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lunes, 11 de mayo de 2020

NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ DE BARRAL

Año 1917. Transcurren tres años de la Gran Guerra Europea, con todos sus males conexos. La masónica y anticlerical I República Portuguesa había entrado a la guerra. En ese ambiente trágico, pero lejano para el campesino de la Portugal profunda, se daría una aparición que a nuestros días es desconocida para muchos. Se trata de Nuestra Señora de la Paz de Barral.
  
  
El día jueves 10 de mayo, el pequeño Severino Alves, de 10 años, pastoreaba como siempre el rebaño en cercanías del lugar de Barral, fracción de Villa Chã San Juan (Puente de la Barca).
   
En sus pequeños dedos, corrían las cuentas del Rosario que rezaba devotamente, mientras, con la mirada, controlaba al rebaño camino al pasto. Hasta que en una enramada, cerca de la ermita de Santa Marina, sintió un relámpago. Era una luz tan fuerte y tan brillante, que el niño quedó estático, impresionado con un gran miedo.
   
Vencida la emoción, dio algunos pasos, atravesó un portal y miró alrededor. Severino intentaba percibir lo que estaba sucediendo.
  
En ese momento, divisó a una Señora. Tenía las manos juntas y su rostro era bello, bello como ningún otro. Se vestía de blanco y un manto azul le cubría la cabeza. Ella estaba llena de luz y de resplandor.
  
Fascinado con semejante belleza de la Aparición, el pastorcillo retrocedió unos pasos y cayó por tierra, sorprendido con tal acontecimiento. Además exclamó: “¡Jesucristo!”, pero en ese momento La Visión desapareció.

En el día siguiente, sin que sintiera relámpago alguno, cuando atravesaba el portal, se deparó con la misma Señora, que estaba en el mismo sitio.
  
Severino cayó de rodillas. Miró, después, el rostro sonriente de la Aparición y le dijo lo que el Párroco le había aconsejado: “¡Quien no habló ayer, que hable hoy!”.

La Aparición le dijo:
“¡No te asustes, niño; Soy Yo! Di a los pastores del monte que recen siempre el Rosario, que los hombres y mujeres recen el Rosario todos los días y canten la ESTRELLA DEL CIELO. Y las madres que tienen a los hijos allá afuera, que recen también el Rosario, canten la ESTRELLA DEL CIELO y se apeguen Conmigo, que Yo he de acudir al mundo y aplacar la guerra”.
  
Es de advertir que los más ancianos de la localidad llamaban ESTRELLA DEL CIELO a una oración que en aquella fracción se cantaba cuando había calamidad o guerra.

Para saber sobre la oración referida, tuvo que recurrirse, en 1917, a una ancianita, que la dijo como sabía, y lo cantó como pudo, después de haber recurrido sin resultado a todas las personas más jóvenes.

El Reverendo Párroco de la fracción informó que tal oración era usada hacía unos cuarenta y tantos años, pues, teniendo el Párroco 61 años, se acordaba de ella cuando era niño, pero pudo constatar que desde entonces y hasta las Apariciones, nadie hablaba de ella, y mucho menos era usada en la fracción.

El Párroco constató también que este hecho fue uno de los que lo llevó a creer en la historia del joven niño Severino, pues ni este ni su madre tendrían conocimiento de la existencia de esta oración. Esto hizo con que el Párroco creyese que había verdad en las declaraciones del pastorcillo acerca de la Aparición.
  
Al poco tiempo, Mons. Manuel Vieira de Matos, arzobispo de Braga, aprobó la oración y concedió a cuantos la rezaren devotos 100 días de Indulgencia.

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