El obispo José Maurício da Rocha, primer ordinario de la diócesis de Braganza Paulista (Brasil) fue apartado del gobierno de su diócesis en 1967 por Pablo VI Montini, y pocos meses después, el 24 de Noviembre de 1969, murió de pesar. Tras ser depuesto de facto de la sede, nunca más volvió a presentarse en público, sino que se retiró a la granja de su familia.
Mons. Da Rocha fue ordenado sacerdote el 29 de Junio de 1908 por el obispo de Maceió Antônio Manuel do Castilho Brandão, y consagrado obispo el 20 de Julio de 1919 por el arzobispo de Salvador de Bahía Jerônimo Tomé da Silva. Inicialmente fue obispo de Corumbá, y en 1927 fue transferido a la recién creada diócesis de Braganza Paulista.
En 1962, asistió a la primera sesión del Vaticano II, regresándose poco después a Brasil. A su regreso, dijo a los sacerdotes de su diócesis: «Regresé porque está teniendo lugar un concilio del DIABLO en Roma. Ellos destruirán LA IGLESIA DE NUESTRO SEÑOR». Cinco años después, cuando le fue impuesto como administrador diocesano Mons. fray Gabriel Paulino Bueno Couto O. Carm. (primer obispo de Jundiaí), Mons. Da Rocha le dijo a los sacerdotes de su confianza: «Nunca celebréis la Nueva Misa en mi memoria… solamente la Misa de Siempre».
Para su funeral (presidido por el arzobispo de Campinas), fue revestido en ornamentos rosados.
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