en Caná de Galilea (San Juan II, 1-11), y en la santificación de San Juan Bautista mientras estaba en el vientre de Santa Isabel (San Lucas I, 41). 
   
3. La Sagrada Tradición indica esta prerrogativa
No hay una mención exacta explícita de María como la “Medianera” en los primeros siglos, pero la raíz de la enseñanza estaba definitivamente con los Padres de la Iglesia:
  • San Ambrosio de Milán (c. 339-397) escribió: «María estaba sola cuando el Espíritu Santo vino sobre Ella y la cubrió con su sombra. Ella estuvo sola cuando salvó al mundo –operáta est mundi salútem– y cuando fue concebida la redención de todos –concépit redemptiónem universórum–».
  • San Efrén de Siria (c. 306-373) llamó a María la “dispensadora de todos los bienes”.
  • San Cirilo de Alejandría († 444) escribió: «Dios te salve, María, Madre de Dios, por quien todas las almas fieles son salvadas».
María, como Medianera de todas las gracias, es revelada implícitamente en los distintos títulos que la Tradición le da a María (el de Madre de Dios, poderosísima en intercesión con su Hijo; el de la nueva Eva, íntimamente asociada con el Redentor, el de Madre de todos los hombres). Además, es una doctrina explícita y formalmente afirmada por el consenso moralmente unánime de los Padres y Doctores de la Iglesia, de la predicación en toda la Iglesia, y de la Liturgia. 
    
4. El Magisterio enseña positivamente la prerrogativa por medio de los pronunciamientos papales
  • «Creemos que nada puede conducir más eficazmente a este fin, que, con la práctica de la Religión y la piedad hacernos propicia a la excelsa Madre de Dios, la Virgen María, que es la que puede alcanzarnos la paz y dispensarnos la gracia…» (Papa León XIII, Suprémi Apostolátus offício; énfasis mío).
  • «… verdadera y propiamente se puede afirmar que de aquel grandísimo tesoro de todas gracias que trajo el Señor, puesto que la gracia y la verdad por Jesucristo fue hecha (Joann. I, 17), nada se absolutamente nada se nos concede, según la voluntad de Dios, sino por María; de suerte que a la manera que nadie puede llegar al Padre sino por el Hijo, casi del mismo modo nadie puede llegar a Cristo sino por la Madre» (Papa León XIII, Octóbri mense; énfasis mío).
  • «De ahí que nunca son separables el tenor de la vida y de los trabajos de la Madre y del Hijo… Cuando llegó la última hora del Hijo, estaba en pie junto a la Cruz de Jesús, su Madre, no limitándose a contemplar el cruel espectáculo, sino gozándose de que su Unigénito se inmolara para la salvación del género humano, y tanto se compadeció que, si hubiera sido posible, ella misma habría soportado gustosísima todos los tormentos que padeció su Hijo (San Buenaventura, Sentencia 1.ª, distinción 48, ad Litt. dub. 4). Y por esta comunión de voluntad y de dolores entre María y Cristo, ella mereció convertirse con toda dignidad en Reparadora del orbe perdido (Eadmerio, De Excelléntia Virg. Maríæ, c. 9), y por tanto en Dispensadora de todos los bienes que Jesús nos ganó con Su Muerte y con Su Sangre… A su vez María, como señala San Bernardo (Sermón de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María, o “De Aquædúctu”, 4), es el acueducto; o también el cuello, a través del cual el cuerpo se une con la cabeza y la cabeza envía al cuerpo la fuerza y las ideas. Pues ella es el cuello de nuestra Cabeza, a través del cual se transmiten a su cuerpo místico todos los dones espirituales (San Bernardino, Cuaresmal del Evangelio eterno, Sermón X, art. 3, c. 3)» (Papa San Pío X, Ad diem illum lætíssimum; énfasis mío).
  • «Sabía, de hecho, [Santo Domingo], que María… tenía tanto poder sobre su divino Hijo que no le da las gracias a la humanidad sino es a través de su mediación y decisión» (Papa Benedicto XV, Fáusto appeténte die; énfasis mío).
  • «… es sabido que todo nos lo concede el Sumo y Omnipotente Dios por las manos de la Virgen» (Papa Pío XI, Ingravescéntibus malis; énfasis mío).
  • «… asociada como Madre y Ministra al Rey de los mártires en la obra inefable de la humana Redención, le está para siempre asociada, con un poder casi inmenso, en la distribución de las gracias que de la Redención derivan… Y su reino es vasto como el de su Hijo y Dios, pues que de su dominio nada se excluye» (Papa Pío XII, Radiomensaje en ocasión de la coronación de la Virgen de Fátima, 13 de Mayo de 1946; énfasis mío).

Objeción: Las gracias sacramentales son efectuadas ex ópere operáto («por la obra operada [hecha]»). Mientras el administrador apropiado usa la materia y forma correcta, con la intención de hacer lo que la Iglesia hace, el sacramento conferirá la gracia a cualquier receptor que no ponga un obstáculo (obex) en el camino. Por ende, María no es necesaria, y no dispensa las gracias sacramentales.
   
Réplica: María media la gracia sacramental en dos maneras. Remotamente, Ella nos dio a Cristo, quien como verdadero Dios y verdadero Hombre instituyó los sacramentos; y la gracia sacramental fue merecida por Ella como Corredentora junto con, y subordinadamente, a Jesucristo. En la manera próxima, tener el deseo de recibir los sacramentos, y las disposiciones apropiadas para recibirlo dignamente, son los efectos de las gracias actuales que vienen solamente por la intercesión de María Inmaculada.
    
CONCLUSIÓN
    
Es de la mayor importancia que entendamos, valoremos, y defendamos la dignidad de María, Madre de Dios. La secta del Vaticano II pone en segundo plano o niega sus prerrogativas. Ella destruyó su Santo Rosario añadiendo los “Misterios Luminosos (Illuminati)” que son antropocentristas y modernistas. Cómo puedes rezar el Rosario durante las bromas que ocurren en el servicio de pan y vino Novusordita que se burla de su Divino Hijo? Algunos “teólogos” de la secta del Vaticano II incluso se atreven a poner en duda su virginidad perpetua.
    
Un tradicionalista recitará miles de veces durante su vida la santificada frase: «Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». Si quieres que María ruegue por ti en «la hora de tu muerte», puedo pensar que no hay mejor manera de asegurar eso que defendiendo sus prerrogativas y honra ahora.

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