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miércoles, 21 de septiembre de 2022

DE LA RESPUESTA DIOCESANA A LA “MISA CICLISTA”


Ante la “misa ciclista” por el presbítero Fabio Corazzina el día 11 de Septiembre, finalmente se pronunció el obispón de Brescia Pierantonio Tremolada Zappa con una carta que le enviara al aludido el día 19 (y que él mismo publicó en su cuenta de Facebook):
  

TRADUCCIÓN
EL OBISPO DE BRESCIA
   
Brescia, 19 de septiembre de 2022
   
Prot. 22/025
    
Querido don Fabio, 
    
te escribo esta carta, que planeo hacer pública, con un sentimiento de profunda amargura. He tenido ocasión de observar –como tantos ahora– el vídeo de la celebración eucarística por ti presidida en Mazzara del Vallo en ocasión de un tour ciclístico en Sicilia. He quedado desconcertado y extremadamente entristecido. Tú sabes cuánto aprecio tu sensibilidad por los temas sociales y tu atención por los más pobres y marginados. En este caso te debo en cambio decir claramente que no comparto cuanto has hecho, y considero muy grave cuanto sucedió. La Eucaristía es el bien más precioso que la Iglesia posee: don inconmensurable de su Señor, misterio de gracia y de santidad. Misterio, precisamente. Como tal, ella demanda sobre todo reverencia, un corazón agradecido y antes aún admirado. Cuando se celebra la Eucaristía el comportamiento será siempre de absoluto respeto y de interior devoción: recordemos el ejemplo de los grandes santos. El amor de Dios que en la Eucaristía nos reúne en la simplicidad de los signos y del rito no nos da el derecho de proceder con desenvoltura, o precisamente de descuido y superficialidad. Cuanto emerge del vídeo que difundiste muestra en cambio precisamente esto: el contexto, el vestuario, el modo de tratar las sagradas especies, la libertad en formular las oraciones y la misma plegaria eucarística, algunos chistes fuera de lugar e infelices. No se puede compartir todo esto.
   
Me sorprende que tú no hayas pensado en las consecuencias de semejante acto, por otra parte intencionalmente llevado a la atención pública a través de las redes sociales. ¿Cómo no darse cuenta del desconcierto y del dolor que habría provocado –y de hecho ha provocado– en tantas personas que aman profundamente la Eucaristía y la ponen en el punto central de su vida de fe? Aquí conviene de veras hacer enmienda y pedir humildemente excusas. Te presto yo la voz, lo hago yo en nombre tuyo frente a tantos que se han escandalizado y espero que compartas conmigo esta necesidad. Te pido pues que elijas un gesto penitencial, que exprese la consciencia de tu responsabilidad y en algún modo intervenga en reparar cuanto sucedió.
   
Te he escrito con el corazón de un obispo, con la franqueza que proviene de un afecto sincero. Te recomiendo desde ahora vigilar a fin que todo esto no se repita, y te invito a atesorar cuanto el Papa Francisco nos ilustra en la Carta apostólica Desidério desiderávi sobre el verdadero sentido litúrgico. La buena fe no es suficiente para justificar lo sucedido. De hecho, está en juego un bien que es infinitamente más grande que nosotros y la caridad hacia nuestros hermanos y hermanas en la fe.
   
Llegue a ti y te acompañe la bendición del Señor junto con mi paterno y cordial saludo.
   
(Fdo. y Sell.) + Pierantonio Tremolada
Obispo de Brescia.
   
__________________
Rvdo.
Don Fabio Corazzina
Vía Luciano Manara, 26.
25126 Brescia (BS)

VÍA TRIESTE, 53 • 25121 BRESCIA • TEL. 030.3722.222 • FAX 030.3722.264 • E.MAIL: VESCOVO@DIOCESI.BRESCIA.IT
El pronunciamiento de Tremolada llegó en término temporal prudencial, habida cuenta que él estuvo en días previos bajo tratamiento médico (recibió transplante de médula). Entrados en materia, es visible su «profunda amargura» por el hecho, que acertadamente calificó de grave y escandaloso, además que le exhortó a hacer enmienda y evitar comportamientos similares en el futuro. Pero citar Desidério desiderávi como material para reflexionar «sobre el verdadero sentido litúrgico» es una opción desafortunada porque, por un lado refuerza la herejía protestante al decir en sus párrafos 5-6:
«El mundo todavía no lo sabe, pero todos están invitados al banquete de bodas del Cordero (Ap 19,9). Lo único que se necesita para acceder es el vestido nupcial de la fe que viene por medio de la escucha de su Palabra (cfr. Rom 10,17): la Iglesia lo confecciona a medida, con la blancura de una vestidura lavada en la Sangre del Cordero (cfr. Ap 7,14). No debemos tener ni un momento de descanso, sabiendo que no todos han recibido aún la invitación a la Cena, o que otros la han olvidado o perdido en los tortuosos caminos de la vida de los hombres. Por eso, he dicho que “sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación” (Evangélii gáudium, n. 27): para que todos puedan sentarse a la Cena del sacrificio del Cordero y vivir de Él.
   
Antes de nuestra respuesta a su invitación –mucho antes– está su deseo de nosotros: puede que ni siquiera seamos conscientes de ello, pero cada vez que vamos a Misa, el motivo principal es porque nos atrae el deseo que Él tiene de nosotros. Por nuestra parte, la respuesta posible, la ascesis más exigente es, como siempre, la de entregarnos a su amor, la de dejarnos atraer por Él. Ciertamente, nuestra comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo ha sido deseada por Él en la última Cena [En el original italiano: Per certo ogni nostra comunione al Corpo e al Sangue di Cristo è stata da Lui desiderata nell’ultima Cena]».
Afirmar que solo basta la fe para recibir la Comunión, omitiendo la preparación con el sacramento de la Confesión, es contrario a la doctrina católica definida dogmáticamente en el Concilio de Trento, en su Decreto sobre la Santísima Eucaristía (Sesión XIII, 11 de Octubre de 1551), que establece lo siguiente:
«CAP. VII. De la preparación que debe preceder para recibir dignamente la sagrada Eucaristía: Si no es decoroso que nadie se presente a ninguna de las demás funciones sagradas, sino con pureza y santidad; cuanto más notoria es a las personas cristianas la santidad y divinidad de este celeste Sacramento, con tanta mayor diligencia por cierto deben procurar presentarse a recibirle con grande respeto y santidad (can. 11); principalmente constándonos aquellas tan terribles palabras del Apóstol San Pablo: “Quien come y bebe indignamente, come y bebe su condenación; pues no hace diferencia entre el cuerpo del Señor y otros manjares” (I Cor. XI, 29). Por esta causa se ha de traer a la memoria del que quiera comulgar el precepto del mismo Apóstol: “Reconózcase el hombre a sí mismo” (I Cor. XI, 28). La costumbre de la Iglesia declara que es necesario este examen, para que ninguno sabedor de que está en pecado mortal, se pueda acercar, por muy contrito que le parezca hallarse, a recibir la sagrada Eucaristía, sin disponerse antes con la confesión sacramental; y esto mismo ha decretado este santo Concilio observen perpetuamente todos los cristianos, y también los sacerdotes, a quienes correspondiere celebrar por obligación, a no ser que les falte confesor. Y si el sacerdote por alguna urgente necesidad celebrare sin haberse confesado, confiese sin dilación luego que pueda [Si non decet ad sacras ullas functiónes quémpiam accedére nisi sancte, certe, quo magis sánctitas et divínitas cœléstis hujus sacraménti viro christiáno compérta est, eo diligéntius cávere ille debet, ne ábsque magna reveréntia et sanctitáte (can. 11) ad id percipiéndum accédat, præsértim cum illa plena formídinis verba apud Apóstolum legámus: “Qui mandúcat et bibit indígne, judícium sibi mandúcat et bibit, non dijúdicans corpus Dómini” (1. Cor. 11, 29). Quáre communicáre volénti revocándum est in memóriam ejus præcéptum: “Probet áutem seípsum homo” (1. Cor. 11, 28). Ecclesiástica autem consuetúdo declárat, eam probatiónem necessáriam esse, ut nullus sibi cónscius peccáti mortális, quámtumvis sibi contrítus videátur, ábsque præmíssa sacramentáli confessióne ad sacram Eucharistíam accedére débeat. Quod a Christiánis ómnibus, étiam ab iis sacerdótibus, quíbus ex offício incubúerit celebráre, hæc sancta Sýnodus perpétuo servándum esse decrévit, modo non desit illis cópia confessóris. Quod si necessitáte urgénte sacérdos ábsque prǽvia confessióne celebráverit, quam primum confiteátur].

[…]
   
Canon 11. Si alguno dijere que sola la fe es preparación suficiente para recibir el sacramento de la santísima Eucaristía, sea anatema. Y para que no se reciba indignamente tan grande Sacramento, y por consecuencia cause muerte y condenación, establece y declara el mismo santo Concilio que los que se sienten gravados con conciencia de pecado mortal, por contritos que se crean, deben para recibirlo, anticipar necesariamente la confesión sacramental, habiendo confesor. Y si alguno presumiere enseñar, predicar o afirmar con pertinacia lo contrario, o también defenderlo en disputas públicas, quede por el mismo caso excomulgado [Si quis dixérit, solam fidem esse sufficiéntem præparatiónem ad suméndum sanctíssimum Eucharistíæ sacraméntum, anathéma sit. Et, ne tantum Sacraméntum indígne átque ídeo in mortem et condemnatiónem sumátur, státuit átque declárat ipsa sancta Sýnodus, illis, quos consciéntia peccáti mortális gravat, quantumcúmque étiam se contrítos exístiment, habíta cópia confessóris necessário præmitténdam esse confessiónem sacramentálem. Si quis áutem contrárium dócere, prædicáre vel pertináciter asserére, seu étiam públice disputándo defendére præsúmpserit, eo ipso excommunicátus exsístat]».
Y segundo (oído al tambor), Desidério desiderávi fue publicada el mismo día en que Francisco Bergoglio recibió en audiencia privada a la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense Nancy Patricia D’Alessandro Lombardi de Pelosi (más conocida como Nancy Pelosi), quien recibió la “comunión” en la Basílica de San Pedro no obstante Salvatore Cordileone (arzobispo de San Francisco, bajo cuya jurisdicción pertenece Pelosi) en conformidad con el canon wojtyliano 915 (855 pío-benedictino), le prohibió recibirla al apoyar públicamente el aborto. Esto salió a la luz en la reciente corrección formal que le enviaron varios clérigos y académicos a Bergoglio.
  

Finalmente, además de señalar que el vídeo sigue público en Facebook y que, aun habiendo muchos comentarios en reprobación, hay fanáticos de Fabio Corazzina que lo defienden espada en mano, no es de esperar que venga enmienda de parte suya. Pero en fin, es el Novus Ordo. Afortunadamente, Nuestro Señor NO ESTÁ ALLÍ, ni esos presbíteros pueden traerlo a sus galletas.

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