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lunes, 22 de febrero de 2021

MES DE LA SANTA FAZ - DÍA VIGESIMOSEGUNDO

Tomado del devocionario El mes de la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo, escrito por el padre Jean-Baptiste Fourault, sacerdote del Oratorio de la Santa Faz y publicado en Tours en 1891; y traducido al Español por la Archicofradía de la Santa Faz y Defensores del santo Nombre de Dios de León (Nicaragua) en 2019.
   
MEDITACIÓN VIGESIMOSEGUNDO DÍA: LA FAZ DE JESÚS, VERÓNICA Y LAS SANTAS MUJERES.
Oh, Faz adorable, limpiada con un velo por una piadosa mujer camino al Calvario, ten piedad de nosotros.
     
Estamos a punto de meditar sobre la materia de la cual los amigos de la Santa Faz aman con especialidad. Verónica y las santas mujeres nos enseñarán como consolar, regocijar la adorable Faz de Jesús. ¡Oh! Que pudiéramos participar de los sentimientos de esas piadosas mujeres, y con ellas seguir al Salvador a lo largo del sendero de la reparación, y ofrecer a Jesús el piadoso homenaje que Él aguarda de sus más fieles discípulos.
                            
1º PUNTO – VERÓNICA ENJUGA LA FAZ DE JESÚS.
Con mucha dificultad se había levantado el Salvador de su primera caída, cuando una piadosa Israelita, quien le había seguido y estaba llena de compasión por sus sufrimientos, no pudo contener el impulso de su amor generoso y fiel. Pasó por en medio de la fila de los soldados, despreció el sarcasmo de la muchedumbre, y por último alcanzó a su Maestro.
   
No tenía ya la apariencia de un hombre, convertido en gusano, como si lo fuera, y como los despojos de la humanidad. Bajo estas apariencias, Ella adora a su Dios, voluntariamente desfigurado por nuestros pecados, y desprendiendo el precioso velo que cubría su frente, puesta de rodillas, se lo presenta, a su Salvador, Él toma el velo de Verónica, lo aplica a su Faz divina, le muestra a la piadosa mujer el verdadero alivio que su acto de caridad le ha provisto.
   
Y le deja a ella la prueba milagrosa de ello. Y la perdurable recompensa que el mundo entero venera en San Pedro, Roma, que guarda para siempre preservada en los rasgos del Hombre Dios sufriendo por sus criaturas en testimonio de su amor.
   
Oh, Jesús, permitidme reparar, en unión con Verónica, los sacrilegios, las impiedades, la indiferencia y la frialdad de la que sois objeto cada día. Imprimid vuestra Faz en mi corazón, y por este símbolo (señal) reconocedme como vuestro hijo y vuestro discípulo.
                    
2º PUNTO – LA SANTA FAZ Y LAS SANTAS MUJERES.
Verónica no estaba sola, había una multitud de personas y mujeres que lloraban y se lamentaban por Jesús (Sequébatur autem illum multa turba pópuli, et muliérum quæ plangébant et lamentábantur eum. Luc. XXIII, 27). Ellos también tienen su recompensa. El Salvador se detiene, vuelve su Santa Faz sobre ellos, y deja caer de sus labios estas palabras consoladoras: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras mismas y vuestros hijos».
   
Estas palabras del Salvador han resonado por todos los siglos en los oídos de las piadosas mujeres, de las viudas, de todas las mujeres cristianas, que se han puesto a meditar la Pasión de Cristo, para seguir el doloroso camino del Viacrucis, y también expresar los sentimientos de dolor con el cual el lamentable estado al que ha sido reducido su maestro les inspira, la instrucción que siempre reciben es la misma.
   
Antes de compadecerse de los sufrimientos de su Dios, tratan de poner un alto al torrente de iniquidades que engullen por las impiedades y blasfemias de sus hijos, de sus maridos y de sus padres. Es por vosotras y por ellos que debéis llorar, en lugar del sufrimiento del Salvador.
   
Oh, Jesús, dadme la gracia de hacer de corazón este piadoso deber, y por mis expiaciones, mis suspiros y mis lágrimas, ganar corazones para Vos.
        
Ramillete Espiritual: Nólite flere super me, sed super vos ipsas, flete et super fílios vestros. (No lloréis por mí, sino llorad por vosotras y vuestros hijos. San Lucas XXIII, 28).
       
LA PRESENTACIÓN DEL ESTANDARTE DEL SAGRADO CORAZÓN POR EL SR. LEÓN PAPIN DUPONT AL GENERAL CHARETTE.
Son conocidos los hechos que tuvieron ocasión de este episodio de la historia nacional de Francia durante el año de 1871. A nuestros lectores, sin embargo, permitidme, traerlos a memoria. Fue durante los días más amargos de nuestras desgracias. Nuestro ejército había sufrido varias derrotas sangrientas; a la vergüenza de la capitulación se habían añadido las torturas infringidas sobre el país: la capital estuvo a punto de ser sitiada por un ejército veinte veces superior al de sus defensores. Toda esperanza parecía perdida.
   
Durante el mes de octubre de 1870, el Sr. de Montagu, un caballero atacado por hidropesía del corazón, y el Sr. padre Víctor de Musy, un joven sacerdote que era paralitico y casi ciego, quien estaba destinado más tarde a ser uno de esos privilegiados a recibir gracias y la mano de Nuestra Señora de Lourdes, conversaban juntos respecto a las desgracias de Francia y buscaban los medios como remediarlas.
   
Ya por entonces un laico, oriundo de Poitiers, había hecho el voto de levantar un santuario al Sagrado Corazón en el medio de París. Una vez que el anciano le dijo a su interlocutor: «Santa Margarita de Alacoque escribió estas palabras consoladoras: “El Sagrado Corazón salvará a Francia”. Esforcémonos para poner en manos de nuestros soldados el verdadero estandarte cristiano bordado sobre sus pliegues, la imagen del Sagrado Corazón. Enviemos este estandarte a París, y que ondee como
testimonio de la fe de Francia sobre los muros de la capital asediada».
   
El padre de Musy acogió la idea, e inmediatamente escribió a sus superiores de la Visitación en Paray-le Monial. A los pocos días fue bordado el estandarte. Quedaba entonces la dificultad de hacerlo llegar a manos del General Luis Julio Trochu, Comandante de París. Se había roto toda comunicación con la capital, y el Gobierno de la Defensa Nacional se había instalado en Tours. El padre de Musy tenía en ese pueblo un amigo devoto, el Sr. Dupont. Le envió el estandarte con estas palabras: «Si puedes, debes enviárselo al General Trochu. Si no, confíalo a uno de nuestros heroicos cruzados, Charette de La Contrie».
   
Por una coincidencia providencial, Atanasio Charette acababa de llegar a Tours para organizar su batallón de voluntarios del Oeste. El Sr. Dupont lo llamó al Hotel de Londres, y se arregló una reunión delante de la Santa Faz para la mañana siguiente. Ahí, en presencia de un pequeño grupo de amigos, se abrió la caja que contenía el estandarte. Este estandarte, una copia auténtica del que ha sido visto en el Oratorio de la Santa Faz, representa al Sagrado Corazón, y tiene la siguiente leyenda sobre él: «Corazón de Jesús, salvad a Francia». Se ofrecieron oraciones por la salvación de Francia, y se decidió que el estandarte fuese colocado por el Rev. Padre Rey hasta el siguiente día sobre la tumba de San Martin, y que al lado reverso se agregaran estas palabras: «San Martín, proteged a Francia». El bordado diseñado por las damas que estaban presentes fue elaborado por las Carmelitas.
   
Charette recibió entonces, de las manos del hombre santo de Tours, y en medio de la emoción de todos los ahí presentes, el lábaro, que estaba destinado a distinguirse en los campos de Patay y Loigny. Esta escena conmovedora ha sido representada, en un vitral del Santuario de Notre Dame de Graçay (Diócesis de Bourges). Se ve ahí al Sr. Dupont, de pie delante de la Santa Faz, con una mano alzada hacia el cielo, como en actitud del cumplimiento de un acto solemne; con la otra mano, sostiene el estandarte del Sagrado Corazón, el cual, el Coronel Charette, arrodillado sobre una rodilla, recibe con fe y reverencia.
   
Los peregrinos que visitan este santuario, y quienes admirarán esta obra de arte, no fallarán en hacer la reflexión que la devoción al Sagrado Corazón y la devoción a la Santa Faz, están inseparablemente unidas. Dios ha levantado ambas, la una sobre la otra, para ser en estos últimos días, poderosos medios de regeneración y salvación.        
   
INVOCACIÓN
Oh Señor Jesús, que habéis dicho: «Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón», y que manifestaste sobre vuestra augusta Faz los sentimientos de vuestro divino Corazón, conceded que nosotros amemos y lleguemos con frecuencia a meditar sobre vuestros rasgos divinos, que podamos leer ahí vuestra gentileza y vuestra humildad, y aprendamos como formar nuestros corazones con la práctica de estas dos virtudes que deseáis ver resplandecer en vuestros siervos. Amén.

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