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martes, 3 de septiembre de 2024

BEATO BARTOLOMÉ GUTIÉRREZ, MÁRTIR

«Ten cautela en no dejarte abatir por la  adversidad ni envanecer por la prosperidad» (Santa Clara)
   

Bartolomé Gutiérrez Espinosa nació en México en 1580, hijo de Alfonso Gutiérrez y su esposa Ana Rodríguez de Espinosa. Fue bautizado el 4 de septiembre de 1580 en la Parroquia del Sagrario Metropolitano. Muy joven entró en la Orden de San Agustín. Hizo su profesión religiosa el 1 de junio de 1597. Siguió sus estudios sacerdotales en el convento de Yuriria de Michoacán, centro de estudios floreciente y alejado del bullicio de la capital. Una vez ordenado sacerdote fue trasladado al convento de Puebla. Pidió a sus superiores ser enviado a las misiones de Filipinas. Sus compañeros, en broma, le decían que no podría soportar las penalidades de las misiones, pues era muy obeso. «Tanto mejor –respondía con gracia–, así habrá más reliquias que repartir cuando muera mártir, porque algún día iré a Filipinas y de allí a Japón donde moriré por la Fe de Cristo».
   
Con Fray Pedro Solís, viajó en 1606 a Manila donde ocupó el puesto de maestro de novicios durante seis años. Por fin, en 1612, se embarcó para Japón. Allí ejerció su ministerio como prior de Usuki hasta que el emperador Taicosama [el regente Toyotomi Hideyoshi] expulsó a los misioneros. Bartolomé regresó a Manila, pero a petición de sus fieles, al cabo de cinco años pudo volver disfrazado a Japón con Pedro de Zúñiga y Velasco, donde trabajó quince años. Al fin, traicionado, lo aprehendieron, y después de muy crueles suplicios, lo hicieron morir a fuego lento en Omura, el 3 de septiembre de 1632. Escribió una narración sobre los mártires de Japón en 1622. Fue beatificado el 7 de Mayo de 1867 por el Papa Pío IX.

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