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lunes, 22 de octubre de 2018

SINÉAD O’CONNOR/SHUHADA’ DAVITT: UN CASO GRÁFICO DE LA ACTITUD LENIENTE HACIA EL MODERNISMO EN LA IGLESIA CONCILIAR

     
El día 19 de Octubre, la cantante irlandesa Sinéad O’Connor publicó vía Twitter que, en ceremonia presidida por el teólogo suní Umar Al-Qadri (fundador del Centro Cultural Islámico de Irlanda Al-Mustafá) en Dublín se convirtió al Islam, cambiándose el nombre a Shuhada’ Davitt, luego de cambiárselo a Magda Davitt el año anterior:
«Esto es para anunciar que estoy orgullosa por haberme convertido en musulmana. Esta es la natual conclusión de cualquier viaje teológico inteligente. Todo estudio de la escritura lleva al islam, lo que hace redundante todas las escrituras. Me daré un nuevo nombre: Será Shuhada’».
O’Connor/Davitt es una cantante irlandesa de música rock nacida y criada en la iglesia conciliar, que cobró fama mundial cuando en una presentación en vivo del programa de la NBC Saturday Night Live del 5 de Octubre de 1992 rasgó una fotografía de Karol Wojtyla Katzorowsky/JP2 al grito de «Maldad», y arrojó los pedazos a la cámara diciendo: «Luchad contra el verdadero enemigo», en lo que ella denominó un acto de protesta contra el récord de abuso sexual por parte de los clérigos (acción que incluso Madonna reprochó como ofensa a los sentimientos religiosos), y porque el 27 de en Abril de 1999 en una habitación de hotel Lourdes fue ordenada presbítera por el obispo herético Michael Patrick O’Connor Cox (consagrado en 1978 por Ciarán Broadbery, quien a su vez fue consagrado obispo por Clemente Domínguez Gómez –futuro Gregorio XVII OCSFAJMJ, primer papa de la Iglesia Católica Palmariana–), fundador de la Iglesia Católica Apostólica y Ortodoxa Irlandesa.

Como persona, Sinéad O’Connor ha pasado por tantas fases vitales que sería muy prolijo enumerarlas todas: abandonó a su madre Johanna Marie O’Grady (que la maltrataba) para vivir en el hogar reconstruido de su padre John Oliver “Seán” y su nueva esposa, la divorciada Viola Margaret Suiter (de soltera Cook), fue recluida en un “Asilo de la Magdalena”, se casó cuatro veces y tuvo cuatro hijos en tres de esas relaciones (uno de ellos extramatrimonial), se declaró lesbiana en el año 2000, sufre de depresión y ha tenido tendencias suicidas. Pero si todas sus elecciones religiosas hasta la fecha tenían un punto frívolo o, cuanto menos, inofensivo, al transformarse en Shuhada Davitt ha entrado en una fe cuyos fieles se toman con extraordinaria seriedad, y en la que no es probable que sus correligionarios reaccionen con un encogimiento de hombros a una nueva ‘salida’ de la neófita que afecte a su fe (como los conciliares): No señor, tanto el Corán (suras 2:108 y 217, 3:90, 4:91 y 137, 9:11-12 y 66, 16:106 y 88:23-24 entre otras) como los Hadit y la ley sharia, castigan la apostasía del Islam (en árabe اِرْتِدَاد/irtidād, ‘volver atrás’) con la muerte. Y la apostasía no solamente implica cambiar de religión, dudar de los principios de la fe islámica también es considerado apostasía (y en Arabia de Saúd, terrorismo).
 
El Islam crece, no solo vegetativamente –por la entrada de inmigrantes y por la saludable fertilidad de sus adherentes–, sino también por conversiones de quienes tienen por herencia las raíces cristianas. Y en buena medida se explica porque el Islam da toda la impresión de creer en sí mismo, de transmitir certezas, lo que cada vez se puede decir menos de la Iglesia institucional, sobre todo en su proyección pública.
  
Estas líneas son para reflexionar sobre un fenómeno más amplio, que afecta a todas las sociedades occidentales y que la Iglesia Conciliar agrava con su bien ‘actualización’ y con su ‘apertura al mundo’, que no es sino una servil rendición a lo que el mundo considera valioso, unida a un escamoteo sangrante de todas las doctrinas que puedan parecer difíciles, que recuerden al cristiano que “la vida del hombre sobre la tierra es milicia”, que lo único importante es que las almas se salven, y que el camino único de la salvación es la Cruz.

La teoría es que esto vendrá después, pero que primero hay que atraer a los jóvenes, especialmente, con aquello que les gusta. Y esa teoría se está mostrando previsiblemente desastrosa. Digámoslo una vez más: una fe que te dice que eres estupendo tal como estás y que aplaude todo lo que haces es redundante y no atrae a nadie.

La Iglesia que pelotillea a la juventud –como hemos visto en algunos casos ruborizantes durante este sínodo y en las Jornadas Mundiales de la Juventud– será siempre rechazada por quien necesita certezas y que les digan las verdades más duras y el mensaje menos abierto a las componendas. El mensaje no puede ser “hakuna matata” (en suajili: no hay problema), porque sí lo hay, y gravísimo: esta vida es el escenario de una lucha no ya a vida o muerte, sino a vida o muerte eternas.

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