«Los
sufrimientos de Jesús no pueden separarse de los dolores de María. Así
como el primer Adán tuvo a una mujer como cómplice en su rebelión contra
Dios, así el nuevo Adán quiso tener a una mujer que compartiera su obra
al re-abrir las puertas del cielo para los hombres. Desde la cruz, Él
se dirige a su propia Madre Dolorosa como la “mujer”, y la proclama la
nueva Eva, la Madre de todos los hombres, por quienes Él moría para que
tuvieran vida».
PÍO XI. Homilía de la Misa de canonización de San Gabriel de la Virgen Dolorosa y Santa Margarita María de Alacoque, 1920.
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