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martes, 22 de octubre de 2024

PARA QUIENES PADECEN LA TIBIEZA ESPIRITUAL

A la Iglesia de Laodicea 

PARA QUIENES PADECEN LA TIBIEZA ESPIRITUAL 

Tomado del comentario al libro del Apocalipsis del Rev. Sylvester Berry. Sobre la carta a la Iglesia de Laodicea

TEXTO 

A la Iglesia de Laodicea

14 Al Angel de la Iglesia de Laodicea escribe: Así habla el Amén, el Testigo fiel y veraz, el Principio de la creación de Dios.

15 Conozco tu conducta: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!

16 Ahora bien, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, voy a vomitarte de mi boca.

17 Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.

18 Te aconsejo que me compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas, vestidos blancos para que te cubras, y no quede al descubierto la vergüenza de tu desnudez, y un colirio para que te des en los ojos y recobres la vista.

19 Yo a los que amo, los reprendo y corrijo. Sé, pues, ferviente y arrepiéntete.

20 Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo.

21 Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi Padre en su trono.

22 El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las Iglesias.

COMENTARIO 

vv. 14 La ciudad de Laodicea fue fundada por Antioco II alrededor del año 250 antes de Cristo. Le puso el nombre de Laodicea en honor a su esposa, quien era su hermana y esposa al mismo tiempo. La ciudad era un centro industrial y comercial; era famosa por sus telas (lana) y por sus sandalias. Tenía una escuela muy famosa de medicina, con especialidad en la oftalmología (parte de la medicina que estudia las enfermedades de los ojos y su tratamiento).
 
El Evangelio fue predicado por Epafras discípulo de San Pablo. 
   
El culto de la pequeña comunidad de la Iglesia se realizaba en la casa de Trifon. Las Constituciones de los Apóstoles mencionan a San Trifon como el primer obispo de Laodicea. San Pablo escribió una carta a la Iglesia de Laodicea que se ha perdido (Colosenses 4,16).
    
Cristo es el AMÉN, el que es eterno y no cambia. Por Él fueron hechas todas las cosas (Hebreos 1,10).

vv. 15-17 El obispo de Laodicea es tibio e indiferente. Por esa razón nuestro Señor está a punto de rechazarlo. Él retira su gracia del que es negligente. Cristo preferiría encontrar un obispo totalmente frío, pues habría esperanza para él. Sería más fácil para el darse cuenta de su condición y haría penitencia. Las almas tibias se engañan a sí mismas muy fácilmente, creyendo que son ricas en la gracia de Dios cuando en realidad su estado es miserable, desprovistas de la gracia de Dios y ciegas en su verdadera condición.
La referencia a la riqueza quizás sea una referencia a que el obispo de Laodicea se ha dedicado a adquirir bienes materiales. Habiendo caído en este comportamiento materialista se ha convertido en lo contrario de San Policarpo, obispo de la Iglesia de Esmirna, quien era pobre en bienes materiales, pero rico en la gracia y el amor de Dios.

vv. 18 El obispo es exhortado a levantarse de este letargo espiritual. En lugar del oro material de la tierra, debe adquirir el oro puro de la caridad y del celo apostólico, oro purificado en las tentaciones y tribulaciones. Debe arroparse con la vestimenta blanca de la gracia. Y así sus ojos se abrirán al conocimiento propio de las cosas de Dios.

vv. 19-20 Las Tribulaciones y las aflicciones son prueba del amor misericordioso de Dios. Ellas elevan el alma a un fervor más grande. Cristo es siempre paciente y lleno de amor. Cristo está a la puerta de nuestra alma dispuesto a derramar sus gracias y bendiciones sobre nosotros. Pero el alma debe cooperar; es necesario abrirle la puerta a Cristo.

vv. 21 Al vencedor se le promete compartir la gloria de Cristo en el cielo.
Estas advertencias de Cristo muestran su solicitud por las iglesias y su interés por nuestra salvación. También muestran su preocupación por quienes tienen el cuidado y la guía de las almas.

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