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jueves, 20 de febrero de 2020

CENTENARIO DE LA MUERTE DE JACINTA MARTO

Tomado de FSSPX NEWS.
  
  
Jacinta Marto es la más joven de los tres videntes de Fátima. Junto con su hermano mayor Francisco y su prima Lucía dos Santos, ella también pudo experimentar las apariciones de Nuestra Señora de Fátima. Según el testimonio de Lucía, fue Jacinta quien recibió de Nuestra Señora una mayor abundancia de gracias, una mejor comprensión de Dios y de la virtud, así como un especial amor e intimidad con el Inmaculado Corazón de María.
    
Lucía describe a la pequeña Jacinta como una persona naturalmente aprensiva y sensible. Se ofendía rápidamente y no era fácil consolarla después. Uno de sus defectos era ser avariciosa en los juegos. Sin embargo, tenía muy buen corazón, y el bondadoso Dios la había dotado de un carácter gentil y confiado que la hacía amigable. Desde muy pequeña aprendió a amar al Salvador crucificado con gran compasión; y cuando comprendió que Jesús sufrió a causa de nuestros pecados, se despertó en ella un profundo asco por el pecado. Esto también le ayudó a dejar pronto de lado sus malos hábitos.
   
EN EL CAMINO DE LA PERFECCIÓN
Durante las apariciones de Nuestra Señora, Jacinta quedó profundamente impresionada por la belleza y la bondad celestial de María. Tomó todas las enseñanzas con profunda seriedad y sufrió especialmente por los insultos contra el Inmaculado Corazón de María y por las muchas almas que iban al infierno. Todo esto desencadenó en ella un gran amor a Jesús, a María y a los pecadores, y la impulsó a la oración íntima y al espíritu heroico de sacrificio. Lucía escribe: «La visión del infierno la llenó de un horror tan profundo que toda penitencia y humillación no significaban nada para ella con tal de poder salvar a las almas de ir a ese lugar. A menudo decía: “Debemos rezar mucho para salvar a las almas del infierno. ¡Cuántos van a ir allí! ¡Tantos! ¡Con cuánta alegría sufro por Nuestro Señor y Nuestra Señora, sólo para consolarlos, porque ellos aman a los que sufren por la conversión de los pecadores”».
   
LA MISIONERA
El Corazón Inmaculado de María formó a la pequeña Jacinta en una misionera extraordinaria. A través de su oración ganó a muchos pecadores para Dios. Así se convirtió una mujer que insultaba a los tres pastorcitos cada vez que los veía. Esta mujer observó una vez cómo Jacinta levantaba las manos y los ojos al cielo y ofrecía su oración de sacrificio por la conversión de los pecadores. Esto la impresionó tanto que a partir de ese momento se convirtió e imporó a los niños que pidieran a la Virgen el perdón de sus pecados.
   
SU FAMILIARIDAD CON EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
La Virgen se honró visitando varias veces a la pequeña Jacinta personalmente. En Lisboa, la Virgen misma consoló a Jacinta en su sufrimiento y le reveló las preocupaciones de su corazón, que son especialmente importantes para nosotros hoy: «La gente está perdida porque no piensa en el sufrimiento y la muerte de Nuestro Señor y no se arrepiente. – Los pecados del mundo son muy grandes. Si la gente supiera lo que es la eternidad, haría cualquier cosa para cambiar sus vidas. – Habrá modas que ofenderán mucho a nuestro Señor. La Iglesia no conoce modas, nuestro Señor no cambia. – La Virgen quiere más almas vírgenes que estén ligadas por el voto de castidad. Ser puro en el cuerpo significa preservar la castidad. Ser puro en el alma consiste en no pecar”».
   
El 20 de febrero, la Santísima Virgen vino a liberar a su pequeña sierva de sus dolorosos tormentos. En ella tenemos un bello ejemplo de cómo podemos amar más a Jesús y a María.

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