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miércoles, 17 de agosto de 2022

SAN NICOLÁS POLITI, ERMITAÑO Y PATRONO DE ALCARA LI FUSI

Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA.
    
  
El ermitaño Nicolás nació en la ciudad de Adernò (actual Adrano, Catania) en 1117 del noble matrimonio de Almidoro y Alpina Politi. No sabemos mucho de su infancia, iba a misa frecuentemente, cazaba los lobos que asechaban el rebaño, sanaba las ovejas con su cruz y aún pequeño se abstenía de la leche miércoles, viernes y sábado.
  
A los 17 años madura en Nicolás la elección de ser sacerdote: prometido como esposo a una joven, escapó de su casa a la voz de «¡Nicolás! ¡Levántate y sígueme! Te mostraré un lugar de penitencia, donde, si quieres, podrás salvar tu alma», y se retira a una gruta de Aspiccudu en cercanías del Etna, donde compartía la comida con un campesino y fue tentado por el demonio.
  
Entre tanto, el padre furibundo que lo buscó por días lo encuentra: entonces Nicolás escapa precisamente al monasterio basiliano de San Felipe de Fragalà y en el camino al monasterio encuentra a un joven sacerdote, San Lorenzo Confesor (Lorenzo Ravì de Frazzanò), que sin embargo le indica otro monasterio casi desconocido en el monte Calanna en territorio de Alcara li fusi, el monasterio de Santa María del Rogado.
  
Nicolás visita el monasterio y los monjes ven en él los signos de la santidad, lo invitan a ir a visitarlos frecuentemente y le indican una gruta poco distante donde hallará morada alimentándose de hierbas y de pan y agua llevado por un águila.
 
Cada sábado Nicolás iba a confesarse y a recibir la Sagrada Comunión, estrechando particular amistad con cierto padre Cusmano que devino su confesor.
   
Siguió la regla de San Basilio y San Teodoro Estudita, según las costumbres de los monjes italo-griegos, y en particular de los anacoretas hesicastas del lugar y de aquel tiempo, tal como fue enseñado por el hegúmeno (abad) Gregorio del monasterio de San Felipe de Fragalà.
  
Pasó luego el resto de su vida sirviendo al Señor, deviniendo estauróforo [portador de la cruz], recibiendo el microschema [hábito pequeño], desconocido al mundo, en la máxima abstinencia, en asperísima penitencia, conmoviéndose hasta las lágrimas noche y día en la contemplación de la pasión de Cristo, realizando frecuentemente pequeñas y grandes metanias [inclinaciones], en constante y nunca silente oración, invocando la Santísima Trinidad con estas palabras:
«Oh Padre, oh Hijo, oh Santo Espíritu, vuélvete a mi oración, donde me encuentro en este lugar desierto, en ti solamente he puesto toda mi esperanza, cuando deje la vida, te suplico, acoge mi alma».
En 1162 Nicolás, hallándose cerca a Rogado, vio al amigo Lorenzo: el encuentro entre los dos Santos amigos conmovió mucho a los monjes del monasterio. Los dos amigos pasaron juntos aquella santa jornada cerca al eremitorio de Calanna; Lorenzo se asombró viendo la horrible condición en que Nicolás había vivido todos estos años y se sorprendió (no obstante también él manifestase signos extraordinarios y milagrosos de santidad) de cómo el amigo había hecho para sobrevivir tanto tiempo en aquellas condiciones.
   
Rezaron y alabaron la obra admirable de Dios, cenaron con hierbas, raíces y con el pan (esta vez entero) traido por el águila; finalmente, Lorenzo confió al amigo (habiendo tenido una revelación del Cielo) que el 30 de Diciembre de aquel año él moriría. A la mañana del día siguiente, intercambiaron el abrazo del adiós, Lorenzo bendijo a Nicolás y le prometió todavía un signo de saludo en esta tierra. Nicolás no comprendió enseguida, pero el domingo 30 de Diciembre, luego que en la tarde su gruta fue inundada por una luz suave y un perfume de rosas, entendió que en aquel momento el alma de Lorenzo partía al Cielo y le mandaba el último saludo.
  
El sábado 12 de Agosto de 1167, Nicolás regresaba agotado del monasterio, y casi exhausto se encontró a dos mujeres que llevaban consigo dos canastas llenas de fruta, Nicolás preguntó si podía tener un fruto, una no lo miró y se negó a darle las frutas por las cuales había sudado tanto a un extranjero, la otra movida a compasión de aquel pobre hombre exhausto le dio la fruta, y entonces Nicolás volviéndose a esta mujer exclamó: «por tanta generosidad Dios haga fructífero tu huerto y lo llene de toda bendición». Al regresar a casa, la mujer generosa halló el huerto hermosísimo, mientras la otra encontró los frutos ácidos y el huerto seco.
  
Nicolás llegó a la gruta agotado como nunca había sucedido, y un ángel del Señor le anunció que moriría dos días después de la Asunción. El día de la Asunción fue a referirle al padre Cusmano y a los otros monjes la visión celestoal y saludándolos uno a uno dejó por última vez en vida el monasterio.
 
El 17 de Agosto Nicolás se durmió en el Señor, como dice también un canto popular:
«Cuando a dejar el exilio
vino el celestial aviso,
tú en éxtasis genuflexo
volaste al Paraíso».
En aquel mismo día, un pastor que estaba buscando una oveja perdida encontro el cuerpo de este hombre y tocándolo su brazo se petrifico, enseguida fue al pueblo y avisó al párroco que, llegando con la población a la gruta, vio el cuerpo del santo y el brazo del pastor vuelto a la normalidad, ordenando que fuese llevado al pueblo. Llegados a la localidad de Santa Eufemia, los cargadores debieron poner en tierra la parihuela provisional construida en el momento porque el cuerpo devino tan pesado que ninguno podía levantarlo, y entonces una niña de pocos meses que aúb no hablaba gritó: «Llevadlo a Rogado». Acto seguido, llevaron el santo a Rogado, donde se sabía quién era gracias al testimonio del padre Cusmano, que escribió un himno en el cual destacaba significativa una frase:
«Yo Cusmano teólogo, he conocido su inmenso celo de penitencia,
con la cual mientras vivía se ha atormentado,
y por la penitencia fue similar a una antorcha ardiente,
ante Dios, ante el cual anduvo».
Allí quedó 336 años, después fue trasladado a la iglesia matriz de Alcara a causa del abandono del monasterio.
  
En 1507 fue canonizado por el Papa Julio II, que concedió a quienes visitasen su capilla en la iglesia matriz de Alcara la santa indulgencia.

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