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viernes, 7 de octubre de 2022

LAS IMÁGENES QUE ACOMPAÑARON LA GESTA DE LEPANTO

En la capilla del Santísimo Sacramento de la Catedral de Barcelona, sobre la tumba de San Olegario, se encuentra el llamado Cristo de Lepanto, destacado por su color negro (excepto en los pies. Hay dos versiones que explican el color: una dice que los moriscos de Valencia lo emplearon en una procesión sacrílega y luego lo arrojaron a la hoguera, y otra que la iglesia que lo guardaba en la plazoleta madrileña de Santa María sufrió un incendio. En todo caso, fue Luis Méndez de Quijada, general de Carlos V y ayo de Juan de Austria, quien lo salvó de las llamas) como por su postura inclinada, de la cual hay dos versiones: una dice que fue para esquivar una bala de cañón dirigida hacia la galera Real, mientras que otra dice que fue para tapar un boquete hecho por un proyectil en la nave. En todo caso, es muy venerado y en 1957, el canónigo Juan Boada y Camps dispuso una Novena en su honor.
   
El segundo Arzobispo de México, Alonso Montufar, mandó pintar en tela una copia de la imagen del ayate de Juan Diego y la envió a Felipe II, quien a su vez la obsequió a su medio hermano Juan de Austria. Éste se la entregó al almirante Andrea Doria, que lo izó en su galera durante la batalla. Este estandarte estuvo en posesión de la familia Doria, en la fortaleza de Malespina, en Génova, hasta 1811, cuando el Cardenal Giuseppe Doria lo donó, por testamento, a la iglesia de San Esteban de Aveto, donde aún acuden peregrinaciones, especialmente el domingo después de la fiesta de San Roque, en que es celebrada con Misa y Oficio propio.
   
Don Miguel de Moncada, virrey de Valencia y lugarteniente de don Juan de Austria en la rebelión morisca en el Río Almanzora (1570), le sugirió a este se encomendase a la Virgen del Remedio, titular del antiguo convento trinitario de Valencia. Al obtener la victoria, agradeció a la Virgen donando 200 doblas de oros y una riquísima aljuba (vestido abotonado) turca al convento de los trinitarios, del cual era patrono. La imagen, venerada en Valencia porque había salvado a la ciudad de la peste en 1348, infortunadamente desapareció tras la desamortización de Mendizábal en 1835, y una talla que había sido encargada en el siglo XVII fue destruida en la Guerra Civil por los republicanos, quedando de ambas solo los grabados.
   
El capitán don Álvaro de Bazán, I Marqués de Santa Cruz de Marchenado, comandaba la flota de reserva. Durante el fragor de la batalla, Bazán invocó a la Santísima Virgen del Rosario, cuya imagen traía desde el convento dominico de Granada, que cobrando vida, dio orden de Basta a los soldados turcos, causando gran espanto que muchos de ellos huyeron o perecieron ahogados en el mar. La imagen después regresó a Granada, donde ha sido muy venerada desde entonces por su cofradía, y fue nombrada Capitán General de la Armada Española.

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