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viernes, 23 de febrero de 2024

NOVENA A NUESTRO PADRE JESÚS DE LAS TRES CAÍDAS

Novena dispuesta por un devoto de Nuestro Padre Jesús, y publicada en Sevilla por la imprenta de José Padrino en 1749.
  
ADVERTENCIAS PARA HACER LA NOVENA
El fin a que debo mirar, y he mirado en esta Novena, es la mayor honra y gloria de Dios: el mayor culto del Santísimo Cristo, y la mayor utilidad espiritual de las almas; por lo cual doy previamente los medios más eficaces para conseguir tan altos fines.
   
El primero es dar principio a la Novena confesando y comulgando, porque las obras del que está en pecado mortal, por faltarles el valor de la Gracia, no son meritorias. Esta diligencia se podrá repetir en el tiempo de esta Novena, a arbitrio del Confesor.
   
El segundo, ejercitar en los días de la Novena algún especial acto de virtud y mortificación, para que nos recuerde y haga más presente lo mucho que por nosotros padeció JESÚS. Pero no pudiendo darse en esto reglas universales para todo, podrá cada cual consultar a su Confesor, el cual, informado en particular, aconsejará lo que parezca más conveniente.
   
El tercero, que aunque esta Novena se hace en la Iglesia Parroquial del Señor San Isidoro desde el día veinte y cuatro de Diciembre, podrá cualquiera, según su devoción, hacerla en otro tiempo del año.
   
El cuarto es tener en los días de la Novena algún tiempo de Oración mental. Y es la razón: Todas las personas que hacen alguna Novena, piden en ella a Dios algún favor o el remedio de alguna necesidad, lo cual ha de venir del Cielo, que es de donde nos procede todo bien: y siendo la Oración mental la llave del Cielo, con ella abrirán fácilmente sus puertas para entrar su memorial y sacar el decreto y despacho feliz que pretenden. Con este motivo he puesto al fin nueve Meditaciones breves pero muy eficaces, deducidas de los asuntos que contienen los días de la Novena, para que sirvan de puntos para la Oración, y muevan y preparen los corazones a hacer la Novena con mayor devoción y fruto.
   
Jesucristo, por los méritos de su Santísima Pasión, haga tan fructuoso este corto trabajo, como yo deseo.
   
NOVENA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LAS TRES CAÍDAS, CUYA MILAGROSA IMAGEN SE VENERA EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SEÑOR SAN ISIDORO DE SEVILLA
   

Arrodillado ante el Santísimo Cristo, o alguna Imagen suya se persignará y luego dirá el Acto de contrición:

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, por ser Vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; y propongo con vuestra gracia de enmendarme, y de todos mis pecados os pido perdón con todo rendimiento y verdadero dolor de mi ingratitud. Y como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por vuestros merecimientos, y preciosísima Sangre. Amén.
  
DÍA PRIMERO
MEDITACIÓN
1. Considera, alma, el Divino Entendimiento empleado todo en discurrir medios para salvarte, hasta disponer que su Sabiduría misma viniese al mundo a este fin. Reflexiona con admiración el modo y eficacia con que aplicó este medio el Amor infinito de Dios, depositado en el Corazón Sagrado de Jesús. Constituyóle Pastor, y le obligó a salir en busca tuya, expuesto a injurias y oprobrios y tan grandes menosprecios como ponerle a sus pies los hombres, y rodar ignominiosamente por el suelo todo Dios. ¡Oh Jesús amabilísimo!, ¿para qué necesitas mi alma, que con tanta costa la buscas? ¿Qué pierdes en perderla? Cierto es que nada.
   
2. Considera por ilación de lo dicho, que siendo tan miserable el hombre, y su alma criada de la nada, el altísimo fin para que Dios la creó, la eleva a tanta dignidad que de esclava pasa a ser hija, de indigna a digna de la estimación de Dios, y de la nada a contrapesarse con toda la Sangre y méritos de Jesús. ¡oh, qué alhaja tan preciosa es tu alma, Cristiano, pero qué despreciada de ti! ¿Es posible que Dios la antepone a los desprecios, las afrentas y su misma vida, y tú la pospones y tienes en menos que el vil deleite, la honra vana, el vicio y la iniquidad? Abre los ojos de la consideración a la luz de este cotejo, y viendo lo que vale tu alma, cuidarás de ella como debes.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA PRIMERO
Dulcísimo Jesús, vigilante Pastor de las ovejas perdidas de nuestras almas, a quien el amor de tu Divino Corazón obligó a salir con el cayado de la Cruz en busca suya por las malezas y pedregales del Mundo, exponiendo tu Sagrado Cuerpo al cansancio y repetidas caídas por recogerlas en el redil de tu Divino Pecho. Concédenos, Señor, un aprecio grande de nuestras almas, para que así sea nuestro cuidado dirigirlas al alto fin para que las criaste, que es tu santo servicio, y seamos dignos del favor especial que ahora os pedimos. Amén.
   
INVOCACIONES
¡Oh Divino Jesús!, a quien el amor de vuestro abrasado Corazón obligó a tomar sobre vuestros hombros el inmenso peso de nuestros pecados: Suplícoos, en reverencia de la primera caída que disteis con la Cruz a cuestas, despertéis en mi memoria, con el vivo fuego de vuestro Deífico Corazón, una presencia continua de los beneficios que os debo, para que no me arrastren los bienes fingidos del mundo, ni caiga en el abominable caos del desagradecimiento e ingratitud. Amén. Padre nuestro y Ave María.
   
¡Oh Divino Jesús!, a quien el amor de vuestro abrasado Corazón obligó a tomar sobre vuestros hombros el inmenso peso de nuestros pecados: Suplícoos, en reverencia de la segunda caída que disteis con la Cruz a cuestas, iluminéis mi entendimiento con los rayos de vuestro Deífico Corazón, para que descubriendo las astucias todas del demonio, no caiga en sus redes y lazos. Amén. Padre nuestro y Ave María.
   
¡Oh Divino Jesús!, a quien el amor de vuestro abrasado Corazón obligó a tomar sobre vuestros hombros el inmenso peso de nuestros pecados: Suplícoos, en reverencia de la tercera caída que disteis con la Cruz a cuestas, encendáis mi voluntad con las llamas de vuestro Deífico Corazón, para que elevado en ellas mi amor a solo Vos, no dé con él en el vil y asqueroso cenagal de los deleites y apetitos de la carne. Amén. Padre nuestro y Ave María.
   
ORACIÓN
¡Oh Amantísimo Jesús y Padre mío! Por las fatigas y dolores de tu Cuerpo Sacrosanto, debilitado con indecibles tormentos y arrojado en tierra, para ser pisado de unos viles sayones, y mucho más por las ansias de tu amoroso Corazón por la salvación de los hombres, y por la Purísima Concepción y acerbísimos Dolores de vuestra Madre y nuestra María Santísima, y por la intercesión de los Espíritus Angélicos y Bienaventurados de la Gloria: Os suplicamos y pedimos humildemente la exaltación de la Iglesia Católica, el aumento feliz de los Príncipes Cristianos, el alto conocimiento de nuestra Fe en los infieles, y en todos nosotros un eficaz deseo de purificar hermosamente nuestros corazones, y unirlos perfectamente con el tuyo en el adorable Sacramento de la Eucaristía, donde nos comuniques un ternísimo aprecio y devoción fina de tu Pasión Santísima, con cuya continua memoria sea tu Vida nuestra misma vida, y aseguremos una dichosísima muerte, con la que pasemos a gozaros en la Gloria. Amén.
   
ELOGIOS A JESÚS
   
En devoción encendidas
Las gentes digan con gozo:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si con esa cruel Corona
Que a Tus sienes da tormentos,
Mis soberbios pensamientos
Tu encendido amor perdona;
Mis voces agradecidas
Repitan con alborozo:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si esa Cruz de mi pecado
Ha abrazado Tu inocencia,
Para que por Tu clemencia
Quedase yo perdonado;
Mis esperanzas perdidas
Vivan, y diré gozoso:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si rodando por el suelo
Eres vilmente pisado,
Porque yo sea elevado
A Cortesano del Cielo;
Por gracias tan repetidas
Diré siempre fervoroso:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si aquese llanto, que vierte
Tu afligido Rostro, enseña
Que aquel que en llorar se empeña
Se libra de eterna muerte;
Con tu Doctrina instruidas
Son mis voces sin reposo:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si pronta a aliviarte veo
De un Cirineo la acción,
También con la compasión
Quiero ser tu Cirineo,
Y conmigo repartidas
Tus penas, cantaré airoso:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si veo que arrodillado
Me pides el corazón:
¡Ay de mí!, ¿con qué razón
Ingrato Te lo he negado?
De injurias tan repetidas
Por paga, repito ansioso:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
Si Te entregas al penar
Todo por amor de mí,
¿Qué cosa no haré por Ti
Para poderte pagar?
Quisiera tener mil vidas
Con qué decir sin rebozo:
Viva el Padre milagroso
Jesús de las Tres Caídas.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
  
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera, alma, la gravedad de una culpa mortal, y los efectos horrorosos que causa. Rebela a la criatura contra Dios, negándole la obediencia que como a Criador y Padre Le debe, haciéndola vil esclava del demonio. Le hace perder a Dios y su gracia, y que aquel Señor, cuyo amor a los hombres es infinito, los aborrezca y tenga por Sus enemigos. Un solo pecado fue, y es, la causa de cuantas muertes, guerras, enfermedades, trabajos, malos temporales, infortunios y miserias han sucedido y sucederán el Mundo; y lo más es, las culpas fueron los verdugos de Jesús, y son las que continuamente repiten su Pasión.
   
2. Considera ahora, que después de tanta ingratitud y menosprecio, y de haber dado tantos y tan graves motivos para irritar a la Divina Justicia, excede y sobrepuja a tu maldad el amor del Divino Corazón de Jesús. Mírale con todas tus iniquidades sobre su Hombros, no enojado, sí misericordioso, arrodillado a tus pies, pidiéndote con lágrimas que Le ames y no Le ofendas. ¡Oh Caridad de Jesús! ¿El ofendido solicita la amistad del que le ofende? ¿Dios busca al hombre? ¿El hombre conjurado contra Dios, y Dios pretendiendo el amor del hombre? ¿El hombre atropellando por su gusto a Dios; y Jesús a los pies del hombre, padeciendo y llorando por él? ¿Y tendrás corazón en este lance para volver las espaldas a Jesús? Dirás que no. Pues no Le ofendas.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA SEGUNDO
¡Oh Divino Jesús!, que para alumbrar como Luz universal del Mundo aun al pecador más ciego por sumergido y sepultado en vicios, Te postraste amante en la misma tierra, comunicándole íntimamente el resplandeciente fuego de tu Corazón Santísimo: Enviad, Señor, un rayo de esa luz a mi entendimiento, para que conociendo la gravedad de la culpa, la aborrezca de todo corazón, y así merezca conseguir la gracia que ahora Os vengo a pedir. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.

DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera, alma, la gravedad de una culpa mortal, y los efectos horrorosos que causa. Rebela a la criatura contra Dios, negándole la obediencia que como a Criador y Padre Le debe, haciéndola vil esclava del demonio. Le hace perder a Dios y su gracia, y que aquel Señor, cuyo amor a los hombres es infinito, los aborrezca y tenga por Sus enemigos. Un solo pecado fue, y es, la causa de cuantas muertes, guerras, enfermedades, trabajos, malos temporales, infortunios y miserias han sucedido y sucederán el Mundo; y lo más es, las culpas fueron los verdugos de Jesús, y son las que continuamente repiten su Pasión.
   
2. Considera ahora, que después de tanta ingratitud y menosprecio, y de haber dado tantos y tan graves motivos para irritar a la Divina Justicia, excede y sobrepuja a tu maldad el amor del Divino Corazón de Jesús. Mírale con todas tus iniquidades sobre su Hombros, no enojado, sí misericordioso, arrodillado a tus pies, pidiéndote con lágrimas que Le ames y no Le ofendas. ¡Oh Caridad de Jesús! ¿El ofendido solicita la amistad del que le ofende? ¿Dios busca al hombre? ¿El hombre conjurado contra Dios, y Dios pretendiendo el amor del hombre? ¿El hombre atropellando por su gusto a Dios; y Jesús a los pies del hombre, padeciendo y llorando por él? ¿Y tendrás corazón en este lance para volver las espaldas a Jesús? Dirás que no. Pues no Le ofendas.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA SEGUNDO
¡Oh Divino Jesús!, que para alumbrar como Luz universal del Mundo aun al pecador más ciego por sumergido y sepultado en vicios, Te postraste amante en la misma tierra, comunicándole íntimamente el resplandeciente fuego de tu Corazón Santísimo: Enviad, Señor, un rayo de esa luz a mi entendimiento, para que conociendo la gravedad de la culpa, la aborrezca de todo corazón, y así merezca conseguir la gracia que ahora Os vengo a pedir. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.

DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera, alma, a Jesús derramando lágrimas por ti, y llorando tus culpas desde el Pesebre hasta el Calvario. ¿Qué no le costó el perdón de tus pecados? Frío, hambres, desnudez, pobreza, persecuciones, afrentas, menosprecios, tormentos y muerte. Mas, siendo sus obras, todas y cualesquiera de ellas, de infinito valor y mérito, ¿cuántas presentó en el Tribunal del Eterno Padre para aplacar su justo enojo? Hasta comparecer como reo en su acatamiento con nuestras iniquidades sobre sus Hombros, y para más mover sus misericordias, arrodillado pedirle con lágrimas por nosotros. ¡Oh, lo que le debes a Jesús, alma mía! ¡Oh, amor del Corazón amantísimo de Jesús!
   
2. Pues, Cristiano, si a Jesús costó tanto tu salvación, si tanto trabajó para conseguirte el perdón, y con tantas lágrimas lo compró, ¿cómo tú piensas ser perdonado, sin hacer una obra buena? ¿Cómo no lloras? ¿Cómo no clamas? ¿Cómo no te postras a los pies del Confesor como reo, a pedir arrepentido la absolución? Si dejas el llorar tus culpas para la hora de la muerte, considera que no sabes cuándo será esa hora, ni si en ella lo podrás hacer; y dado que todo suceda como quieres. ¿será fácil con tanta brevedad, y con obras tan poco fervorosas, merecer el perdón de tus pecados, habiendo trabajado toda su vida Jesús por el perdón de los ajenos con obras de valor infinito? No pierdas el tiempo, Cristiano, que todo es poco para llorar tus culpas.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA TERCERO
¡Oh Jesús de mi vida y Médico de mi alma!, que arrodillado en el acatamiento de tu Eterno Padre, con encendidas y amorosas ansias de tu Corazón solicitaste el remedio de nuestras espirituales dolencias con la medicina Divina de tus lágrimas: Haced, Señor, que llore yo en la Confesión, con verdaderas lágrimas mis culpas, para lograr así la perfecta salud de mi alma, y el feliz despacho de la petición que ahora Os hago. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.

DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera, alma, qué son los bienes y honras del Mundo en la aceptación Divina. Los cetros en las manos de Dios son una frágil caña: Las coronas tiene su sagrada Cabeza por agudas y penetrantes espinas. Las sillas y doseles de los empleos y dignidades, por una Cruz y carga tan pesada, que aun puesta en un Hombre-Dios, le hace dar en tierra: Las riquezas por tan despreciables, que las arroja muy lejos de Sí, y tú todo empleado en atesorar riquezas, en adquirir dignidades y encontrar empleos. ¡Oh perjudicial ambición del hombre, que a tantos ha hecho caer en el abismo!
   
2. Dime, Católico, o piénsalo despacio: Jesucristo, como Dueño absoluto, ¿no tenía de su mano todas las cosas? ¿Su infinito entendimiento no conocía perfectísimamente lo bueno, distinguiéndolo de lo malo, y entre lo bueno lo mejor? ¿Su Corazón Santísimo no debía elegir lo más perfecto? Nada puedes negar sin faltar a la Fe. Luego, si amó la pobreza, si quiso el padecer, si abrazó la Cruz; la Cruz, la pobreza y el padecer es lo mejor. Si huyó los aplausos, si no quiso las dignidades; las dignidades y aplausos son despreciables; y así, si Dios te las ha dado, gózalas, pero despegando de ellas tu corazón, y advirtiendo que son una carga y obligación de que has de dar cuenta estrecha a Dios..
   
ORACIÓN PARA EL DÍA CUARTO
¡Oh Amado Jesús!, a quien tu Sagrado Corazón, para manifestarte la misma Verdad, puso sobre tus lastimados Hombros la Cruz, que era el sitial de tu Imperio, pero como carga tan pesada, que Te hizo dar en tierra repetidas veces: Concédeme, Señor, que conozca por aparentes y falsos los bienes y honras del Mundo, para que despreciándolos como verdaderos males, merezca la gracia que pretendo y Os pido. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.
   
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera, Cristiano, la Suprema Majestad de Dios Criador, Conservador y Dueño de todas las cosas, cuya Esencia es infinita e incomprehensible, en quien están las perfecciones todas posibles en grado eminentísimo: pues esta Grandeza, esta Dignidad y Perfección toda está en Jesucristo Dios y Hombre: de todo es Dueño y Depósito el Corazón Divino de Jesús; y bien, ¿cómo usó de tanta Soberanía y Grandeza este Señor? Oh Fieles, abrid los ojos del alma, y miradlo con la consideración y compasión, despreciado, herido, maltratado, pospuesto voluntariamente a Barrabás, tenido por Rey de burlas, y rodando por el suelo a los pies de los sayones, tratado como malhechor.
   
2. ¡Oh confusión nuestra! Jesús, Señor Omnipotente, Dueño de la Muerte y la Vida, permite ser entregado a la voluntad delos judíos para ser escarnecido; y yo, vil gusano, ¿sentiré una levísima falta de mi prójimo' Jesús Santísimo, y la misma Santidad, sufre se tenido por facineroso y embustero; y yo, vilísimo pecador, ¿no disimularé la más pequeña falta de estimación? Jesús a los pies de los hombres, ¿y los hombres queriendo soberbiamente poner a los prójimos, y aun al mismo Dios, atropellando su Ley Santa? ¡Oh, qué engaño tan lamentable! ¡Pretender el hombre con la soberbia su exaltación, cuando la infinita sabiduría de Dios eligió por medio para su mayor gloria anonadarse! Muda de dictamen, si quieres imitarle y acertar.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA QUINTO
¡Oh Pacientísimo Jesús!, a quien el amor de tu Corazón a los hombres postró, como mansísimo Cordero, a los pies de los verdugos y sayones, tus enemigos declarados, a vista del Pueblo todo de Jerusalén: Concédeme, Ejemplar admirable de humildad, aprenda de Vos a sufrir las injurias, afrentas e impertinencias con una perfecta igualdad de ánimo e interior tranquilidad, para que así sea digno del favor que ahora Os suplico. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.
    
DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera la Santidad, Perfección y fineza del amor que Dios te tiene. Como Santo mira a lo mejor, como Perfecto pone los medios más eficaces, y como Fino se emplea todo a favor tuyo. Pues, alma, si cuanto Dios dispone viene regulado y determinado por este amor, ¿cómo rehúsas hacer la voluntad de Dios? ¿Cómo con tanta repugnancia recibes la Cruz que Dios te ofrece? ¿Cómo tan impaciente en los trabajos, quebrantos, mortificaciones y acaecimientos que Dios te ordena? Mucho te conviene, pues el Corazón amante de Jesús te lo da. Recíbelos con gusto.
   
2. Pesa con la consideración cuanto tienes que sentir y padecer. Las enfermedades del cuerpo, la pobreza, tus obligaciones, las impertinencias de tus domésticos, lo que te mortifican los extraños, las congojas de tu espíritu y los desconsuelos de tu alma. Ponlo todo en una balanza, y en la otra las Llagas de Jesús, su desnudez, la carga de tus culpas, el desamparo de sus Discípulos, el maltratamiento de los judíos, las ansias y congojas de su Corazón. ¿No es cierto que pesa más esta balanza que la otra? No lo puedes negar. Pues todo eso tomó Jesús sobre Sí por ti con grandísimo gusto, solo por saber era voluntad de su Eterno Padre. Y tú, por tu misma utilidad, por satisfacer por tus culpas y merecer la Gloria, ¿no te conformarás con la Divina Voluntad, en cuanto de ti ordenare? Pues mira que lo yerras.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA SEXTO
¡Oh Jesús Santísimo!, que aun conociendo que el inmenso peso de nuestros pecados, figurados en ese Madero de la Cruz, Os había de rendir y hacer caer en tierra, le recibisteis con todo vuestro Corazón y sin la menor repugnancia sobre vuestros Hombros por obedecer el precepto de vuestro Eterno Padre: Sed, Señor, mi Director, enseñándome con tu auxilio a obedecer prontísimamente a todos mis Superiores, para que así consiga favorable despacho de lo que ahora Os pido. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.
   
DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considérate, Cristiano, como un pretendiente que eres de la Gloria. El pretendiente pone toda su confianza en su Patrono y Favorecedor: a este complace y da gusto, y por no faltarle en cosa que le desagrade y le pueda retraer la abogacía, atropella por todo y a la voluntad de este pospone la de los demás. Poco sentirá desagradar a otros si logra complacer a su Abogado. Pues, alma, tu Abogado, Patrono y Favorecedor es Jesús. ¿Cómo, pues, por respetos de tierra, por máximas mundanas y por un qué dirán, te pones a lance de desagradar a Dios y retraer su Misericordia?
   
2. Considera más: ¿Cuánto es lo que te puede dar un Padre Omnipotente, en cuyo Corazón reside un amor inmenso, que le mueve a emplear su Poder en favorecerte? Más, ¿qué es lo que no te podrá dar y dará un Corazón infinitamente amante y Omnipotente? Y el Mundo con sus máximas, y los hombres con sus reparos y murmuraciones, y nuestros enemigos todos con sus dificultades, ¿qué te ofrecen, ni pueden dar? Nada. Pues no dejes el camino que te lleva a Dios: No desistas de la pretensión de servirle, en que tanto consigues, por máximas, reparos y dificultades que nada valen. Atiende a lo que te tiene cuenta.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA SÉPTIMO
¡Oh Padre amoroso, que en alas de tu Corazón Divino seguiste el camino del Calvario, que te llevaba al Eterno Padre, a costa del maltratamiento y caídas de tu Sagrado Cuerpo! Concédeme, Señor, que con constancia rompa por las dificultades todas que el Mundo propone, para que así consiga ser tu verdadero Discípulo, y la gracia que de tu piedad espero en esta Novena. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.
   
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. Considera, alma, el favor que sería conceder un Monarca su familiaridad y frecuente trato a uno de sus esclavos. ¡Qué consuelo es para el afligido desahogar sus penas con un amigo de confianza! ¡Qué alegría para el necesitado y pobre brindarle la amistad de un poderoso que le socorra! Pues, Cristiano, Dios es el Rey de Reyes y Señor de Señores: es el Amigo más fiel y el infinitamente Poderoso. Tú su esclavo, que ni aun el serlo mereces: el afligido, el pobre y el necesitado. Pues, ¿cómo no comunicas y tratas continuamente con Él? ¿Por qué no le tienes presente en tu memoria, para hablarle afectuosamente con el corazón? De tu olvido de Dios nace el poco o ningún adelantamiento de tu alma.
   
2. Considera más lo fácil que es este trato familiar de Dios; así por lo que se nos brinda con el amor de su abrasado Corazón, como por lo pronto y presente que su Inmensidad lo tiene en todo lugar. ¿Dónde estarás, que no esté Dios contigo? ¿En qué te ejercitarás, a que Dios no te ayude? ¿Qué hablarás, que Dios no oiga? ¿Qué mirarás, a donde Dios no veas? ¿Cuándo Dios se aparta de ti? Pues si Dios está siempre contigo, si siempre te está cuidando y ayudando: si te tiene siempre en su entendimiento y te está siempre amando, ¿por qué tú, a ley si quiera de buena correspondencia, no le tienes siempre presente en tu entendimiento, para conocerle y adorarle, y en tu corazón para amarle y no ofenderle? Ten tu alma siempre en Dios, y vivirás con seguridad, alegría y quietud.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA OCTAVO
¡Oh Jesús de mi alma, que entre la algazara de tus enemigos y el tropel de las injurias, rodando a los pies de los hombres, conservaste tu espíritu recogido en el Sagrado retiro de tu Corazón, desde donde exhalabas tu amor en lágrimas y suspiros, orando a tu Eterno Padre por la salvación de las almas. Sed, perfectísimo Maestro de Oración, quien me enseñe a recoger mis sentidos y potencias entre el bullicio del Mundo y el tropel de mis obligaciones, para que así siempre esté mi espíritu en Vos como en su centro, y esté pronto a recibir el favor que ahora Os suplico. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.
   
DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición.
   
MEDITACIÓN
1. El más poderoso motivo del amor son las prendas y perfecciones, porque como el objetivo de la voluntad es lo bueno, cuanto más digna se considera la cosa, tanto más lleva a sí el cariño. ¡Oh, qué Objeto tan bueno es Dios! Ay, ¿ni puede haber otro mejor? ¿Otro más Santo? ¿Otro más perfecto? ¿Otro más digno? Pues, ¿de qué nace que le ames tan poco o nada? ¿Que tanto le desprecies con culpas, y con tanta tibieza le sirvas? De que no consideras su Bondad, de que no pones el cuidado en conocerle. Pues piensa atentamente quién es Dios para amarle, que no puedes emplear mejor tu entendimiento y voluntad.
   
2. Otro motivo poderoso del amor son los beneficios: Porque, ¿quién será tan ingrato que no ame a quien le favorece? Considera ahora qué criatura ha hecho por ti un ápice de la menor fineza que a Dios debes. Te creó, te colocó en su Iglesia por los méritos de su Hijo, que en busca tuya vino al Mundo, sujeto a las humanas miserias, con tanto peso de amor que le hizo dar en tierra, deshecho con tormentos tales que le quitaron la vida dando toda su Sangre para redimirte. Por estos méritos se abrió la puerta del Cielo, y vienen a tu alma continuas y eficaces inspiraciones y auxilios, para que obres bien. Y no satisfecho su amante Corazón con tantos beneficios, se quedó contigo en Cuerpo y Alma en el adorable Sacramento del Altar para tu espiritual alimento. ¿Y no amarás a quien tanto te ama? ¿Serás tan ingrato a quien tanto te favorece? ¿En qué ha desmerecido Dios tu amor? ¿En qué te ha faltado su cariño? En nada. Pues ámalo tiernamente.
   
ORACIÓN PARA EL DÍA NOVENO
¡Oh Jesús amantísimo!, a quien el inmenso peso de amor de tu Corazón, más que el de la Cruz, os arrojó a la tierra, para más uniros con nosotros: Dadme un ardentísimo amor tuyo, para que con vivas ansias me disponga dignamente a recibiros en el admirable Sacramento del Altar, y a recibir la gracia que Os he pedido en esta Novena. Amén.
   
Después se dirán las Invocaciones «¡Oh Divino Jesús…», y todo lo demás como el día primero.
  
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CARTA DE ESCLAVITUD AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
A honra y gloria del Sagrado Corazón de Jesús Sacramentado, y en desagravio de las ingratitudes, ofensas y desprecios que de los hombres injustamente recibe en la Eucaristía, sepa el Cielo y también la Tierra cómo yo N., con toda voluntad y para mi mayor honra, escrituro mi corazón por Esclavo del Corazón dulcísimo de Jesús, para que como Esclavo le sirva, no queriendo, deseando ni haciendo otra cosa que lo que fuere del agrado y voluntad del Corazón de Jesús, a quien quiero, que en todo obedezca como a su único Dueño y Señor, por ser este especial medio para conseguir fácilmente la más alta perfección, y aunque conozco que lo que de nosotros desea, y con lo que perfectamente se contenta el amor de su Corazón es nuestro corazón, no obstante por cuanto considero el mío el más indigno, el más ingrato y el que más le ha ofendido, para que yo consiga lo admita, a lo menos, por esclavo de sus Esclavos, me valgo del empeño de la Purísima Madre de Dios y mía MARÍA Santísima, concebida en gracia y justicia original, de los nueve Coros de los Ángeles, de los especiales amantes de su Corazón amorosísimo San Juan Evangelista, el dulcísimo San Bernardo, San Buenaventura, San Francisco de Sales, San Luis Gonzaga, Santa Gertrudis, Santa Teresa de Jesús, Santa Catalina de Siena, Santa Juliana Falconeri, Santa Margarita María y demás Santos y Bienaventurados de la Gloria, a quienes humildemente pido me fíen con sus méritos en esta obligación, y tengan por bien ser testigos de esta mi Carta de Esclavitud al Corazón de Jesús, que es hecha en L. a D. de M. de A.
  
El más indigno Esclavo de los Esclavos del Corazón de Jesús, que arrodillado lo venera como a su único Dueño y legítimo Señor. N. N.
     
LAUS DEO.

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