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jueves, 2 de septiembre de 2021

SAN BROCARDO, SEGUNDO GENERAL LATINO DE LOS CARMELITAS

«Dichoso el siervo que no se considera mejor cuando es engrandecido y ensalzado por los hombres, que cuando lo tienen por vil, simple y despreciable, pues lo que es el hombre ante Dios, eso es y nada más. ¡Ay del religioso que los otros ponen arriba y no quiere bajar por su propia voluntad! Y dichoso el siervo que ponen arriba,  no por su voluntad, y siempre desea estar a los pies de los demás» (San Francisco de Asís).
  
    
San Brocardo era francés, pero fue al Monasterio de Monte Carmelo. Elegido general del Carmelo a la muerte de San Bertoldo, le pidió a San Alberto, Patriarca de Jerusalén, que escribiera una regla para los monjes. Esta regla, establecida en 1195, se convirtió en la base de la fundación moderna de la Orden Carmelita. El Papa Honorio III, disgustado porque la regla no había sido sometida previamente a la aprobación de la Santa Sede, como lo exigía el Concilio IV de Letrán, objetó su uso, pero al tener una visión en la que la Santísima Virgen sostenía la regla, le dio su aprobación el 30 de Enero de 1226 con la bula “Ut vivéndi normam”.
   
Brocardo, también llamado Burchard, rigió el convento durante treinta y cinco años, siendo un ejemplo de devoción a la regla, y ganándose el respeto de los musulmanes de la región. En 1214 creó la provincia carmelita de Occidente, nombrando vicario de esta a San Simón Stock. Luego de una aparición en que la Virgen le dijo «Ven ya, bendito del Señor, y entra en los eternos Tabernáculos que tienes merecidos: que contigo están tu Padre Eliseo y los Profetas, que te recibirán y te colocarán en su coro», murió por causas naturales en el año 1231 y fue sepultado en el Monte Carmelo. Su culto se decretó en el Capítulo General de 1564, y fue confirmado en 1672 cuando la Sagrada Congregación de Ritos aprobó lecciones propias del Breviario carmelita.
  
REFLEXIÓN
Antes de morir, San Brocardo dijo a sus hermanos de religión:
«Hijos míos, Dios nos llamó a la Sagrada Orden del Carmelo y nos puso en el número de sus fidelísimos ermitaños. A más de esto sin nosotros merecerlo, nos honró con el singular y glorioso título de Hermanos de la Virgen María. Cuidad de que después de mi muerte no se halle entre vosotros este nombre falsamente poseído; antes procurad que todo el mundo conozca que el nombre responde a vuestros méritos. Por lo tanto, perseverad constantemente en el bien, aborreced las riquezas, menospreciad el mundo y ajustad vuestra vida a la vida ejemplar de la Bienaventurada Virgen María y de nuestro fundador, el santo Profeta Elías».
La verdadera devoción a la Virgen Santísima lleva a imitar las virtudes que Ella practicó. De otro modo, no es sino un agravio en su contra.
   
ORACIÓN
Santifica, Señor, a tus siervos, que humildemente te suplicamos en la fiesta de tu bienaventurado Confesor San Brocardo, ermitaño del Monte Carmelo, para que por su salvífico patrocinio nuestra vida pueda ser protegida siempre en la adversidad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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