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jueves, 20 de febrero de 2020

JESUCRISTO NO ERA SOCIALISTA

Por Vanessa Vallejo para PANAM POST.
  
«Exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan». (PanAm Post)
  
Cada tanto a algún insensato se le ocurre decir que Jesucristo era socialista. Hace unos días fue la famosa actriz colombiana Margarita Rosa de Francisco quien, acostumbrada como está a hablar a la ligera, dijo que Jesucristo era «mamerto». En Colombia un mamerto es un izquierdista.
  
No pocas veces he escuchado a personas afirmar que Jesucristo está en contra de la propiedad privada, que no quiere a los ricos y que desprecia a los negociantes. En esa línea hay quienes, haciendo una pésima interpretación de algunos versículos, imaginan a Jesucristo como un hippie enemigo del capitalismo.
  
Muchos señalan el episodio del joven rico, en Mateo 19, cuando un joven le pregunta a Jesucristo qué debe hacer para tener la vida eterna, el Señor después de recordarle los mandamientos le dice: «si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme». Dice la Biblia que al oír esas palabras el joven se fue triste porque tenía muchas posesiones.
  
De ahí hay quienes aseguran que Jesucristo es izquierdista y está en contra de la acumulación de dinero. No hay tal, no es que el dinero y la riqueza sean, en general, un impedimento para amar a Dios. Jesucristo no está en contra de la generación de riqueza, lo que sí está mal es tener al dinero como un Dios.
   
El primer mandamiento dice: amarás a Dios sobre todas las cosas. El Señor sabía que ese joven tenía una especial debilidad por el dinero y que amaba más sus riquezas que a Dios, por eso le pide que dé todo a los pobres. Estaba probando si era capaz de darle el primer lugar a Dios.
  
Los versículos del joven rico en Mateo 19 no son una orden para que todos los ricos regalen sus cosas. Es un llamado de atención para recordar que hay que amar a Dios por encima de todo, porque dependemos de él y no del dinero. Y que si en algún momento no tenemos riquezas materiales, igual hay que seguirlo amando, porque aunque los cristianos disfrutamos de las cosas materiales, nuestra mayor riqueza y más grande tesoro debe ser lo espiritual.
   
También hay quienes recuerdan lo escrito en San Juan 2;13, cuando Jesucristo se enoja con los comerciantes que venden sus mercancías en el templo, y los echa diciendo: «Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado». Se les ocurre a algunos incautos decir que queda en esos versos demostrado que a Dios no le gusta el comercio. Sin embargo, el Señor no dice que le molesta el comercio, lo que dice explícitamente es que le molesta que lo hagan en la casa del Padre. Y es que la iglesia es un lugar santo destinado para alabar a Dios, no para hacer negocios.
   
Además de que cuando se lee con inteligencia y detalle estos versículos tienen un sentido completamente diferente al que le atribuyen quienes ven a Jesucristo como un izquierdista enemigo del capitalismo, en Mateo 25:14 el Señor Jesucristo deja claro que no está en contra de acumulación de riquezas ni de la creación de valor. Incluso es todo lo contrario, aplaude al negociante diligente y condena al perezoso que no se esfuerza por producir.
  
En la parábola de los talentos, un amo le reparte talentos a sus tres siervos esperando que los trabajen y multipliquen. Cuando vuelve y ve que uno de los siervos en vez de trabajar el talento dado lo escondió en la tierra, se enoja y le acusa de negligente diciéndole: «debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. (…) Al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera.»
  
El Señor Jesucristo no está en contra de los banqueros, ni de los negociantes, ni de los que crean riqueza, todo lo contrario, aplaude a los que invierten y se refiere como «siervo inútil» a aquel que siendo negligente se niega a negociar con el capital que se le dio.
   
Pero, además, hay muchos versículos en los que el Señor da mandamientos completamente contrarios a los lineamientos del socialismo. No es solo que Jesucristo no es de izquierda, es que un cristiano de verdad no puede ser socialista.
   
En 2 Telasonicenses 3:6 se lee el subtitulo «El deber de trabajar». A partir del versículo 7 leemos: Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros. (…)
   
Esto va completamente en contravía de las peticiones de los socialistas de quitarle a los que trabajan duro y tienen riquezas, para mantener a otros. El Señor nos exhorta a trabajar con afán para no ser «gravosos» a otros.
   
E incluso va más allá y en el versículo 10 se lee: «porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: si alguno no quiere trabajar, tampoco coma». Todo esto tan diferente a los discursos de los socialistas que afirman que todos tenemos derecho a comida, casa, estudio y mil cosas más. No hay tal, en la Biblia, el Señor Jesucristo –que algunos despistados llaman socialista– nos deja claro que hay que trabajar duro y que quien no lo haga no se merece el pan de cada día.

A partir del versículo 11 leemos: «porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. 12. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan».
   
Hay que ser negociantes, rebuscadores, trabajadores infatigables, no ser gravosos a los demás, ganarnos el pan de cada día. Eso es lo que manda el Señor, de modo que por supuesto Jesucristo no es socialista.
   
Además de las enseñanzas en libro de Tesalonicenses sobre el trabajo duro, y la orden clara de que quien no trabaje no coma, en diferentes versículos del libro de Proverbios encontramos lecciones sobre lo perjudicial que es la pereza y lo bueno que es ser trabajador y diligente.
   
En Proverbios 10:4 La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece. Proverbios 10:26 Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, así es el perezoso a los que lo envían. Proverbios 13:4 El alma del perezoso desea, y nada alcanza; más el alma de los diligentes será prosperada. Proverbios 22:13 El perezoso dice: Hay un león afuera; seré muerto en las calles. Proverbios 20:4 El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará.
   
Qué dirán de todo esto los izquierdistas acostumbrados a leer libros como «El derecho a la pereza», escrito por el yerno de Karl Marx. La izquierda cree que nacemos con derecho a todo, piensa que el trabajo es un castigo. El cristiano de verdad, contrario a eso, ve la pereza como un pecado, porque así lo enseñó Jesucristo.
   
Proverbio 6:9-11: «Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado.»
   
Nuestro Señor Jesucristo nos exhorta a través de diferentes versos a ser diligentes, trabajadores hasta el cansancio, condena a los perezosos y a los negligentes que no utilizan bien el dinero, e incluso es cortante en decir: el que no trabaje, tampoco coma. Jesucristo nada de socialista tiene.

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