«Un día (escribe su biógrafo fray Domingo María Sandrini OP, Libro 2.º, cap. II, pág. 156) que Catalina fue llevada en espíritu a Alemania, donde vio a esa gran nación devastada por la herejía de Lutero bajo la apariencia de unos vastos tramos de tierra llenos de enormes serpientes, y con terribles bestias imaginarias, todas dispuestas a volver la tierra en pedazos, los cuales separaban de la patria, como las extremidades pueden ser despiezadas del cuerpo. En otra ocasión, el Espíritu de Dios la causaba que fuese sucesivamente a todos los puntos en Europa que la gran herejía había atacado secretamente. Cuando ella llegó a las ciudades de Italia, la gran propagación del contagio entre ellas, ella lanzó un grito de horror y sorpresa: “¡Oh Dios mío, si todos aquellos que son herejes en su corazón profesaran públicamente sus errores, el número de los fieles sería realmente pequeño!”.
Los archivos del convento nos cuentan que frecuentemente la Santa Iglesia se la aparecía cubierta simbólicamente con llagas horribles y desfigurantes; y que ella gritaba, con gemidos y lágrimas: “¡Ah, mi divino Esposo, os encomiendo toda vuestra Iglesia y vuestra misericordia! ¡Oh, cuántos judases están profanándola y traicionándola! ¿Por qué, por qué deberíamos guardar más silencio? ¿Por qué no decir la verdad a viva voz? Oh Señor, Señor, renovad a esta pobre Iglesia, la cual Os pertenece, pero en la cual ahora no podéis hallar ninguna forma de la Iglesia!”, u otras al efecto (Cartas y Documentos, pág. 110)».
FLORENCE MARY CAPES, St. Catherine de’ Ricci: Her Life, Her Letters, Her Community (Santa Catalina de Ricci: Su vida, sus cartas, su comunidad). Londres, Burns & Oates, c. 1905, págs. 125-126. Nihil Obstat del Canónigo James Spencer Northcote S.Th.D., Vice-censor; Imprimátur de Mons. Francis Bourne, Arzobispo de Westminster.
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