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sábado, 11 de diciembre de 2021

CUANDO LA INCERTIDUMBRE HACE MELLA

Noticias tomadas de GLORIA NEWS. Comentario propio.
    
  
  
No es admisible “demonizar cualquier desarrollo litúrgico” en nombre de una “Misa de todos los tiempos” que “nunca existió”, demoniza el cardenal dubianista Walter Brandmüller en Die-Tagespost.de (9 de diciembre) una posición que nadie ha adoptado.
   
Describe a los “progresistas” y a los “tradicionalistas” de la liturgia como “pendencieros” y, curiosamente, se sitúa en una posición intermedia entre sus puntos de vista, que considera equivocados. Brandmüller siempre ha sido un seguidor del conformismo litúrgico del Nuevo Rito.
     
Cualquier polémica litúrgica es para él una “grotesca contradicción” con la voluntad del Señor, que habló con tanta fuerza en la “institución de la Eucaristía” de la “unidad de los suyos con Él y entre ellos”. Brandmüller pasa por alto el hecho de que la “cuestión litúrgica” sólo comenzó con la revolución del Novus Ordo y no ha cesado desde entonces.
    
Presuponiendo una separación maniquea entre forma y contenido, moraliza que no es la “forma” lo crucial en la liturgia, sino la “conciencia, el cuidado, la devoción y la dignidad” con que se realiza. Los argumentos subjetivistas de este tipo pueden utilizarse para justificar cualquier tipo de liturgia, incluidos los espectáculos de Amazonía u homosexuales.
   
Para Brandmüller, la “discordia litúrgica” dentro de la Iglesia la debilita, sin embargo, en las agonizantes parroquias diocesanas el Novus Ordo reina sin oposición.
   
  
    
La diferencia entre el Rito Romano y el Novus Ordo está “sólo en algunos ritos externos”, afirma un despistado cardenal Gerhard Müller en un prefacio a la edición alemana del libro del obispo de Rito Antiguo Fernando Arêas Rifám, “Tradition und lebendiges Lehramt” [Tradición y Magisterio Vivo], publicado el 22 de noviembre.
    
Entre los elementos “que no pertenecen a su sustancia”, Müller enumera la dirección y el lenguaje de la celebración. Sin embargo, en la vida real, estos dos puntos se encuentran entre los dogmas del Novus Ordo más agresivamente defendidos, hasta el punto de que un sacerdote que preside en latín o de cara a Dios es inmediatamente despedido.
     
De hecho, el Rito Romano y el Novus Ordo no se pueden comparar, ya que este último nunca se ha desarrollado como un rito comúnmente reconocido, porque cada sacerdote inventa sus propias ceremonias, y los abusos litúrgicos son la norma.
       
Müller, que se “ordenó” el 11 de Febrero de 1978, sólo celebró dos veces en el Rito Romano [el 11 de Julio en Le Barroux de Francia] Para él, es “absurdo” que las formas de la Misa “se eleven al nivel de la dogmática”, como si la liturgia dependiera de las teorías dogmáticas académicas y no al revés.
     
Él se niega a enfrentarse a la realidad, afirmando que el Vaticano II “no” es la causa de la mala interpretación de “sus enseñanzas” (el Vaticano II no fue un Concilio dogmático, sino sólo un Concilio pastoral), y que no se debería culpar a la “liturgia renovada” de sus abusos (¿quién debería hacerlo?).
    
Según él, el Rito Romano y el Novus Ordo «deben ser aceptados por todos los católicos sin dudar de la ortodoxia del otro ni eludir la obligación de todos de obedecer al Papa y al obispo competente en materia de fe y disciplina sacramental». Desgraciadamente, Müller deja sin responder la pregunta de cómo se puede comparar la ensalada de abusos del Novus Ordo con el venerable Rito Romano. Además, el Papa tiene competencia sobre la “disciplina” sacramental, pero no sobre los sacramentos.
     
Müller sigue calificando a Traditionis Custodes de “cuestionable en su contenido y en su forma”, lo que parece contradecir su declaración anterior.
      
Para él, la solución es la “unidad” y la “justicia” sin la verdad. «El buen católico, en aras de la unidad de la Iglesia y confiando en la justicia superior de Dios, se somete humildemente a las decisiones de la autoridad eclesiástica, incluso si las encuentra injustas y débilmente justificadas por los hechos –aparte, por supuesto, de la exigencia de obediencia a las enseñanzas heréticas o a los actos inmorales–», de los que el régimen de Francisco Bergoglio está lleno.
   
COMENTARIO: El apunte de que «Nunca existió una “Misa de todos los tiempos”» sería excusable en Gerhard Ludwig Müller Straub, mas no en Walter Brandmüller, que conoció la Misa Romana Tradicional y ofició en ella (Brandmüller, convertido del protestantismo, fue ordenado sacerdote el 26 de Julio de 1953 por el arzobispo de Bamberga Joseph Otto Kolb Glückert). Pero como “honores mutan costumbres”, Brandmüller aceptó el Vaticano II y el Novus Ordo para ascender en la jerarquía (aunque tardíamente, porque le “instalaron” obispón y cardenal en 2010, cuando ya tenía 82 años y no podía ser elector).
    
Müller, por su parte, es entendible que diga que el Novus Ordo y la Misa Romana Tradicional solo existen diferencias «en algunos ritos externos» y sostenga el mantra de la «mala interpretación» del Vaticano II que mamó desde su formación en el seminario de Maguncia y que veló por su aplicación como sucesor de su compatriota Joseph Ratzinger como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (aunque él mismo profesó herejías como la negación de la Virginidad perpetua de María Santísima, la Transubstanciación y la historicidad de la Resurrección de Nuestro Señor).
   
Ambos son el ejemplo de la confusión mental que existe en los miembros de la Secta Deuterovaticana, donde se pretende una quimérica concordia entre el modernismo y una “tradición” bastardeada.

3 comentarios:

  1. Además siguió diciendo Monseñor que en un «momento histórico, en el que la incredulidad, el odio a Dios y el burdo materialismo asaltan casi por doquier a la Iglesia, es hora, en lugar de discutir sobre la liturgia, de proclamar con fuerza y unidos las verdades eternas de la fe, el Evangelio, y de vivir bien», echando balones fuera y comportándose como un político de la Santa Sede. Que en la liturgia se comenten excesos es correcto, en la misa dominical de mi parroquia mi vicario en lugar de decir " pidamos perdón por nuestros pecados", cada semana dice otras frases como" pidamos disculpas por nuestras faltas/ofensas".

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    1. Brandmüller es un político, y si uno lo ve nada le quedó de cura de almas (fue capellán de San Juan de Kronach entre 1953-1957, y en San Martín de Bamberga entre 1957-1960. El resto del tiempo, dando clases en la universidad y presidiendo sociedades científicas (por eso lo hicieron cardenal).

      Por otra parte, los abusos litúrgicos son de todas épocas, pero en el Novus Ordo son endémicos porque no siguen más rúbrica que «Aquí el cura soy yo, y la liturgia es lo que diga yo. Si a alguno no le gusta, vaya y quéjese con el obispo» (a veces no en tan “diplomáticos” términos).

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  2. A mí el Cardenal Gualterio Brandmüller me ha decepcionado. Aunque reconozco su gran capacidad intelectual y sus vastos conocimientos históricos precisamente su soberbia le pierde. En una entrevista que hace tiempo leí y que concedió a los del Opus (Universidad de Navarra), decía que no hay ninguna Historia ( se refería a Manuales) perfecta de la Iglesia y que sólo él hubiera podido ser capaz de escribirla (sic!) o dirigirla. Criticaba incluso a Hubert Jedin. Con personas como Brandmüller no se puede ir a ninguna parte.
    En cuanto a Gerardo Ludovico Müller es una veleta que gira continuamente dentro del campo conservador.
    Con estas personas no vamos a ninguna parte.
    Ya decia Monseñor Spadafora cuando Ratzinger era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que nada se podía esperar de él. Y Müller es discípulo aventajado de Ratzinger y alumno distinguido.

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