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viernes, 1 de julio de 2022

RETIRAN CUADRO DEL ESCRIBA DE LA CATEDRAL LIMENSE


El 26 de Junio de 2022, los feligreses y turistas que visitan la catedral de Lima hallaron que un cuadro monumental de José María Escriba y Albás (más conocido como “San” Mons. Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, marqués –español– de Peralta), el “Padre” fundador del Opus Dei, había sido removido de la capilla de la Inmaculada Concepción de dicha catedral, reportó Samuel Soldevilla Burga en su página Inquisitivo.net.
   
El lienzo, de tres metros de altura y pintado por el arquitecto mexicano residente en Ecuador Arturo Guerrero Pérez, representa a Escriba de rodillas rezando ante el retablo de Nuestra Señora de la Evangelización, rememorando así la visita que él hizo a la catedral primada del Perú el 14 de Junio de 1974, cuando empezó una gira por varios países hispanoamericanos. Cuando llegó a la catedral, se dirigió a la capilla de la Inmaculada Concepción, donde permaneció un largo tiempo de rodillas. A los lados del Sagrario había una imagen de la Virgen y otra de San José, pertenecientes al primer belén tallado en la ciudad). Su secretario, Álvaro del Portillo y Díez de Sollano, le comentó en voz baja: «El Señor aquí está muy bien acompañado», a lo que Escriba asintió y dijo: «Está la Trinidad de la tierra».

El episodio, de claro tinte hagiográfico, fue resumido así en una inscripción dentro del cuadro:
«En esta capilla, el domingo 14 de julio de 1974 San Josemaría Escrivá de Balaguer (sic) oró ante el Santísimo Sacramento, acompañado por Mons. Álvaro del Portillo y Mons. Javier Echevarría. A través de la mediación de Nuestra Señora de la Evangelización elevamos a la Trinidad Beatísima nuestra ferviente acción de gracias por los innumerables beneficios recibidos».
El cuadro fue inaugurado por el entonces vicario regional de “La Obra” José Luis López-Jurado Escribano en Junio de 2005, en presencia del entonces arzobispón opusino Juan Luis Cipriani Thorne, y allí permaneció hasta que fue retirado y sustituido por un cuadro de la Inmaculada Concepción. Había remplazado el retablo sepulcral del virrey-arzobispo fray Diego Morcillo Rubio de Auñón de Robledo O. Ss. T. (†1730), que fue trasladado en 1980 a la antigua Capilla de Ánimas.
   
Actualmente, el cuadro se encuentra cubierto por un papel y puesto tras un confesionario en un rincón.
    
  
COMENTARIO: Si bien en anteriores oportunidades se ha denunciado las herejías y posturas anticatólicas de Carlos Castillo Mattasoglio (que fue suspendido como profesor de teología por Cipriani, y en respuesta inició una “huelga de cura”), como cuando dijo que «Jesús muere como un laico asesinado», «La imagen de soldados de Cristo es obsoleta», «Nadie se convierte con el Sagrario», o que quería “párrocos laicos”, esta vez hemos de aplaudir la acción (aun cuando se desconoce quién dio la orden y por qué) de remover el cuadro, que desentonaba con el estilo propio de la catedral (barroco y neoclásico).
   
Aparte de no comparecerse con la realidad histórica (en esa época, la imagen de la Virgen –tallada por Roque Balduque en el siglo XVI, siendo quizá la imagen más antigua de América del Sur– todavía tenía la puntura blanca con que había sido cubierta para evitar ser robada por las tropas chilenas cuando tomaron la ciudad durante la Guerra del Pacífico), el cuadro de marras es una expresión de la megalomanía de y el culto idolátrico hacia “El Padre” (cuya imagen es desproporcionada y el punto focal, siendo el retablo de la Virgen un mero elemento decorativo), culto que había empezado ¡EN VIDA DE ÉL! como la exigencia de hacerle la genuflexión ante él (que según Vicente Gracia Plana en su obra “En el nombre del Padre: La vida privada de monseñor Escrivá, fundador del Opus Dei”, pág. 182, fue introducida en la liturgia interna de La Obra en 1956), o cuando hicieron trasladar en 1959 la pila en que él fue bautizado en la catedral de Barbastro (pila de 1635 que fue transformada en benditera a partir de los fragmentos rescatados después de haber sido destrozada y arrojada al río Vero en 1936 por los rojos) a la iglesia prelaticia de Santa María de la Paz (episodio cuyos detalles relata Andrés Vásquez de Prada en “El fundador del Opus Dei”, tomo I, págs. 15-16), o cuando trasladaron en 1972 al santuario de Torreciudad (también construido por Escriba) la campana “Santa Bárbara” de Nuestra Señora de los Ángeles cuyo tañido imposible se oyó por Escriba cuando tuvo la no menos fantasiosa revelación del Opus en la Casa Central de los Paúles (sita en la calle García de Paredes, a casi una milla de distancia) aquel 2 de Octubre de 1928 (cuya historia se lee en el artículo “La campana del 2 de octubre” de Martín Ibarra Benlloch).
   
Que el señor Soldevilla y Fernando Lino Cruz (ex director de comunicaciones del Arzobispado de Lima) dijeran que «el cuadro era parte de la devoción de muchas personas» que no necesariamente son del Opus, es posible porque (sin entrar a juzgar el fuero interno de las personas) al estar exhibido dentro del templo, no podía esperarse otra cosa y menos del vulgo ignorante de los entresijos y sombras detrás de ese personaje y la organización que fundó. Pero en vida y después de muerte, Escriba no era santo de devoción para muchos que lo conocieron y trataron (el cardenal Vicente Enrique y Tarancón, ni el obispo auxiliar de Barcelona Juan Carrera Planas, entre otros prelados españoles, dijeron que él «no será un santo de especial devoción», mucho menos para ellos); además que al ser el primer beneficiado del proceso de “canonización” mutilado de 1983 (a cambio de 1.000 millones de dólares de la época para salvar al Vaticano de la quiebra tras el descalabro del Banco Ambrosiano), NO ES UN SANTO CATÓLICO (ni sus herejías le habrían permitido tal honor).

2 comentarios:

  1. Yo me acerqué al Opus durante un tiempo y salí asqueado por muchos motivos; cuánta más distancia se guarde mejor.

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  2. Sumándole que Escriba era Marrano y Masón

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