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domingo, 13 de octubre de 2019

EL TESTIMONIO DE MALACHI MARTIN SOBRE EL TERCER SECRETO

Durante los cuatro años antes de su fallecimiento, que ocurrió en 1999, tuve el privilegio de conocer al Padre Malachi Martin. Habiendo oído sus entrevistas y leído algunos de sus libros, comencé por pedirle su opinión sobre los cambios desconcertantes en el Santo Sacrificio de la Misa. Acabó ofreciendo guiarme espiritualmente. Tuve entonces con él una interacción sustancial en los cuatro años siguientes, y durante ese tiempo habló muchas veces sobre Fátima. Creía que Fátima era el acontecimiento más importante del Siglo XX, y que el cumplimiento de su mandato era la tarea más urgente que la Iglesia y el mundo enfrentan. Al oír sus entrevistas, noté que, cuando hablaba sobre Fátima, hablaba con autoridad, como los contemporáneos de Nuestro Señor habían dicho sobre Sus enseñanzas. Y así, durante nuestra primera conversación telefónica, le dije: “¡Tengo la impresión que Vd. conoce el Secreto de Fátima!”. Y el Padre Malachi respondió: “Lo conozco”.
  
Cuando nos encontramos la semana siguiente, aludiendo a su escepticismo sobre el movimiento carismático, pregunté como un chiste: “¿El Espíritu Santo le reveló el Tercer Secreto?”. “Oh no”, respondió.

“Me mostraron una copia del Tercer Secreto cuando el Papa Juan XXIII lo abrió en 1960 y pidió la opinión de un grupo de Cardenales. Uno de estos Cardenales era el Cardenal Augustin Bea, de quien yo era asistente”. 
 
Entonces me atreví a preguntar: “El Tercer Secreto es sobre a la apostasía en la Iglesia, ¿cierto? Esta hipótesis se basaba en los pocos datos dispersos sobre Fátima que vinieron a ser conocidos durante los años de escasez espiritual de los años 70 y 80, y en el raciocinio de Fray Miguel de la Santísima Trinidad: “Los castigos materiales ya están predichos en la segunda parte del Secreto”. El Tercer Secreto predice “un castigo de orden espiritual”. Me sorprendió cuando el Padre Malachi contestó:
“La apostasía en la Iglesia forma el fondo o el contexto del Tercer Secreto. La apostasía sólo está ahora comenzando. ¡Pero los castigos previstos en el Secreto son muy reales, son castigos físicos, y son terribles!”.

“Acabamos de matar mil millones de personas”
Me contó entonces la conversación que había tenido el Cardenal Bea, cuando el Cardenal salió de la reunión con el Papa y sus consejeros en que el Papa Juan XXIII estaba pálido como la muerte: “¿Qué pasa, Eminencia?”, le pregunté. “Acabamos de matar mil millones de personas. ¡Mira esto!”. Me entregó una hoja de papel con 25 líneas manuscritas. Desde ese día, cada palabra de ese texto quedó grabada indeleblemente en la mente”.
 
El Cardenal Bea hizo esa declaración sobre “mil millones de personas” porque el Papa había decidido de no revelar el Tercer Secreto, ni consagrar a Rusia. Pregunté al Padre Malachi si me podía decir alguna cosa más sobre estos “terribles” castigos, que matarían mil millones de personas. Él me explicó que, antes de leer el Secreto, le fue pedido que hiciese un juramento de no revelarlo, pero él creía que debería haber sido revelado, y que Nuestro Señor y Nuestra Señora querían que fuese conocido. Por lo tanto, mencionaba el Tercer Secreto cada vez que podría; hablaba alrededor de él, dando mucha información de fondo sobre él, y el mayor número posible de pistas sobre él, sin llegar a revelar el texto.
 
Así consiguió nombrar muy rápidamente una lista de calamidades posibles y dijo que algunas de ellas estaban en el Secreto. Aunque la lista incluyese cosas como la 3ª Guerra Mundial, la muerte del Papa, y los Tres Días de Oscuridad, no era particularmente instructiva, porque ni todos los castigos futuros estaban en la lista, y ni todo lo que estaba en la lista era parte de los castigos.
 
Una nueva energía puede matar y destruir
Después dijo: “Sabe, va a venir una nueva forma de energía. Lo importante sobre esta nueva forma de energía es que será muy barata. Tan barata que podría satisfacer las necesidades de cada hombre, mujer y niño en la Tierra, si estuviese en las manos ciertas. Pero está en las manos de quien la usará para matar y destruir”. Entonces pregunté: “¿No quiere referirse a nuestro país?”. Y él respondió: “No. América es mala. Somos culpados de muchos pecados. Pero no somos tan malos. No somos suficientemente malos para matar deliberadamente mil millones de personas. Nosotros no haríamos eso. ¡Pero ELLOS lo harían!”. “¿Y quién son ‘ellos’?”. No quiso decirme.

“¿Cuáles países serán más afectados?”. Él dijo que el castigo sería peor en ciertos lugares que en otros, pero que nadie conseguiría evitarlo. “¿Y sería posible sobrevivir el castigo?”. Respondió pensativamente: “Sí, pero en la mayor miseria”. “¿Y cómo podemos saber cuando esas cosas están prontas a suceder?”. “Mira los cielos”, dijo, un aviso que repetiría muchas y muchas veces.
  
Tal como el efecto que las palabras del Tercer Secreto tuvieron sobre el Padre Malachi, el contenido de esta conversación quedaría imborrable en mi memoria. Después de aquel día, sentí que nunca más miraría mi vida de la misma manera. Durante los años que conocí el Padre Martin, él muchas veces haría comentarios sobre la información que me había dado en aquel primer día. Por ejemplo, llegó a decir que podríamos mitigar la severidad de los castigos que se aproximan si supiéramos el contenido del Tercer Secreto.
 
Yo también acostumbraba hacerle preguntas sobre declaraciones que había hecho públicamente durante sus alocuciones y entrevistas, o escribió en sus libros. Considerando la totalidad de las pistas que él reveló sobre el Tercer Secreto, pueden dividirse en tres categorías, que él presenta en su libro The Keys of This Blood (‘Las llaves de esta sangre’): “Un castigo físico de las naciones, envolviendo catástrofes, por la mano del hombre o naturales, en la tierra, el mar y la atmósfera del globo. Un castigo espiritual… [consistiendo] en el desaparecimiento de la creencia religiosa, en un período de falta generalizada de Fe en muchos países. Una función central de Rusia en dos series de acontecimientos precedentes.
 
En efecto, los castigos físicos y espirituales, según la carta de Lucía, serán colocados en un horario fatídico en que Rusia es el punto del fulcro” El Secreto fue presentado como una proposición ‘o-o’, dijo. El Papa de 1960 tenía la obligación de abrir el Secreto, leerlo y hacer lo que decía. Esto es el primer “o”. El Papa Juan XXIII rechazó este “o”, y por eso estamos ahora viviendo en el segundo “o”. El castigo espiritual comenzó aparentemente muy poco tiempo después de 1960. En resultado de la negativa del Santo Padre, el Padre Martin dijo: “Cardenales, Obispos y sacerdotes están cayendo en el infierno como hojas”. “La Fe desaparecerá de países y continentes”. “Muchos de los electos perderán la fe. Muchas personas que ahora creen desistirán de creer, en desespero. Las cosas se harán tan malas que, si Nuestra Señora no interviniese, nadie se salvaría”.
 
SUSANNE PEARSON, Malachi Martin nos da pistas sobre el Tercer Secreto: https://benedictinos.files.wordpress.com/2018/03/malaqui-martin.pdf

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