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jueves, 22 de abril de 2021

ORACIONES POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES

    
El Papa Pío XII compuso estas dos oraciones para pedir la santificación de los sacerdotes, enriqueciéndolas con indulgencias (Fuente: LA CIVILTÀ CATTOLICA, año 107 (1956), vol. II, cuaderno 2544, págs. 654-655; vol. III, cuaderno 2547, pág. 314. Traducción propia).
   
1.º PARA USO DEL CLERO
LATÍN
Dómine Jesu, Póntifex ætérne, Pastor bone, fons vitæ, qui nos, nullis nostris suffragántibus méritis, ex peculiári Sacratíssimi Cordis tui múnere in sacerdotum tuorum ordinem aggregasti, ad illa implénda vota, quæ grátia tua méntibus nostris aspírat, auxiliántis misericórdiæ tuæ nobis larga dona concéde. Tu qui pro nobis sanctificásti teípsum, ut simus et ipsi sancti in veritáte (cfr. Joann. 17, 19), fac, ut a via, quæ tu es, númquam digrediéntes, in doctrína tua sollértes, in exsequéndis legis tuæ præcéptis fidéles, suavíssimi Cordis tui imáginem in nostros mores referámus, et in te et per te in ómnibus rebus Patri placeámus cœlésti.
   
Respléndeat in nobis cum prudéntia omnis forma justítiæ, et castæ temperántiæ moderatióni fortitúdinis robur adjúngatur. Péctori nostro sincéra fides insídeat, immortálium bonórum spes solácii rorem infúndat; ibíque cœléstis ignis fiamméscat, quem Cor tuum fornax ardens caritátis accéndat. Fac ut in verbis tuis, in quíbus ætérna sapiéntia refúlget, jugis meditátio nostra versétur, et unde ipsi páscimur, oves gregis tui, curam nostram, pascámus. Qui Evangélio tuo adversántur, unitátis nostræ vereántur compáginem, neque ullo modo in nobis quídquam deprehéndant, quod Ecclésiæ tuæ, Matri nostræ, expérti rugæ et máculæ, impútent. Fac dénique ut non nostras utilitátes, sed tuam gloriam sectantes, usque ad extrémum hálitum in offício nostro, rectæ voluntátis consciéntia pura, perstémus; et cum corpus nostrum moríetur, te, quem in terris habémus ductórem et cómitem, in Sanctórum splendóribus ætérnum prǽmium sortiámur. Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitáte Spíritus Sancti per ómnia sǽcula. Amen.
   
TRADUCCIÓN
Oh Jesús, Eterno Pontífice, Buen Pastor y Fuente de vida, que por la singular generosidad de tu dulcísimo Corazón nos has agregado, sin sufragio de nuestros méritos, al orden de tus Sacerdotes para realizar en nosotros los votos que tu gracia inspira en nuestras almas, te rogamos: concédenos largamente los dones de tu misericordia auxiliadora. Tú que por nosotros te santificaste en ti mismo, para que seamos santos en la verdad (cfr. San Juan 17, 19), haz que nunca nos apartemos del camino que eres Tú, seamos expertos en tu doctrina, fieles en seguir los preceptos de tu ley, olevemos en nuestras costumbres la imagen de tu dulcísimo Corazón, y en Ti y por Ti nos agraden las cosas del Padre celestial.
   
Resplandezca en nosotros por la prudencia toda forma de justicia, y agréguese el vigor de la fortaleza a la moderación de la casta templanza. Que en nuestros pechos se asiente la fe sincera  descienda sobre nosotros el rocío de consolación por la esperanza de los bienes inmortales, y arda ese fuego celestial que enciende tu Corazón, horno ardiente de caridad. Haz que en tu palabra, en la cual resplandece la eterna Sabiduría, verse nuestra continua meditación, y a nuestra vez apacentemos con ella a las ovejas de la grey que se nos ha confiado. Que los adversarios del Evangelio teman la compactez de nuestra unión y no encuentren en nosotros nada que imputar a tu Iglesia, nuestra Madre, sin mancha ni arruga. Haz, finalmente, que hasta nuestro extremo aliento no sigamos nuestras utilidades sino tu gloria, y perseveremos en nuestro oficio con voluntad recta y conciencia pura. Y cuando mueran nuestros cuerpos, Tú, a quien tenemos como conductor y compañero nuestro, nos asocies con tus Santos en el esplendor de los premios eternos. Tú que vives y reinas con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos. Amén. 

1000 días de Indulgencia para los sacerdotes que, con la contrición necesaria, recen esta oración (Sagrada Penitenciaría Apostólica, 14 de Mayo de 1956).
   
2.º PARA USO DE LOS FIELES
Oh Jesús, Eterno Pontífice, Buen Pastor y Fuente de vida, que por la singular generosidad de tu dulcísimo Corazón nos has dado a nuestros Sacerdotes para realizar en nosotros esos designios de santificación que tu gracia inspira en nuestros corazones, te rogamos: ven en su ayuda con tu misericordia auxiliadora.
   
Sea en ellos, oh Jesús, la fe viva en las obras, la esperanza inquebrantable en las pruebas, y la caridad ardiente en su propósito. Que tu palabra, rayo de eterna Sabiduría, se convierta, a través de la continua meditación, en el alimento perenne de su vida interior; que los ejemplos de tu vida y de tu Pasión se renueven en su conducta y en sus sufrimientos para nuestra erudición, en luz y en consuelo de nuestros dolores.
    
Haz, oh Señor, que nuestros Sacerdotes, desprendidos de todo interés mundano y solo solícitos de tu gloria, permanezcan fieles al deber con pura conciencia hasta el extremo anhelo. Y cuando con la muerte del cuerpo pongan en tus manos la tarea bien cumplida, puedan tener en ti, Señor Jesús, que fuiste su Maestro en la tierra, el premio eterno de la corona de la justicia en el esplendor de los Santos. Así sea. 

1000 días de Indulgencia para los fieles que, con la contrición necesaria, recen esta oración (Sagrada Penitenciaría Apostólica, 17 de Julio de 1956).

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