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martes, 5 de noviembre de 2024

DIOS NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY ✠ PARTE 2

Sermón predicado por el Ilmo. Sr. Obispo D. Fernando Altamira, Superior de la Sociedad de Santa María, en el Domingo IV que excede el tiempo después de Epifanía (domingo 3 de Noviembre de 2024).
   
Para la primera parte del sermón:
   

FIESTA DE DIOS NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY (Prédica n.º 2)
  
TODO EN MARÍA y POR MARÍA. Y por las BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO
    
Queridos hijos: El domingo pasado estuvimos enseñándoles distintos conceptos que hacen a este punto de la doctrina católica:
  
Dios Nuestro Señor Jesucristo es REY, y es rey no sólo de cada alma particular, sino que (y éste es el punto más importante de la fiesta) Él es REY de todos y cada uno de los países y naciones de la tierra, los cuales países deberían postrarse a sus pies proclamándole tal en forma pública y oficial, en sus leyes e instituciones, y declarando que el Catolicismo es la única religión del Estado (“la confesionalidad católica del Estado”); y el motivo de esto: Por ser la única Religión Verdadera.
   
¿Y por qué Jesucristo debe ser REY de todo país de la tierra? EL FUNDAMENTO ES QUE JESUCRISTO ES DIOS, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, Dios como el Padre y Dios como el Espíritu Santo, y por eso a Él le corresponde todo lo creado, to-do.
   
Como el tema de Cristo Rey es tan amplio, hoy queríamos seguir enseñándoles algunos puntos.

(Cuerpo)

[ 1 ] El Bien Común Temporal y el Bien Común Espiritual.
(a) El Bien Común Temporal: Éste es el fin o la causa final del Estado, la finalidad que debe buscar un buen gobernante. ¿Y en qué consiste?:
  
El concepto bien genérico nos dice que consiste en buscar un cierto bienestar para la nación y sus habitantes, abarcando lo material y una cierta vida virtuosa.
   
Los materialistas (los liberales o la falsa derecha, los comunistas y socialistas: las izquierdas): Responderán que consiste exclusivamente en buscar ese bienestar material (materialismo), sin importar o preocuparse de Dios ni de su Religión (laicismo y ateísmo; y hasta contra-Dios), sin aceptar la realidad sobrenatural y el destino eterno que tendrá todo habitante de la nación después de su muerte, por su alma inmortal, ni preocupándose de la Verdad ni del Bien, sino sólo preocupándose –valga la redundancia– de los bienes materiales, del dinero, la producción, etc.
  
La Verdad y el Catolicismo nos enseñan sobre el Bien Común Temporal del Estado que: Sin duda abarca el buscar ese cierto bienestar material para la nación y sus habitantes, pero como los habitantes de un país no quedarán siempre en la tierra, pues tienen un alma inmortal, ese bienestar material no se ha de buscar como un fin último “absoluto”, sino enmarcado como UN MEDIO para que los ayude, a través de la práctica de una vida virtuosa “católica (no naturalista), facilitada por ese bienestar y orden, ayudarles –decíamos– con ese Bien Común Temporal a alcanzar su destino eterno, la Salvación Eterna.
   
-Todo verdadero y buen gobernante debe ver esto y obrar en consecuencia, porque no somos seres que quedares “muertos y ya” (como dicen muchos liberales y comunistas y masones), sino que tenemos un alma inmortal y un destino eterno, Cielo o Infierno, y esto es UN HECHO, les guste o no les guste a los nombrados. Por lo cual el Bien Común Temporal no es ese puro bienestar material, sino ese orden social de un bienestar que lleve a Cristo Rey, que lleve la nación y sus habitantes a Dios Nuestro Señor Jesucristo y a su Catolicismo para la Salvación Eterna, en lo que podemos llamar –invento el término– “el Bien Común último-último del Estado: AYUDAR a salvar a sus súbditos”, porque no le sirve de nada darles bienestar material, para que después se vayan al Infierno. Así obraron los grandes benefactores de sus pueblos: los gobernantes “realmente” católicos, y cuando nuestras naciones eran católicas (Europa y la Cristiandad Española aquí en Hispanoamérica); así obraron llevando miles y miles de almas al Cielo: Un San Fernando Rey de España, una Isabel La Católica, un Cardenal Cisneros (dos veces regente de España), un San Luis Rey de Francia, un San Enrique Rey de Alemania (Emperador Romano Germánico).
   
(b) Veamos ahora: El Bien Común Espiritual: Éste es el fin último de la Iglesia Católica, y consiste en la Gloria de Dios y la Salvación de las Almas; es competencia de la Iglesia Católica, pero debe ser ayudada por los Estados, para mejor alcanzar ese bien espiritual, en los términos que acabamos de indicar.
   
Por eso, en nuestras Patrias, cuando fueron hijas de España, había unión del Estado con la Iglesia en esa ayuda mencionada, y se lograba, a través de esa unión Estado-Iglesia, la Salvación de miles de miles de almas; todo lo contrario a lo que ocurre hoy
   
El gran Papa León XIII, en su Encíclica “Immortále Dei” (Immortále Dei miseréntis opus), 1.º noviembre de 1885 –antier, viernes, fue 1.º de noviembre–, enseña en relación a estos conceptos que acabamos de narrar lo siguiente:
La libertad [y los derechos detrás de ella]... debe versar sobre lo que es verdadero y bueno. Ahora bien, la Verdad, lo mismo que el Bien, no pueden cambiarse al arbitrio del hombre, sino que permanecen siempre los mismos... [son] inmutables. Cuando la inteligencia da el asentimiento a opiniones falsas y la voluntad abraza lo que es malo... se quitan de su dignidad natural y se despeñan en la corrupción... no debe ponerse frente a los ojos de los hombres lo que es contrario a la virtud y a la Verdad, mucho menos defenderlo [a eso contrario a la Verdad y al Bien] por... la tutela de la ley” [y todas las leyes modernas defienden lo que es contra la Verdad y contra el Bien].
[Y ahora viene la parte que queríamos recalcar por el Bien Común Temporal que deben procurar todos los gobernantes de las naciones, para lograr como auxiliares de la Iglesia Católica, que sus habitantes lleguen al Bien Común Espiritual: Su Salvación: Dice el Papa León XIII:]
Puesto que, sólo una vida bien llevada es el camino que conduce al Cielo... el Estado se aparta de la norma y ley naturales, cuando permite que la licencia de opinar y obrar el mal... deje impunemente desviarse las inteligencias de la Verdad y el espíritu de la virtud”.
   
[ 2 ] Un reino, una nación, sobre todo los todopoderosos Estados MODERNOS actuales: son una ENORME-ENORME maquinaria de Condenación Eterna, una enorme maquinaria que ayuda a la condenación eterna de miles y miles de almas, de sus habitantes, fomentando todo lo malo, todo el error, todo lo que es “anti Cristo”, anti Dios, anti Catolicismo, insultando a Dios, destruyendo familias e individuos, FACILITÁNDOLES AL MÁXIMO EL CAMINO HACIA EL INFIERNO: leyes del laicismo, ateísmo, educación corruptora, fomento de la lujuria, del concubinato (unión libre), de la planificación-anticoncepción, del aborto, del divorcio (del adulterio), de la homosexualidad, y un gigante-gigante etcétera.
   
En definitiva, y ésa es la frase para recordar: “El Estado Moderno se convertido en UNA ENORME-ENORME MAQUINARIA DE CONDENACIÓN ETERNA”, cuando debería ser todo lo contrario.
  
Eso son los Estados y el mundo del Nuevo Orden Mundial con todas sus instituciones, como la ONU, etc.: una enorme maquinaria de condenación eterna.
   
[ 3 ] Y en alguna época no fue así; un reino, una nación, en otras épocas no fueron así.
  
El Estado, en épocas pasadas, fue UNA ENORME MAQUINARIA DE SALVACIÓN ETERNA, para Cristo Rey.
   
El Estado (“el reino”) en los primeros Siglos, en la Edad Media, en la Cristiandad Española aquí en América, fue una maquinaria enorme para AYUDAR A LA SALVACIÓN ETERNA, un instrumento usado por Dios y por la Iglesia Católica PARA AYUDAR A SALVAR ALMAS, las almas de sus súbditos, de sus habitantes, a través del apoyo a la Religión Católica, la unión del Estado con la Iglesia.
   
[ 4 ] Y hoy, el tratar de ser un buen sacerdote, el tratar de ser un buen obispo, el INTENTAR hacer Catolicismo (la Gloria de Dios y la Salvación de las Almas) está limitado y estorbado POR TODOS LADOS POR LOS ESTADOS MODERNOS, por esa sociedad civil que ellos han creado; no se imaginan ustedes cuánto nos cuesta hacer nuestro trabajo, nuestro apostolado, cuantas trabas “por todos lados”; aunque ese cierto que todavía no es una persecución abierta o frontal; pero hay muchas trabas por el orden (malo) que vige en todos los países: Es el proceso hacia el Nuevo Orden Mundial explícito, un orden contra Dios y su Catolicismo [1].
   
[ 4 bis ] El Nuevo Orden Mundial es un “orden” (“desorden”) del humanismo, del naturalismo; en definitiva, terminar de hacer lo que San Agustín llama “La Ciudad del hombre”, y que él explica que en definitiva es “La Ciudad de Satanás” contra Dios, otro intento de una Babel, condenado al fracaso final porque será destruida con la Parusía, pero un falso orden que debemos soportar y combatir mientras van alcanzado sus “logros” y sus pasos en la mayor explicitación que puedan; pero serán derrotados por Cristo Rey. 
  
[ 4 ter ] En esta realidad de lo difícil que se ha vuelto “hacer Catolicismo”: ¿Cuál se ha vuelto el obstáculo mayor, el mayor daño y estorbo para realizar “la causa de Dios”?
  
La pieza maestra creada por ellos para estorbar a la Gloria de Dios y la Salvación de las Almas es: La falsa Iglesia Moderna creada con el Concilio Vaticano II; la pieza maestra es la falsificación del Catolicismo con la falsa Religión Moderna y todos estos falsos papas modernos: Francisco, Benedicto, Juan Pablo II, Paulo VI, Juan XXIII. Eso es lo que vuelve más difícil de todo, nuestro apostolado; ese engaño a las almas, la falsificación de la Iglesia Moderna, lo cual no es la Iglesia Católica [2].
   
[ 5 ] Ante un mundo así, el mayor padecimiento, la mayor necesidad que tenemos no es económica: La mayor necesidad que tenemos es humana, la necesidad de obreros para la mies; es la necesidad de vocaciones de varones –para nosotros– y de vocaciones de mujeres –para monjitas, para el Convento de nuestras Hermanas Oblatas–.
   
Como nos gusta decir, y es una realidad: Éste es un ejército sin hombres, no tenemos soldados, la causa de Dios no tiene quién luche por ella; el Ejército de Dios es un ejército sin hombres, no tiene militares, nadie quiere entregarse para luchar por la causa de Dios, nadie quiere entregarse –la vida consagrada– para luchar por Él, para luchar por Dios.
   
Son tiempos finales, son tiempos apocalípticos, en un mundo que se cae a pedazos, debe haber generosidad y entrega para hacer los últimos esfuerzos de la batalla, ofrecer a Dios la vida, muchos jóvenes generosos y heroicos entregándose en el sacerdocio (o como religiosa) para Dios, pero casi nadie quiere entregarse: “que se entreguen los otros, yo no: eso sí, yo sí rezaré para que haya vocaciones, pero otros, yo no”.
  
Somos “tres gatos locos” para el mundo entero. Somos “una casi nada”, o sin “el casi”: somos una nada para toda Colombia (agotados, viajando todo el tiempo, de un lugar a otro, sin tiempo para nada, nunca pudiendo atender bien a los fieles por falta de tiempo, porque en nuestra Capilla somos –uso una expresión acuñada y perdón por la expresión- somos “dos pobres TIPOS” que no dan abasto, que nunca terminamos nuestras tareas porque –otra vez– no nos da el tiempo, siempre sobrecargados, siempre desbordados de trabajo, de apostolado, y no tenemos quién nos ayude, quién nos dé una mano en toda esta tarea inabarcable, ayudarnos como futuros sacerdotes, o monjitas con las Hermanas.

Somos “una casi nada” para todo Brasil, para todo Hispanoamérica. “Necesitamos soldados para este Ejército”, sacerdotes para luchar por Cristo Rey, en la primera línea de batalla. Y necesitamos «soldadas» para este Ejército”, monjitas y hermanas para nuestro Convento de Oblatas, para luchar por Cristo Rey como auxiliares de guerra.
  
Frente a todo este panorama, ¿yo no voy a tener la generosidad de entregar mi vida a Dios, para ver –me expreso mal– si Él me acepta como voluntario para su Ejército?
  
Un joven, una joven deben decir: Sí, yo me ofrezco “como voluntario”, para luchar, yo me ofrezco como voluntario.
    
(Conclusión)

Terminamos con este llamado al combate, un llamado a los SOLDADOS de Cristo Rey (varones y mujeres), para luchar por Él, para luchar por el Catolicismo, para luchar por la Salvación de las Almas. Y para ello tomamos algunos extractos de esa hermosa canción del folclore argentino tradicional, “Mundo Progresista” (ayer la mandamos), para criticar por supuesto el mundo progresista [3]; y dice así:
  
Pa’ mí que esto va pa’l diablo, el despiole ya es total.
El bien se ha volao al cielo y anda suelto todo el mal
Mandinga [el Diablo] está gobernando y no le faltan menistros [ministros]:
Dotores [Doctores], maistros [maestros], letrados, melicos [militares], curas y obispos.
Nadie se quede dormido porque a la guerra han llamado,
Mi bandera es La Verdad, bandera de enamorado. 
La ciencia y la economía son las reinas del fandango,
Se niega a Dios y a Su Gracia, y el Diablo nos va llevando. 
   
Jóvenes varones y mujeres: “Nadie se quede dormido porque a la guerra han llamado. Mi bandera es la Verdad, bandera de enamorado”.
   
Que nuestra bandera sea la bandera de Dios Nuestro Señor Jesucristo, Él es la Verdad; y que seamos unos enamorados de Cristo Rey.
   
Jóvenes varones y mujeres: A ofrecerse como voluntarios en esta guerra, por la posible vocación sacerdotal y por la posible vocación como religiosa.
   
AVE MARÍA PURÍSIMA.
      
NOTAS
[1] Recién hablábamos de esa enorme maquinaria de condenación eterna que se han convertido todos los Estados modernos actuales, absolutamente todos sin excepción; el único matiz a dar, es que algunos Estados tienen el proceso mucho más avanzado, están más entregados y “obrados” según el Nuevo Orden Mundial; y otros países –tal vez por la mayor herencia del Catolicismo y de Cristo Rey que antes tuvieron, como Colombia– van algo más despacio en el proceso. Pero ni hablemos por ejemplo de los países que nunca han sido católicos (o casi) como la India, Irán, Iraq, Arabia, China, Japón, grandes porciones de África; o de los grandes países que cayeron en la herejía contra el Catolicismo, como Rusia, Inglaterra, gran parte de Alemania, la Europa actual. El mundo entero circula en estos cánones del Nuevo Orden Mundial, que significa un orden sin Dios y sobre todo contra Dios, contra Dios Nuestro Señor Jesucristo, un orden “anti-Cristo”, sin Cristo Rey, y sin el Catolicismo; un orden centrado en el puro ser humano, en esta “pobre y triste cosa que somos los seres humanos”.
[2] ¿Qué rol juegan las limitaciones de los medios materiales, del dinero? Tenemos limitaciones materiales, pero ello no es el punto importante, porque Dios siempre otorga lo necesario, a veces es en forma limitada, para nuestra santificación, y para no creer que debemos apoyarnos en los medios materiales, “a Dios le gusta hacer grandes cosas con poca cosa, con pocos medios materiales” decía –palabras más, palabras menos– el Padre Castellani. Escuchemos de la Liturgia Católica, para la fiesta de San Pedro de Alcántara (19 octubre), una enseñanza al respecto (Maitines, Lecciones 7-8-9), con comentarios de San Beda:
  
(Luc 12:32) Nolíte timére pusíllus grex, quia complácuit Patri vestro dare vobis regnum.
Homilía sancti Bedæ: Lib. 4, Cap. 54, in Luc. 12
[Lectio 7] Pusíllum gregem electórum, vel ob comparatiónem majóris númeri reprobórum, vel pótius ob humilitátis devotiónem nóminat: quia vidélicet Ecclésiam suam quantalibet numerositate jam dilatatam, tamen usque ad finem mundo humilitáte vult crescére, et ad promíssum regnum humilitáte perveníre. (...) 
[Lectio 8] (...) Nolíte, inquit, timére, ne propter regnum Dei militántibus, hujus vitæ necessária desint...
[Lectio 9] (...) non hoc præcéptum esse putándum est, ut nil pecúniæ reservétur a sanctis, vel suis scílicet, vel páuperum usibus suggeréndæ: cum et ipse Dóminus... tamen ad informándam Ecclésiam suam lóculos habuísse legátur, et a fidélibus obláta consérvans, et suórum necessitátibus aliísque indigéntibus tríbuens; sed ne Deo propter ista serviátur, et ob inópiæ timórem justítia deserátur.
(Luc 12:32) No temáis pequeño rebaño, porque ha complacido a vuestro Padre daros el reino.
Homilía de San Beda: Lib. 4, Cap. 54, in Luc. 12
[Lecitio 7] Da el nombre de pequeño rebaño de los elegidos, ya en comparación al gran número de los condenados («réprobos»), ya por acto de devoción hacia la humildad: esto es, porque Él (Dios) quiere que su Iglesia, dilatada ya en tan gran número, crezca sin embargo en humildad hasta el fin del mundo, y que mediante la humildad llegue al reino prometido. (...)
[Lectio 8] (...) No temáis, dice, que a los que militan por el reino de Dios, falten las cosas necesarias para esta vida...
[Lectio 9] (...) no hay que interpretar este consejo, como que nada de dinero sea guardado por los santos, ya para sus cosas personales, ya para las cosas de los pobres, porque el mismo Señor... sin embargo deja el legado-testimonio para enseñar a su Iglesia que Él tuvo una bolsa (para el dinero), y que conservaba las ofrendas (o donaciones) de los fieles, y que distribuía para las necesidades de los suyos (de sus discípulos) o para otras personas que tenían necesidad; pero no se debe servir a Dios por estas cosas (por el dinero) [y qué vergüenza, tantos casos de sacerdotes que buscan el sacerdocio por el dinero que eso les da] ni desertar la justicia [abandonar la causa de Dios] por temor de sufrir necesidades (por temor a la pobreza).
   
[3] Ya lo saben: “hay que ser progre, los progre, los progre”; pues no, eso es una falsedad que esconde el mundo del Anticristo. Yo, con la gracia de Dios, nunca seré progre, con la gracia de Dios seré –espero– siempre de Cristo Rey, seré siempre católico apostólico y romano, y por lo mismo “anti-progre”.

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