En
el año 2007 un grupo denominado Comunión Anglicana Tradicional (TAC por
sus siglas en inglés) que agrupaba a 400.000 clérigos y fieles
inconformes con el modernismo impuesto por el 'Arzobispado' de
Canterbury, expresó
por carta a Benedicto XVI su deseo de dejar la Comunión Anglicana y ser
recibidos en la Iglesia Conciliar. Aquel hecho fue el principio de un
movimiento que acabo (en el Vaticano) en la publicación de la
Constitución "Anglicanórum Cœ́tibus" y sus Normas complementarias
por Benedicto XVI que marcaba los términos para dicho recibimiento (un paso previo de esta
recepción fue la "Provisión Pastoral" de 1980 para algunos
episcopalianos de Estados Unidos y Canadá). A
éste se acogieron varios obispos y presbíteros anglicanos creándose los
Ordinariatos Personales de Nuestra Señora de Walsingham (Inglaterra y
Gales), la Cátedra de San Pedro (Estados Unidos y Canadá), y Nuestra
Señora de la
Cruz del Sur (Australia y una comunidad en Japón), con una Liturgia y Oficio propios, que son llamados "Uso Anglicano".
Pues
bien, cuando la TAC expresó su deseo de una unión con Roma, Walter
Kasper Bacher (entonces presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de lo
Cristianos) no les recibió
precisamente con los brazos abiertos, sino que los espetó diciendo "No
es nuestra política traer a tantos anglicanos a Roma", justificándose
porque
"Tenemos una muy buena relación con el 'Arzobispo' de Canterbury y en tanto que podamos, estamos ayudándole a mantener la comunidad anglicana unida".
Uno de los más altos cardenales del Vaticano ha desestimado la idea de que un grupo disidente de Anglicanos pudiera ser recibido en masa en la Iglesia Católica, a pesar del apoyo personal de Benedicto XVI a tal iniciativa.
El Cardenal Walter Kasper, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, dijo a The Catholic Herald: “No es nuestra política traer tantos Anglicanos a Roma.”
Los comentarios del cardenal se referieren a la Comunión Anglicana Tradicional (TAC), un grupo rebelde que pretende representar a 400000 personas. Sus obispos enviaron una carta a Roma el mes pasado pidiendo “unión plena, corporativa y sacramental”.
Pero los obispos no enviaron su carta al Cardenal Kasper. En lugar de ello, la dirigieron a la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), en donde, se entendía, esperaba una acogida más cálida.
Nada
nueva es esta posición de los prelados conciliares: Cuando se estableció la
posibilidad de ordenar a mujeres en la Comunión Anglicana (1992), un
grupo de obispos y sacerdotes de esa iglesia pidió ser admitido en la Iglesia Romana. Pero
al año siguiente, el 'Arzobispo' de Westminster y Primado de Inglaterra y
Gales, el Cardenal Basil Hume, desalentó estas conversiones
afirmando
"No hay duda que no deberíamos interrumpir nuestro diálogo ecuménico y las amigables relaciones con la Iglesia de Inglaterra".
A la
larga, la TAC prefirió continuar siendo una Iglesia anglicana tradicionalista que ser parte de una
iglesia que les dio la espalda y que, de todos modos, es más corrupta
que la Comunión Anglicana de la cual querían salir.
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