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lunes, 18 de julio de 2022

ALBINO Y LOS KIKOS, FRAGMENTOS OLVIDADOS


Confirmada la “beatificación” de Albino Luciani Tancon/Juan Pablo I para el 4 de Septiembre, que será presidida por Francisco Bergoglio. Pero lo que nos convoca es un episodio de cuando él era Patriarca de Venecia, y le tocó presenciar la llegada a su diócesis del movimiento creado por Francisco José Gómez-Argüello Wirtz (más conocido como Kiko Argüello), hablamos del “Camino Neocatecumenal”.
  
A Luciani le tocó presentar a pedido del cardenal Franjo Šeper Kelemen, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (otrora Suprema y Sagrada Congregación del Santo Oficio) sobre los kikos, en el cual palabras más palabras menos, veía como un movimiento que se debía vigilar (opinión que también compartían, inter ália, el cardenal primado Vicente Enrique y Tarancón).
  
Todo el recuento proviene de la reseña del presbítero Jesús López Sáez al libro Albino Luciani. Giovanni Paolo I. Biografia “ex documentis”. Dagli atti del processo canonico [Albino Luciani. Juan Pablo I. Biografía “ex documéntis” de las actas del proceso canónico] (en adelante, “Biografía”), publicado por los postuladores de la causa de “beatificación” del “Papa meteorito”, y donde presenta algunos aspectos que la biografía oficial no presenta o lo hace a las apuradas, como la postura frente a movimientos como la Acción Católica, Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, Opus Dei, la “Renovación Carismática” y distintos movimientos izquierdistas. Sin más, veamos los apartes correspondientes al Camino Neocatecumenal:
«En octubre de 1974, el cardenal Luciani informa a los obispos vénetos sobre el movimiento de los neocatecumenales, destacando la perplejidad que se había manifestado en la Conferencia Episcopal Italiana. El cardenal [Ugo] Poletti había indicado “dudas sobre algunos aspectos litúrgicos y pastorales”. Para Luciani “es un fenómeno que hay que controlar mucho”, en la línea de las preocupaciones manifestadas por Pablo VI en su discurso al Sínodo y en otro discurso de mayo de 1974 [Biografía, pág. 590].
   
En abril de 1976 Luciani es consultado por la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre los neocatecumenales, de los que “existen valoraciones discordes”. Se le pide que informe sobre el movimiento en Venecia y envíe una opinión articulada. Luciani responde el 8 de mayo. En Venecia, en noviembre de 1971, comienza una primera comunidad en la parroquia de Santa María Formosa; “Requerido más tarde que aprobara la ‘comunidad’ di una aprobación verbal ad experimentum”.
  
“De esta primera comunidad surgieron otras en Venecia y en Mestre. Requerido el permiso por el párroco, siempre manifesté perplejidad, invitando a reflexionar bien antes de comenzar; quien insistió en querer probar tuvo un permiso ad experimentum. Algún párroco comenzó, luego desistió, decepcionado. Hoy una o más ‘comunidades’ hay en siete parroquias de la diócesis veneciana”.
  
“Confieso que aún no he entendido bien qué es lo que pretenden y quieren los promotores. Los párrocos que tienen aquí ‘comunidades’, en general, son personas serias y se dicen contentos de algún buen fruto que encuentran. Sobre ellos causa buena impresión que el Papa haya dirigido el 8-5-1974 un breve saludo a un grupo de neocatecumenales presentes en una audiencia general. Las palabras del Papa –reproducidas también en L’Osservatore Romano- son, con exageración, propagadas como un reconocimiento explícito. Un decreto de 7-2-1976 del cardenal Tarancón, fotocopiado y mostrado, les sirve también de apoyo”.
   
Luciani formula las siguientes perplejidades:
a) “Algunos de los neocatecumenales me parecen un poco fanáticos: sienten tener el ‘Espíritu’: quien, invitado, rehúsa asociarse a ellos, ¡resiste al Espíritu! Muchos otros, en cambio, son equilibrados: en mi opinión, es demasiado escasa la preparación para llamarse ‘misioneros’ y predicar”.
b) “En algún lugar se toman ‘libertades’ en liturgia: la ‘paz’ (gran abrazo y besos también entre hombres y jóvenes señoritas y monjas) se da y se recibe antes del ofertorio; nada de ‘Credo’ porque son catecúmenos; nada de formas, sino un solo gran pan común consagrado, después partido y distribuido (¡los fragmentos!); “Cristo ha resucitado”, gran slogan y se supone que, ‘anunciado’ y aceptado esto, el resto no tiene mucha importancia; plegarias improvisadas con algunas ingenuidades (un cura: ‘gracias, Señor, esta tarde he descubierto finalmente lo que es la Iglesia’)”.
c) “No el domingo, sino la noche entre sábado y domingo sería recordada la Resurrección. Algún párroco se declara agotado: ¡velar gran parte de la noche con el grupo neocatecumenal y después presidir todas las liturgias dominicales de la parroquia!”.
d) “Los ‘catequistas’ o ‘misioneros’ son enviados a las parroquias, que lo piden, por la ‘comunidad’: el obispo no controla si tienen la preparación necesaria ni es consultado. En algún caso ha sucedido que se trataba de personas bien intencionadas, llenas de espíritu de sacrificio, pero que de buena fe enseñaban cosas no ciertas o sólo algunos puntos de la doctrina cristiana”.
e) “Me parece un poco artificial y pesada la estructuración: precatecumenado de dos años, primer escrutinio y paso provisional al catecumenado; segundo escrutinio y paso definitivo al catecumenado; elección y renovación de las promesas bautismales y entrada en la Iglesia. Todo esto es llamado camino eclesial, hacer experiencia del ser Iglesia. Induce, como tentación sutil, que quien no hace este camino es Iglesia de serie B” [Biografía, págs. 632-633 y 713-714].
  
Además, “tales catequistas –también casados- piden ahora el Diaconado. Veo la cosa muy delicada”. “Estas son las perplejidades, dice Luciani. Por justicia, debo reconocer que hay también –en los resultados- datos muy positivos. Los párrocos, que han perseverado en la iniciativa, me dicen: con este método tenemos óptimas personas, también jóvenes, que ayudan en la pastoral, recuperamos otros que estaban alejados, mientras no se consigue revitalizar la Acción Católica” [Biografía, pág. 714].
  
El toque de atención que Pablo VI hizo a los neocatecumenales en mayo de 1974 se refería al compromiso moral (“impegno morale”). En cuanto al decreto de apoyo del cardenal Tarancón de febrero de 1976, un vicario suyo (Antonio Bravo Tisner) podría explicar las circunstancias. El cardenal Fernando Sebastián en su libro “Memorias con esperanza” recoge “algunas dificultades que irritaban bastante a los sacerdotes” y, al parecer, también al obispo: “Los responsables de las Comunidades cuidaban de mantener unas relaciones amables con el obispo y con los párrocos respectivos, pero quienes dirigían de verdad la vida de las Comunidades eran los catequistas que formaban una especie de jerarquía propia, encabezada por Kiko Argüello”, “mis relaciones con ellos no fueron a mejor sino a peor. Hubo dos cosas que bloquearon estas relaciones. Ocurrió que por fuerza de las situaciones y de las limitaciones que uno tiene que soportar tuve que enviar como párroco a una parroquia donde había varias comunidades a un sacerdote poco amigo de los neocatecumenales y poco dispuesto a atenderles en sus demandas especiales”, “lo interpretaron como una falta de aprecio por mi parte”.
  
“Un segundo desencuentro con ellos se produjo cuando los catequistas regionales me pidieron permiso para celebrar una misión en Tudela”, “a mí me pareció que una misión, con el estilo neocatecumenal, no era lo apropiado en aquellos momentos para la ciudad”, “el caso es que sus dirigentes llevaron muy a mal mi negativa”, “el propio Kiko, en Roma, en plena plaza de San Pedro, me dijo muy solemnemente: Nos has decepcionado. A mí aquello me sentó muy mal. Me pareció que clasificaban a los obispos en buenos y malos según el grado de obediencia a sus sugerencias. Me volví hacia la ventana por donde se asoma el Papa para rezar el Ángelus y le dije: Kiko, no te pases, el único a quien debo dar cuentas es al Señor y al que está en esa ventana. Después de aquello pasaron muchos años sin tener ningún contacto”» [SEBASTIÁN, F. Memorias con esperanza, Ed. Encuentro, Madrid, 2016, págs. 383-384. Cuando el Papa le hizo cardenal a Sebastián, en la “visita de cortesía”, acudió Kiko a saludarle. Sebastián le dijo: “Kiko, tú y yo tenemos que hablar, tenemos que reconciliarnos” Kiko le cogió de las manos y le dijo: “Estamos reconciliados, nos queremos, somos hermanos” (ibídem)].
 
Entonces ¿algunos neocatecumenales parecen un poco fanáticos?, ¿tienen los catequistas la preparación necesaria?, ¿está fundamentado el toque de atención sobre el compromiso moral?, ¿parece un poco artificial y pesada la estructuración del catecumenado? En realidad, el catecumenado así estructurado no ha existido nunca y necesita una revisión: “En 1983 terminó la primera comunidad de Roma, después de quince años”, “de hecho, el catecumenado nunca duró tanto. En este asunto, nada se puede determinar de antemano: depende de la gracia de Dios y de varias circunstancias; entre ellas, la respuesta del propio catecúmeno” [LÓPEZ, J. Artículo “Pastoral catecumenal y pastorales análogas” en CONFERENCIA EUROPEA DE CATECUMENADO, Los comienzos de la fe. Pastoral Catecumenal en Europa Hoy, Ed. Paulinas, Madrid, 1990, 143 y 129-167]. Además, las comunidades de Kiko son grupos cerrados. Como vemos en los Hechos, la primera comunidad cristiana queda abierta a la incorporación de nuevos miembros: “El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar” (Hch 2, 47).
  
Hay que revisar. La revisión debe hacerse no desde claves conservadoras [Por ejemplo, CONTI, G., Un segreto svelato, Tavagnacco di Udine, Edizioni Segno, 1997; ZOFFOLI, E., Eresie del Movimento Neocatecumenale, Tavagnacco di Udine, Edizioni Segno, 1992. El sacerdote italiano don Gino Conti fotocopió el texto secreto titulado “Orientaciones a los equipos de Catequistas para la fase de conversión”. El texto se remonta a febrero de 1972 y sirve para la formación de los seguidores del Camino Neocatecumenal. Ver Adelante la Fe, Los errores del Camino Neocatecumenal] sino renovadoras. En el diario de Kiko Argüello se presentan como “palabras de la Santa Virgen María” dirigidas a él las siguientes: “Hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret, que vivan en humildad, sencillez y alabanza; el otro es Cristo” [ARGÜELLO, K., Anotaciones 1988-2014, BAC, Madrid, 2016, pág. VII]. En realidad, la familia de Jesús puede ser modelo de familia, pero no de comunidad. El modelo de comunidad hay que buscarlo en la comunidad de discípulos (Mc. 3, 31-35) y en las primeras comunidades cristianas (Hch. 2, 42-47). Esto supone volver a las fuentes con todas las consecuencias».
 
TRADUCCIÓN
Venecia, 8 de mayo de 1976
  
Señor Cardenal
En respuesta a su venerable del 29-4-1976 (n.36/75), aquí algunas notas:
   
1. En Venecia, las Comunidades neocatecumenales nacieron de la siguiente manera. El párroco de Santa María Formosa me comunicó en noviembre de 1971 que deseaba hubiese en la parroquia una misión. Alabé la iniciativa, pensando se tratase de una “misión” tradicional actualizada en los métodos. En cambio, cuando me presentó los “misioneros” me encontré de frente a dos sacerdotes barbados, uno siciliano y otro romano, que me hablaban de “anuncio” de la palabra y de otras cosas nuevas para mí. Ahora están en el puesto, el párroco que los había llamado es bueno y prudente, permitió que la “misión” continuase. En enero de 1972, el párroco me dijo que de la misión estaba surgiendo una “comunidad” y me pidió fuese una tarde a entregarle la Biblia a los adherentes. Lo hice. Requerido más tarde que aprobara la “comunidad”, di una aprobación verbal ad experimentum.
2. De esta primera comunidad surgieron otras en Venecia y en Mestre. Requerido el permiso por algún párroco, siempre manifesté perplejidad, invitando a reflexionar bien antes de comenzar; quien insistió en querer probar tuvo un permiso ad experimentum. Algún párroco comenzó, luego desistió, decepcionado. Hoy una o más “comunidades” hay en siete parroquias de la diócesis veneciana.
3. Confieso que aún no he entendido bien qué es lo que precisamenten pretenden y quieren los promotores. Los párrocos que tienen aquí “comunidades” en general, son personas serias y dicen estar contentos de algún buen fruto que encuentran. Sobre ellos causa buena impresión que el Papa haya dirigido el 8-5-1974 un breve saludo a un grupo de neocatecumenales presentes en una audiencia general. Las palabras del Papa –reproducidas también en L’Osservatore Romano– son, con exageración, propagadas como un reconocimiento explícito. Un decreto de 7-2-1976 del cardenal Tarancón, fotocopiado y mostrado, les sirve también de apoyo. En el pasado se citaba la aprobación de Mons. Morcillo, arzobispo de Madrid, y del Card. Dell’Acqua.
4. Me han surgido las siguientes perplejidades:
a) Algunos de los neocatecumenales me parecen un poco fanáticos: sienten tener el “Espíritu”: quien, invitado, rehúsa asociarse a ellos, ¡resiste al Espíritu! Muchos otros, en cambio, son equilibrados: en mi opinión, es demasiado escasa la preparación para llamarse “misioneros” y predicar.
b) En algún lugar se toman “libertades” en liturgia: la “paz” (gran abrazo y besos también entre hombres y jóvenes señoritas y monjas) se da y se recibe antes del ofertorio; nada de “Credo” porque son catecúmenos; nada de formas, sino un solo gran pan común consagrado, después partido y distribuido (¡los fragmentos!); “Cristo ha resucitado”, gran slogan y se supone que, “anunciado” y aceptado esto, el resto no tiene mucha importancia; plegarias improvisadas con algunas ingenuidades (un cura: “gracias, Señor, esta tarde he descubierto finalmente lo que es la Iglesia”).
c) No el domingo, sino la noche entre sábado y domingo sería recordada la Resurrección. Algún párroco se declara agotado: “¡Velar gran parte de la noche con el grupo neocatecumenal y después presidir todas las liturgias dominicales de la parroquia!”.
d) Los “catequistas” o “misioneros” son enviados a las parroquias, que lo piden, por la “comunidad”: el obispo no controla si tienen la preparación necesaria ni es consultado. En algún caso ha sucedido que se trataba de personas bien intencionadas, llenas de espíritu de sacrificio, pero que de buena fe enseñaban cosas no ciertas o sólo algunos puntos, siempre aquellos, de la doctrina cristiana.
e) Me parece un poco artificial y pesada la estructuración: precatecumenado de dos años, primer escrutinio y paso provisional al catecumenado; segundo escrutinio y paso definitivo al catecumenado; elección y renovación de las promesas bautismales y entrada en la Iglesia. Todo esto es llamado camino eclesial, hacer experiencia del ser Iglesia. Induce, como tentación sutil, que quien no hace este camino es Iglesia de serie B.
5. Tales catequistas –también casados– piden ahora el Diaconado. Veo la cosa muy delicada. Primero, no hay garantía de preparación competente (estamos también en contraste con cuanto fue establecido por la Santa Sede y por la Conferencia Episcopal Italiana sobre la preparación). Segundo, ¿y las mujeres “catequistas”? ¿Diaconesas también? Tercero, los diáconos hacen parte del clero: ¿la diócesis se encarga del mantenimiento, de la pensión, etcétera? Hata ahora, aquí, los catequistas son ayudados económicamente por las “comunidades”. ¿Pero después? Por ejemplo, hay aquí una pareja: el marido, graduado también en teología, renunció a la docencia universitaria y se entregó generosamente –de acuerdo con la esposa– a la catequesis tanto en Italia como en Austria. ¿Pero cuando los hijos sean grandes? No hay seguridad ni pensión prevista.
6. Estas son las perplejidades. Por justicia, debo reconocer que hay también –en los resultados– datos muy positivos. Los párrocos pues, que han perseverado en la iniciativa, me dicen: con este método tenemos óptimas personas, también jóvenes, que ayudan en la pastoral, recuperamos otros que estaban alejados, mientras no se consigue revitalizar la Acción Católica.
  
Pido perdón por lo poco que he podido exponer, mientras, con sentido de veneración, me confirmo
   
Albino Card. Luciani
Patriarca de Venecia 
  
A S. Eminencia Rev.ma Card. Franjo Šeper
Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe
ROMA

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