En una conferencia en la Universidad Católica de América realizada el 6 de Diciembre, uno de los asistentes le preguntó al cardenal Wilton David Gregory Duncan, arzobispón de Washington DC y canciller de la mencionada institución de educación superior:
«Primero que todo, solo quiero decirle gracias por estar presente aquí esta noche. Significa mucho para mí, como una persona de la Archidiócesis de Washington, y puedo hablar de ello. Así que estoy cerca de la archidiócesis de Washington, de todos los estudiantes de la archidiócesis de Washington aquí en la [Universidad] Católica, cuán activo es aquí si asiste a los eventos del campus que realmente significan mucho para nosotros. Voy a hacer una pregunta un poco más difícil, porque es un tema candente de actualidad. Tiene mucho que ver con la diversidad en la liturgia, las diferentes formas de la liturgia. Vd. puede ver lo que viene. También sirvo como senador del primer grado, así que soy como el representante de la clase del primer grado. Con diferencia, la pregunta más común que me hacen es: “Jack, ¿por qué no tenemos la Misa Latina Tradicional en la universidad?”. Y como alguien que personalmente prefiere el Novus Ordo, y me enamoré de la iglesia por el Novus Ordo, puedo también reconocer y entender que aquellos de otras diócesis a través de Estados Unidos encontraron su fe en la Misa tradicional. Así que mi pregunta a Vd. es ¿cómo puedo responder de una manera amable y abierta sobre por qué no pueden practicar la Misa Latina Tradicional aquí en la universidad?».
A lo que él respondió:
«Tú sabes que cuando elPapaPablo VI instituyó la nueva tradición ritual, hizo una excepción con los sacerdotes mayores, y no olvides que fue uno de los primeros en Roma en celebrar la nueva Misa, el propioPapa, que hizo una excepción. Dijo (y no recuerdo exactamente la edad) que algunos de los sacerdotes mayores –ya sabes, hubiera sido demasiado para ellos– habían celebrado la Misa, la Misa Tridentina, durante sesenta años, así que hizo una excepción para ellos. Pero era su deseo, su intención, decir que cuando esa generación se fuera, entonces todos estarán en la nueva Misa.La tradición sufre una muerte lenta, a veces sangrienta. Hay un libro, un libro de historia litúrgica del autor [Theodor] Klauser, y dijo que doscientos años después de Trento, todavía había lugares que celebraban la Misa pre-Tridentina. Así que tomó todo ese tiempo.Creo que lo que elPapaFrancisco está tratando de hacer con Custódes Traditiónis [sic] es decir: mira, la celebración puede realizarse en lugares limitados. Entonces aquí en la Archidiócesis [de Washington] lo tenemos en tres lugares, y esa era una de las regulaciones. No puede ser en una misa parroquial, en una iglesia parroquial, tiene que ser en una capilla. Entonces lo tenemos a ambos, lo tenemos en el sur, en una de las parroquias que tiene una capilla, lo tenemos en el Monasterio de Tierra Santa, y está en una parroquia con una capilla en [el condado] Montgomery. Dijo que cualquiersacerdoteque desee celebrar tiene que escribir al obispo y decirle: “Acepto las reformas litúrgicas, no estoy luchando contra las reformas litúrgicas, pero me gustaría poder estar disponible para celebrar bajo estas condiciones.' Eso es para lossacerdotesque ya sonsacerdotes. Cualquiera que aún no estéordenado, pero quiera aprender a celebrar, debe escribir a Roma. Entonces, elSanto Padreestá tratando de completar lo que comenzó Pablo VI, es decir, poner un ritual –el nuevo rito– como rito dominante, pero con excepciones, modestas excepciones.Ahora, yo tengo un doctorado en liturgia. Cuando llegué a la diócesis de Belleville, mi primera diócesis, al otro lado del río desde San Luis, heredé esta tradición debido a la Ecclésia Dei [parece decir Ecclésia Diéi, (Iglesia de los días), N. del T.], que Juan Pablo II había instituido como una forma de responder al cisma del arzobispo Lefebvre. Dijo que se puede celebrar bajo ciertas circunstancias, por lo que Belleville tenía un domingo al mes en una parroquia en el centro de Belleville [donde] se podía celebrar la Misa Tridentina. Cuando llegué, había una parroquia en Cahokia (Ilinois), justo en el Misisipi, la Sagrada Familia. Tiene una gran iglesia moderna, pero mantuvo su iglesia antigua. La establecí allí todos los domingos, y cuando fui a Atlanta había una parroquia, San Francisco de Sales, en Mableton, un suburbio: estaba entregada a un grupo desacerdotes, allí se celebraban todos los Sacramentos, nunca me molesté. Cuando vine aquí, se celebró, el Cardenal [James Aloysius Hickey] lo instituyó aquí en 1988 en tres lugares, y de repente fue creciendo y estaba en ocho lugares. Así que volví al número de Hickey: uno en el norte, uno en la ciudad, uno en el sur. ¿Por qué? ¡Porque esa es [la del Novus Ordo] la liturgia de la Iglesia! Nosotros no… Si quieres pertenecer a una familia ritual diferente, puedes ser ruteno, puedes ser maronita, puedes ser melquita, pero el rito romano tiene un rito dominante, y Francisco está tratando de convertir esa en la respuesta oficial a Sacrosánctum Concílium del Concilio Vaticano II. No está prohibido, pero sí limitado».
Irónicamente, la conferencia se tituló “Celebrando la diversidad”, y míster Wilton había dicho antes:
«Incluso nuestra zona de confort católica estadounidense puede verse sacudida por la inmensidad de la familia de culturas, idiomas y expresiones del culto católico de Dios; tanta diversidad puede desequilibrar a algunas personas y, francamente, hacerlas sentir incómodas» (minuto 16:30).
y se mostró lírico acerca de cómo el “proceso sinodal” tiene sus raíces en la «capacidad de darse gracia y espacio unos a otros mientras caminan juntos, con la libertad de expresarse libremente sin juzgar» (29:44). Pero la pregunta de Jack, un novusordita confeso, «LO DESEQUILIBRÓ Y FRANCAMENTE LO HIZO SENTIR INCÓMODO».
Pero yendo a las palabras de este individuo de la camarilla del satánico Bernardin y sucesor del malhadado McCarrick, la que muestra que «sufre una muerte (no tan) lenta y muy sangrienta» es el Novus Ordo: Mientras la Tradición crece a pesar (y a causa también) de la persecución, la asistencia al Novus Ordo disminuye hasta contarse en menos de cien (y al servicio dominical), hay diócesis que han cerrado hasta la mitad de sus templos y los han vendido para pagar las indemnizaciones a las víctimas de abuso sexual clerical. Si no dinos, Wilton, «how much people received you in St. Mary Mother of God parish at Chinatown the Nov. 12, 2023 AD (N. B., That day was Sunday); and WHY WERE BARELY THIRTY PEOPLE?» [¿Cuántas personas te recibieron en la parroquia Santa María Madre de Dios en Chinatown el 12 de Noviembre del 2023 (nota bene, ese día era domingo); y POR QUÉ APENAS TREINTA PERSONAS?]. Y antes, dicha iglesia recibía hasta 400 personas.
Procesión de entrada de Wilton Gregory a la iglesia de Santa María Madre de Dios en Chinatown (Washington DC) para el Novus Ordo Missæ (domingo 12 de Noviembre de 2023).
Misa dominical de Santa María Madre de Dios en Chinatown (Washington DC) con el Rito tradicional (antes de Septiembre de 2022).
Pero claro, ese odio a la Misa Tradicional se puede entender como una consecuencia de la sodomía institucionalizada en el Vaticano II:
«Esta pestilentísima reina de Sodoma vuelve infame ante los hombres y odioso ante Dios al que obedece a las leyes de su tiranía. Ella lo moviliza en la milicia del espíritu maligno y lo obliga a luchar guerras indecibles contra Dios. Ella separa al alma infeliz de la compañía de los ángeles y, privándola de su excelencia, la toma cautiva bajo su yugo dominante. Ella despoja a sus caballeros de la armadura de la virtud, exponiéndolos a ser traspasados por las lanzas de todos los vicios. Ella humilla a su esclavo en la Iglesia y lo condena en el tribunal; lo mancilla en privado y lo deshonra en público; ella carcome su conciencia como un gusano y consume su carne como y jadea de deseo de placer. Pero, por el contrario, teme quedar expuesto, salir en público y ser conocido por los demás. ¿A quién no debe temer el que también teme al partícipe de la ruina común con terrible sospecha, no sea que el mismo que peca con él llegue a ser juez del crimen mediante la confesión, cuando no dudaría no sólo en confesar su pecado sino también en nombrarlo? ¿Aquel con quien pecó? Así como uno no puede morir por el pecado sin que el otro muera, así cada uno ofrece al otro la ocasión de resucitar, cuando él resucita.Su carne arde con la furia de la lujuria, su mente gélida tiembla con el rencor de la sospecha, y el caos ahora ruge infernalmente en el corazón del infeliz mientras lo atormentan tantas preocupaciones como lo tortura, por así decirlo, el tormento del castigo. En efecto, una vez que esta serpiente venenosa ha hundido sus colmillos en este hombre desafortunado, está privado de todo sentido moral, su memoria falla, y la visión de la mente se oscurece. Olvidando a Dios, también olvida su propia identidad. Esta plaga quita el fundamento de la fe, debilita la fuerza de la esperanza, rompe el vínculo de la caridad, destruye la justicia, mina la fortaleza, destierra la templanza y embota la agudeza de la prudencia» (SAN PEDRO DAMIÁN, Libro Gomorriano, cap. XVI “La digna condena de la indecencia nefanda”).
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