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jueves, 29 de agosto de 2024

LA DECADENCIA DEL CARMELO DE LISIEUX


El Carmelo de Lisieux, donde vivió Santa Teresita del Niño Jesús y la Santa Faz y en cuya capilla está enterrada, lucha por sobrevivir.
    
Desde su fundación en 1835, el convento nunca ha sido un modelo de vida carmelita, sobre todo después del Concilio Vaticano II. Lleva varios años sin vocaciones.
    
El convento no cierra, pero ha anunciado cambios importantes, escribió John Horvat en The Imaginative Conservative el 12 de Agosto.
   
Se une a la Federación Teresa-Isabel de las Carmelitas de Francia-Norte, una federación carmelita que reúne a 32 fundaciones carmelitas de Francia, Bélgica, Suiza, Hungría y Rumanía para «promover la comunión y la ayuda mutua».
   
Al poner en común sus recursos, la asociación permite a los conventos miembros en dificultades cierta flexibilidad frente al declive.
   
En el caso del convento de Lisieux, quedan 14 hermanas. Está previsto que ocho hermanas ancianas se marchen y sean internadas en residencias. Sólo quedarán seis hermanas para garantizar la continuidad del convento.
   
Debido a las supuestas dificultades para funcionar con seis hermanas, se modificará el horario de las carmelitas. Según Horvat, las monjas ya no tendrán que cantar laudes y vísperas en coro (sic).
   
Así, en lugar de seguir el camino de la disciplina y la renovación, se introducirá más laxitud, lo que desalentará aún más las vocaciones.
   
La presidenta de la Federación Carmelita, María Gabriela de la Santa Cruz Couplei, será [formalmente] la superiora del convento, aunque no vivirá en Lisieux. Estará “asistida” por una superiora local que supervisará las actividades diarias.

Sor María Gabriela de la Santa Cruz afirma que los cambios permitirán un periodo de pausa «para reflexionar sobre el futuro del Carmelo y de la comunidad que lo habitará» (como si hiciera falta mucha “reflexión” para comprender las razones del declive).

Si las monjas siguen negándose a vivir la vida carmelita original, el Carmelo de Lisieux cerrará y se convertirá en una especie de museo para los peregrinos que lo visiten. Si las monjas retornaran al catolicismo e introdujeran el rito romano que se celebraba en la época de Santa Teresita, el Carmelo se llenaría en cuestión de meses.

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