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domingo, 26 de agosto de 2018

EXNUNCIO VIGANÒ A BERGOGLIO: «¡RENUNCIE, ENCUBRIDOR DE SODOMITAS Y PEDERASTAS!»

Traducción del artículo publicado en NOVUS ORDO WATCH.
  
“ARZOBISPO VATICANO” ACUSA A FRANCISCO DE CONOCER Y ENCUBRIR LOS ABUSOS SEXUALES DE McCARRICK
  
¡Bergoglio está acabado!
  
Damas y caballeros, una bomba de proporciones épicas acaba de estallar: el ex-nuncio vaticano en los Estados Unidos, el “Arzobispo” Carlo María Viganò, ha decidido tomarse en serio la carreta de Francisco sobre la transparencia y ha publicado una carta de 11 páginas en la cual dice que éste sabe sobre los abusos sexuales y los encubrió. Lo que hace particularmente explosiva esta misiva es el hecho de que Viganò menciona detalles precisos y no tiene miedo de mencionar los nombres. El individuo de más alto rango acusado por Viganò es: ¡el mismo “Papa” Franciso!
  
La carta fue publicada el 22 de Agosto de 2018, y fue escrita en Italiano. El original puede leerse aquí, y hay disponible aquí una traducción al Inglés (y aquí puede leerse la traducción al Español). Las siguientes partes son algunos de los detalles tomados de la traducción española (todos los formatos en el original):
…ahora que la corrupción ha llegado a los vértices de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia me impone revelar esas verdades relacionadas con el tristísimo caso del arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, de las que tuve conocimiento durante los cargos que me fueron confiados: por san Juan Pablo II como Delegado de las Representaciones Pontificias de 1998 a 2009, y por el Papa Benedicto XVI como Nuncio Apostólico en los Estados Unidos de América del 19 de octubre de 2011 a finales de mayo de 2016.

Como Delegado de las Representaciones Pontificias estos documentos me fueron confiados el 6 de diciembre de 2006 y redacté una Nota en la que exponía a mis superiores, el cardenal Tarcisio Bertone y el sustituto Leonardo Sandri, que los hechos atribuidos a McCarrick por [Gregory] Littleton eran tan graves y abominables que provocaban en el lector desconcierto, repugnancia, profunda pena y amargura. Dichos hechos configuraban crímenes de captación; incitación a actos obscenos de seminaristas y sacerdotes, repetidos y simultáneos con más personas; escarnio de un joven seminarista que se resistió a las seducciones del arzobispo en presencia de otros dos sacerdotes; absolución del cómplice en los actos obscenos; celebración sacrílega de la Eucaristía con los mismos sacerdotes tras haber cometido dichos actos.

El Papa Benedicto había impuesto al cardenal McCarrick sanciones similares a las impuestas ahora por el Papa Francisco: el cardenal tenía que irse del seminario en el que vivía, se le prohibía celebrar en público, participar en reuniones púbicas, dar conferencias, viajar, con la obligación de dedicarse a una vida de oración y penitencia.

Mi conciencia me obliga también a revelar hechos que he vivido en primera persona relacionados con el Papa Francisco, que tienen un significado dramático y que, como obispo que comparte la responsabilidad colegial de todos los obispos hacia la Iglesia universal, no me permiten callar, y que aquí afirmo, dispuesto a confirmarlos bajo juramento llamando a Dios como mi testigo.

Empecé yo la conversación, preguntándole al Papa qué había querido decirme con las palabras que me había dirigido cuando le había saludado el viernes anterior. Y el Papa, con un tono muy distinto, amigable, casi afectuoso, me dijo: “, los obispos de los Estados Unidos no deben estar ideologizados, no deben ser de derechas como el arzobispo de Filadelfia, (el Papa no mencionó el nombre del arzobispo, Charles Joseph Chaput OFMCap), tienen que ser pastores; y no deben ser de izquierdas –y añadió levantando ambos brazos–, y cuando digo de izquierdas, quiero decir homosexuales”. Naturalmente, no comprendí la lógica de la correlación entre ser de izquierdas y ser homosexuales, pero no añadí nada más.
  
Entonces, el Papa me preguntó con tono muy cordial: “¿Cómo es el cardenal McCarrick?”. Le respondí con total franqueza y, si lo desean, con mucha ingenuidad: “Santo Padre, no sé si usted conoce al cardenal McCarrick, pero si le pregunta a la Congregación para los Obispos, hay un dossier así de grande sobre él. Ha corrompido a generaciones de seminaristas y sacerdotes, y el Papa Benedicto le ha impuesto retirarse a una vida de oración y penitencia”. El Papa no hizo el más mínimo comentario a mis graves palabras y su rostro no mostró ninguna expresión de sorpresa, como si ya conociera la situación desde hace tiempo, y cambió enseguida de tema. Pero, entonces, ¿con qué fin el Papa me había hecho esa pregunta: “Cómo es el cardenal McCarrick”? Evidentemente, quería saber si yo era aliado o no de McCarrick.
  
De vuelta ya en Washington vi todo con gran claridad, gracias también a un nuevo hecho que sucedió pocos días después de mi encuentro con el Papa Francisco. En la toma de posesión de mons. Mark Seitz como obispo de la diócesis de El Paso el 9 de julio de 2013, envié al primer Consejero, mons. Jean-François Lantheaume, mientras yo, ese mismo día, iba a Dallas para un encuentro internacional sobre Bioética. Cuando volvió, mons. Lantheaume me contó que en El Paso se había encontrado con el cardenal McCarrick el cual, en un aparte, le había dicho casi las mismas palabras que el Papa me había dicho a mí en Roma: “Los obispos de los Estados Unidos no deben estar ideologizados, no tienen que ser de derechas, tienen que ser pastores”. ¡Me quedé atónito! Estaba claro que las palabras de reproche que el Papa Francisco me había dirigido ese 21 de junio de 2013 se las había puesto en los labios el día antes el cardenal McCarrick. También la mención que el Papa había hecho “no como el arzobispo de Filadelfia” conducía a McCarrick, porque entre ambos había habido una fuerte discusión respecto a la admisión a la comunión de los políticos favorables al aborto: McCarrick había manipulado, en su comunicado a los obispos, una carta del entonces cardenal Ratzinger que prohibía darles la comunión. También sabía cuán unidos estaban a McCarrick algunos cardenales como Mahony, Levada y Wuerl, que habían obstaculizado los nombramientos más recientes del Papa Benedicto para sedes importantes como Filadelfia, Baltimore, Denver y San Francisco.

Los nombramientos de Blase Cupich en Chicago y de William Tobin en Newark fueron orquestados por McCarrick, Maradiaga y Wuerl, que están unidos por un pacto infame de abusos por parte del primero, y de encubrimiento de los abusos por parte de los otros dos. Sus nombres no figuraban entre los presentados por la Nunciatura para Chicago y Newark.
  
Respecto a Cupich, no pasa inobservada su clara arrogancia y desfachatez al negar lo que es evidente para todos: que el 80% de los abusos cometidos contra jóvenes adultos han sido cometidos por homosexuales en una relación de autoridad hacia sus víctimas.

El Papa Francisco ha pedido en numerosas ocasiones total transparencia en la Iglesia, y a los obispos y fieles que actúen con parresía. Los fieles de todo el mundo se la exigen también a él de manera ejemplar. Que diga desde cuándo tenía conocimiento de los crímenes cometidos por McCarrick abusando de su autoridad con seminaristas y sacerdotes.
  
En cualquier caso, el Papa tuvo conocimiento de ellos por mí el 23 de junio de 2013 y siguió encubriendo a McCarrick, sin tener en cuenta las sanciones que le había impuesto el Papa Benedicto y haciendo de él su fiel consejero junto con Maradiaga.
Este, Maradiaga, se siente tan seguro de la protección del Papa que puede tachar de “cotilleos” los llamamientos insistentes de decenas de seminaristas suyos, que han tenido la valentía de escribirle una carta después de que uno de ellos intentara suicidarse debido a los abusos homosexuales que se cometen en el seminario.
  
Los fieles ya se han dado claramente cuenta de cuál es la estrategia de Maradiaga: insultar a las víctimas para salvarse a sí mismo, mentir a ultranza para encubrir la vorágine de abusos de poder, de mala gestión en la administración de los bienes de la Iglesia, de desastres financieros, también de amigos íntimos, como es el caso del embajador de Honduras, Alejandro Valladares, antiguo Decano del Cuerpo Diplomático ante la Santa Sede.

El comportamiento del Papa tampoco ha sido distinto en el triste caso de McCarrick. Sabía, por lo menos desde el 23 de junio de 2013, que McCarrick era un depredador en serie. Y aunque sabía que era un corrupto, lo ha encubierto a ultranza; es más, ha hecho suyos los consejos que McCarrick le daba, y que no estaban ciertamente inspirados por sanas intenciones y por su amor a la Iglesia. Sólo cuando se ha visto obligado por la denuncia de un menor, y siempre en función del aplauso de los medios de comunicación, ha tomado medidas para, así, salvaguardar su imagen mediática.

Imploro a todos, sobre todo a los obispos, para que rompan el silencio y, así, derrotar esta cultura de omertà tan difundida, denunciando a los medios de comunicación y a las autoridades civiles los casos de abuso de los que tengan conocimiento.

El Papa Francisco, en el Angelus del domingo 12 de agosto de 2018 ha pronunciado estas palabras: “Cada uno es culpable del bien que podía hacer y no ha hechoSi no nos oponemos al mal, lo alimentamos de manera tácita. Es necesario intervenir donde el mal se difunde; porque el mal se difunde donde faltan cristianos valientes que se opongan con el bien”. Si esta, justamente, hay que considerarla una grave responsabilidad moral para cada fiel, es aún más grave para el supremo pastor de la Iglesia que, en el caso de McCarrick, no sólo no se ha opuesto al mal, sino que se ha asociado para llevar a cabo el mal con quien sabía que estaba profundamente corrompido, ha seguido los consejos de quien sabía que era un perverso, multiplicando así de manera exponencial, con su autoridad suprema, el mal actuado por McCarrick. ¡Y a cuántos malos pastores Francisco sigue apoyando en su acción de destrucción de la Iglesia!
  
Francisco está abdicando del mandato que Cristo dio a Pedro de confirmar a sus hermanos. Es más, con acción los ha dividido, los induce en error, anima a los lobos a seguir destrozando a las ovejas del grey de Cristo.
    
En este momento extremamente dramático para la Iglesia universal tiene que reconocer sus errores y, en coherencia con el proclamado principio de tolerancia cero, el Papa Francisco tiene que ser el primero en dar ejemplo a los cardenales y obispos que han encubierto los abusos de McCarrick y tiene que dimitir con todos ellos.
 
La carta de Viganò incluye a otros individuos de alto perfil nombrados desfavorablemente: los “Cardenales” Ángelo Sodano, Pietro Parolin, William Levada, Marc Ouellet, Kevin Farrell, Seán O’Malley, Ángelo Becciu, y Lorenzo Baldisseri; los “Arzobispos” John Myers y Édgar Peña Parra; los “Obispos” Paul Bootkoski y Robert McElroy; y el “Padre” James Martin.
  
Esta movida de parte de Viganò es absolutamente sorprendente y quizá sin precedente. La noticia estalló en una hora inconvenientísima en medio del fin de semana, pero los periodistas comenzaron a darle cobertura en todas partes. Aquí algunos enlaces a algunas de las primeras coberturas disponibles por fuentes del Novus Ordo [LISTA ACTUALIZADA EL 27 DE AGOSTO DE 2018]:
Y ahora una foto del hombre que sin ayuda de nadie derribó a Jorge Bergoglio:
  
El “Arz.” Carlo María Viganò no debe ser confundido con “Mons.” Darío Edoardo Viganò, que tuvo que renunciar a la dirección de la Secretaría de Comunicaciones del Vaticano luego de ser atrapado produciendo fake news para Francisco a expensas de Benedicto XVI.
  
Esta noticia increíblemente cándida viene en el momento más inconveninente para Francisco, quien actualmente está recibiendo la adulación de las multitudes en Dublín, Irlanda, como parte de su “visita pastoral” en ocasión del Encuentro Mundial de las Familias de todo tipo. El sábado, el “Papa” visitó una iglesia en la cual estaba ardiendo una “vela de la inocencia”, que es “un memorial a las víctimas de abuso a manos de personal eclesial” (fuente). El mismo día, el pretendiente papal también se reunió con ocho víctimas de abuso sexual y a lo que les pasó a ellos y el subsiguiente encubrimiento lo llamó “caca” (expresión española para “excremento”). ¡Verdaderamente, la carta de Viganò no pudo llegar en un momento más perfecto!
  
Francisco ha sido jaqueado. ¿Qué podría hacer ahora posiblemente fuera de renunciar? La prensa está a punto de comérselo vivo, y ya comenzaron en Italia. Él no puede evitarlo. Su credibilidad está completamente destrozada; sus muchas palabras sobre la tolerancia cero han sido expuestas como insinceras y mojigatas; sus reuniones con sobrevivientes del abuso son ahora reveladas como trucos hipócritas de relaciones públicas.
  
En la tarde del domingo, Francisco estará volando de vuelta de Irlanda a la Ciudad del Vaticano. Sospechamos que esta vez será cancelada la típica conferencia de prensa en el avión.

3 comentarios:

  1. No es Mons Vigano el mismo que sacaron a patadas del Vaticano y lo enviaron como Nuncio a los USA por incomodo para los progres vaticanos?.
    NO es el mismo que denuncio practicas mafiosas en el interior de la Santa Sede y que incluian el vergonzoso robo de Mons Bertone a los niños hospitalizados del Hospital Niño Jesus para constuirse una pension de lujo?.
    No es el mismo que denuncio la falsicacion de documentos en el Vaticano y que por eso le costo que lo echaran por bocon mandandolo a los Estados Unidos que para los vaticanistas es como la Siberia de la Santa SEde.

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  2. Si, Sergio, es el mismo: al que a pesar de todo lo que denunció, nadie hizo caso.

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