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jueves, 10 de octubre de 2024

MES DE LOS SANTOS ÁNGELES – DÍA DÉCIMO

Dispuesto por el padre Alejo Romero, y publicado en Morelia en 1893, con licencia eclesiástica.
  
MES DE OCTUBRE, CONSAGRADO A LOS SANTOS ÁNGELES, EN QUE SE EXPONEN SUS EXCELENCIAS, PRERROGATIVAS Y OFICIOS, SEGÚN LAS ENSEÑANZAS DE LA SAGRADA ESCRITURA, LOS SANTOS PADRES Y DOCTORES DE LA IGLESIA.
 
ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Soberano Señor del mundo, ante quien doblan reverentes la rodilla todas las criaturas del cielo, de la tierra y del infierno; miradnos aquí postrados en vuestra divina presencia para rendiros los homenajes de amor, adoración y respeto que son debidos a vuestra excelsa majestad y elevada grandeza. Venimos a contemplar durante este mes las excelencias, prerrogativas y oficios con que habéis enriquecido en beneficio nuestro a esos espíritus sublimes que, como lámparas ardientes, están eternamente alrededor de vuestro trono, haciendo brillar vuestras divinas perfecciones. Oh Sol hermoso de las inteligencias, que llenáis de inmensos resplandores todo el empíreo, arrojad sobre nuestras almas un destello de esos fulgores, a fin de que, conociendo la malicia profunda del pecado, lo aborrezcamos con todas nuestras fuerzas, y se encienda en nuestros corazones la viva llama del amor divino, para que podamos camina por los senderos de la virtud, hasta llegar a la celestial Jerusalén, donde unamos nuestras alabanzas a las de los angélicos espíritus y bienaventurados, para glorificarlos por toda la eternidad. Amén.
   
DÍA DÉCIMO – JERARQUÍAS DE LOS ÁNGELES
   
MEDITACIÓN
PUNTO 1º. Considera, alma mía, que, así como en el mundo visible están distribuidos los seres en tres ordenes o reinos distintos, a saber, el orden de los cuerpos inorgánicos, el orden de los vegetales y el orden de los animales, así también de un mundo semejante y mucho más perfecto en el mundo invisible o angélico hay tres grandes ordenes o jerarquías en que se hallan distribuidos todos los Ángeles. No podía ser de otra manera, pues siendo los Ángeles, distintos en especie, y elevándose y aumentándose su perfección gradualmente desde el ínfimo hasta el supremo, era necesario colocarlos en algunos grandes grupos o multitudes ordenadas por Dios, que es su príncipe, y según sus dones de naturaleza y gracia, a fin de conocer mejor sus oficios y ministerios propios, siquiera sea en común, ya que a nuestra débil razón es imposible conocer en particular el ministerio y oficios de cada Ángel. Por tanto, cada multitud o porción de Ángeles ordenada por Dios su príncipe, es un sagrado principado o jerarquía. Mas como tres son los modos distintos con que pueden ordenarse estas muchedumbres de espíritus, por esto son solo tres las jerarquías angélicas, las cuales como tres triplicados círculos inmateriales rodean la esfera del supremo Inteligible, y llenan los abismos que lo separan de nuestra pequeña grandeza Imaginaos un ojo que viese todos los colores con todos sus matices en la luz del sol, otro que no viese los colores compuestos sino en los colores simples e irreducibles; otro que no viese los matices sino viendo cada color determinado en tal manera y en tal composición; he aquí los diversos grados del conocimiento angélico. Así, pues, los Ángeles de la primer jerarquía no ven las eternas razones de las cosas sino en la luz o principio universal que es Dios, al cual se acercan inmediatamente colocándose en los vestíbulos del Santuario de la Divinidad. Los espíritus de la segunda jerarquía ven estas razones en la luz múltiple de las causas universales criadas. Los Ángeles de la tercera jerarquía ven las mismas razones en la aplicación o determinación de estas causas universales a efectos singulares. De esta manera es como se distinguen las tres jerarquías por parte de la multitud ordenada; pero por parte de Dios que es príncipe no solo de todos los Ángeles, sino dé los hombres y de toda criatura, una sola es la jerarquía universal.
 
PUNTO 2º. Considera, que siendo cada jerarquía una multitud de espíritus celestiales ordenada bajo el gobierno del Príncipe, necesariamente debe haber diversas órdenes en cada jerarquía; pues de lo contrario sería dicha multitud confusa y no ordenada. Esta diversidad de órdenes se considera según los oficios y actos que desempeñan los Ángeles; pues, así como en una ciudad regida por un superior, uno es el orden de los gobernantes, otro el del pueblo inferior y otro el del pueblo honorable; así también en cada jerarquía hay tres órdenes, que son el supremo, el medio y el ínfimo, los que se encuentran en toda multitud perfecta. En la primera jerarquía están los Serafines, Querubines y Tronos; en la segunda se cuentan las Dominaciones, Virtudes y Potestades; y en la tercera se hallan los Principados, Arcángeles y Ángeles. A todos estos espíritus se da el nombre común de Ángeles, que significa nuncios o anunciadores de las cosas divinas, porque este oficio conviene a todos; y como con particularidad conviene al tercer orden de la tercera jerarquía, por esto se aplica con más propiedad esta denominación a los Ángeles de este último orden.

Consideremos con que resplandores tan vivos brillan la sabiduría, la bondad y el poder divinos en estas maravillosas obras de Dios, las jerarquías de los Ángeles, y cuan digno es el Señor de nuestras eternas alabanzas, no sólo por habernos revelado misterios tan altos y sublimes, sino por habernos prometido que por su gracia y nuestros méritos seremos elevados después de esta vida a los coros de los Ángeles siendo como iguales a ellos e incorporados en sus celestes jerarquías entre los Serafines, Querubines, Arcángeles y demás órdenes: pues Jesús ha dicho una vez de sus que serán como los Ángeles de Dios en el cielo: «Erunt sicut Ángeli Dei in cœlo». Y en otra ocasión también ha prometido que los hijos de la resurrección, es decir, los justos serán iguales a los Ángeles: «Cum sint fílii resurrectiónis sunt æquáles Ángelis».
 
JACULATORIA
Angélicas Jerarquías, que obedientes desempeñáis vuestros altos ministerios, alcanzadnos una fiel y constante obediencia a los divinos preceptos.
   
PRÁCTICA
Tributad siempre vuestros homenajes de veneración y respeto a la jerarquía eclesiástica, compuesta por los Sres. Diáconos, Presbíteros y Obispos. Se rezan tres Padre Nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri, y se ofrecen con la siguiente:
   
ORACIÓN
Inteligencias sublimes, coros angélicos, excelsas jerarquías, que habéis recibido de vuestro Criador diversos grados de luz con que entendéis las eternas razones de los seres criados; iluminadnos con los reflejos de vuestras luces soberanas, para que, como vosotros, sepamos contemplar no sólo el orden de universo, sino también la armonía y el concierto del orden jerárquico de vuestra Santa Iglesia, que ha sido instituida en beneficio de nuestras almas. Amen.
 
EJEMPLO
El año de 589 fue desolada Roma por una terrible peste, en que los hombres caían muertos estornudando. Deseoso de atajar los estragos de este azote, San Gregorio el Grande llevó la imagen de Santa María la Mayor en precesión por toda la ciudad, llegados al lugar llamado ahora Castillo de San Ángel, vieron en los aires a un Ángel que envainaba la espada ensangrentada. Oyéronse también espíritus bienaventurados que cantaban: «Alegraos, Reina del cielo, ha resucitado ya como dijo, Aquel de quien mereciste ser Madre». Añadió el Pontífice: «Rogad a Dios por nosotros», y cesó luego la peste, lo que dio origen a las más grandes letanías que se cantan todos los años, el 25 de Abril.
     
ORACIÓN A LA REINA DE LOS ÁNGELES PARA TODOS LOS DÍAS
Oh, María, la más pura de las vírgenes, que por vuestra grande humildad y heroicas virtudes, merecisteis ser la Madre del Redentor del mundo, y por esto mismo ser constituida Reina del universo y colocada en un majestuoso trono, desde donde tierna y compasiva miráis las desgracias de la humanidad, para remediarlas con solicitud maternal; compadeceos, augusta Madre, de nuestras grandes desventuras. El mundo no ha dejado en nosotros más que tristes decepciones y amargos desengaños; en vano hemos corrido en pos de la felicidad mentida que promete a sus adoradores, pues no hemos probado otra cosa que la hiel amarga del remordimiento, y nuestros ojos han derramado abundantes lágrimas que no han podido enjugar nuestros hermanos. Por todas partes nos persiguen legiones infernales incitándonos al mal, y no tenemos otro abrigo que refugiarnos bajo los pliegues de vuestro manto virginal, como los polluelos perseguidos por el milano no tienen otro asilo que agruparse bajo las alas del ave que les dio el ser. Por esto, desde el fondo de nuestras amarguras clamamos a Vos para que enviéis hasta nosotros y para nuestra defensa a los espíritus angélicos, de quienes sois la Reina y Soberana, a fin de que nos libren de sus astutas asechanzas y nos guíen por el recto camino de la felicidad. Amén.

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