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domingo, 23 de octubre de 2022

TRAPENSES DE KENTUCKY RECIBEN A MONJES BUDISTAS

Traducción del artículo publicada en NOVUS ORDO WATCH. Para los pasajes de la Escritura, se empleó la versión de Mons. Félix Torres Amat.
  
TRAPENSES DE KENTUCKY RECIBEN A MONJES BUDISTAS
Incluyendo la más reciente encarnación del ‘Buda de la Sabiduría’…
  

La famosa Abadía de Getsemaní cerca a Bardstown (Kentucky) tuvo algunos huéspedes especiales el otro día.
   
Los monjes trapenses novusorditas fueron visitados no solo por «amigos e invitados budistas», como escriben en su página web oficial, sino muy específicamente por “Su Eminencia” Kundeling Tatsak Rinpoche. En caso que el nombre no suene familiar, los trapenses nos informan que él es «no solamente un maestro, sino una emanación de Manjushri, el Buda de la Sabiduría, la actual encarnación de un largo y renombrado linaje». ¡No puedes superarlo!
   
El sr. Kundeling es un tibetano de 40 años que vive en la India. Estuvo en los Estados Unidos para una serie de conferencias sobre las «treinta y siete prácticas de un Bodhisattva» y otras «enseñanzas del dharma» en el Centro Drepung Gomang para la Compasión Comprometida cerca a Louisville (Kentucky).
   
El reporte completo publicado en el sitio web del monasterio dice lo siguiente:
«Por varios años, la Abadía de Getsemaní ha tenido una relación cercana con el Centro Drepung Gomang en Louisville (Kentucky). Este templo está asociado con su casa madre en la India, y cuando budistas notables vienen al templo, frecuentemente hacen una visita a Getsemaní, en parte para honrar a Tomás Merton, que fue un amigo del Dalai Lama.
   
Sin, embargo, debido a la pandemia, ha pasado mucho tiempo desde que las visitas de la India eran posible, y aun así, el propio Getsemaní estuvo cerrado a los visitantes. Pero el 27 de Septiembre [de 2022], se retomó nuestra relación.
  
La ocasión fue una visita a Drepung Gomang por el reconocido maestro budista S. E. Kundaling Tatsak Rinpoche. Él es no solamente un maestro, sino una emanación de Manjushri, el Buda de la Sabiduría, la actual encarnación de un largo y renombrado linaje. Mientras estuvo ahí, dio una charla pública, alguna enseñanza del dharma, y otras presentaciones. Fue también capaz de venir a Getsemaní por una tarde, junto con Geshe Rapgyal, el jefe del templo Drepung Gomang, los monjes que viven allí, Anne Walter, la directora del templo, y otros.
  
Nos encontramos en la abadía, y caminamos a la ermita donde Thomas Merton pasó sus últimos años. El Hno. Paul, el Hno. Lazarus, y el Hno. Lawrence los acompañó. La lectura del Hno. Pablo de los diarios de Merton sobre sus encuentros con el Dalai Lama cuando estuvo en la India, en camino a la conferencia en Bangkok. El Rinpoche habló sobre la importancia de la relación entre el budismo y otras religiones, en nuestro caso la cristiandad, que el Dalai Lama consistentemente enfatiza..
  
Fue una tarde muy amena.
  
Nosotros en Getsemaní estuvimos muy encantados de tener renovada nuestra relación con el templo Drepung Gomang y miramos hacia más visitas en el futuro» (“Visita de amigos e invitados budistas”, Abadía de Getsemaní, 11 de Oct., 2022).
La abadía es algo famosa, porque a ella perteneció, como señala el artículo, el reconocido escritor trapense Thomas Merton (también conocido como P. Luis Merton). Merton murió por electrocución accidental cerca a Bangkok (Tailandia), el 10 de Diciembre de 1968, mientras asistía a una conferencia interreligiosa.
 

Sin duda el P. Merton estaría complacido con la visita budista al monasterio en Kentucky.
   
Puede que decirlo no sea políticamente correcto, pero permanece el hecho que el budismo es una religión falsa, y como tal es un gran peligro para las almas. Se puede encontrar una breve crítica de los errores del budismo en el P. Réginald Garrigou-Lagrange, Sobre la Divina Revelación, vol. 2, págs. 540-543 (la compra por este enlace beneficia a Novus Ordo Watch).
   
La “sabiduría” que el budismo afirma traer al mundo no es la sabiduría de Dios: «Porque la sabiduría de este mundo, es necedad delante de Dios. Pues está escrito: Yo prenderé á los sabios en su propia astucia y haré que queden enredados en sus mismos discursos y sutilezas» (1.ª Cor. III, 19). No hay duda que aun cuando el budismo pueda contener ciertas verdades naturales que pueden deducirse de la razón, pero sus dogmas, como escribe el P. Garrigou-Lagrange «manifiestamente no sobrepasan la razón natural. No, ellos son muy inferiores a las conclusiones de la sólida filosofía. Porque no enseña nada concerniente a Dios» (Sobre la Divina Revelación, vol. 2, págs. 540-541; cursivas removidas).
   
Como San Pablo advirtió a los colosenses: «Estad sobre aviso, para que nadie os seduzca por medio de una filosofía inúlil y falaz, y con vanas sutilezas, fundadas sobre la tradición de los hombres, conforme a las máximas del mundo, y no conforme a la doctrina de Jesucristo» (Col, II, 8). El Santo Evangelio, siendo la verdadera revelación sobrenatural de Dios Altísimo, huella con sus pies la falsa sabiduría del mundo: «Así está escrito: Destruiré la sabiduría de los sábios, y desecharé la prudencia de los prudentes. ¿En dónde están los sabios? ¿en dónde los Escribas o doctores de la Ley? ¿en dónde esos espíritus curiosos de las ciencias de este mundo? ¿No es verdad que Dios ha convencido de fatua la sabiduría de este mundo con el desprecio que ha hecho de ella? Porque ya que el mundo a vista de las obras de la sabiduría divina no conoció a Dios por medio de la ciencia humana, plugo a Dios salvar a los que creyesen en Él por medio de la locura o simplicidad de la predicación de un Dios crucificado» (1.ª Cor I, 19-21).
   
El movimiento hacia una aceptación “católica” del paganismo comenzó con el apóstata Concilio Vaticano II (1962-65). Su decreto sobre las religiones no cristianas afirma que «En el budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior» (Nostra Ætáte, n. 2).
  
Es precisamente este optimismo respecto a las falsas religiones —basado en la idea errónea que uno puede legítimamente alabar ciertos “elementos” verdaderos y santos en ellas, como si estas religiones existieran en elementos y no solamente como un todo— que fue condenado por la Iglesia Católica antes del Vaticano II:
«Cuando apareció La luz de Asia [una obra promoviendo el budismo –N.O.W.] de [Sir Edwin] Arnold, no pocos católicos se unieron al coro de la alabanza general que lo saludó. ¡Cuán encantador, cuán bello, cuán tierno, cuán patético, cuán humano; qué elevada moral, qué sentimiento exquisito! Ahora, ¿cuál era la verdadera intención del libro y cuál era su esencia? ¡Ensalzar a Gautama, el fundador del budismo, a expensas de Jesucristo, el Fundador de la Cristiandad! La intención era mostrar que Gautama era igualmente un divino maestro con tan alta aspiración, con tan grande misión, y tan elevada moral como nuestro Divino Señor. Este era el objeto del libro; ¿cuál era su esencia? Una falsificación de la historia presentando una serie de leyendas poéticas sobre un personaje, sobre cuya vida real prácticamente no se sabe nada. Pero no solo esto, el personaje fue construido sobre el modelo de Nuestro Señor, que el autor tuvo en su propia alma como la preciosa reliquia de la Cristiandad; y su Gautama, al cual pretendía presentar al menos como el igual divino del Fundador de la Cristiandad, ¡se convirtió en sus manos en realidad un mero eco de Cristo, la imagen de Cristo, hecho para rivalizar al Verbo hecho carne! El budismo, con los ornamentos prestados de la Cristiandad, fue hecho así para atraer a los ideales de los pueblos cristianos, y ganar nivel en su admiración y afectos, para usurpar el trono en el santuario cristiano. Aquí estuvo una obra de mérito literario, aunque ha sido grandemente exagerada en este aspecto, ¡alabada extravagantemente por algunos católicos, que, en su excecivo deseo de aparecer imparciales, no vieron o rechazaron ver en La luz de Asia de Edwin Arnold un libro viciosísimo y anticristiano! ¿Qué diferencia hace si un libro es excelente en un sentido literario o no, si su efecto es la pérdida de las almas y no su salvación? ¿Qué si el arma en manos del asesino sea brillante o no, si es fatal? Aunque el asesinato espiritual sea brillante, no es menos letal.
  
La herejía bajo un aspecto encantador es mil veces más peligrosa que la herejía expuesta en el áspero y árido traje del silogismo escolático, por el cual la calavera de la muerte sonríe en su desnuda atrocidad. El arrianismo tuvo sus poetas para propagar sus errores en verso popular. El luteranismo tuvo sus humanistas, entre los cuales el elegante Erasmo se mostró como un escritor brillante. Arnauld, Nicole, y Pascal arrojaron el encanto de sus belles lettres [ensayos] sobre los serpentinos dobleces del jansenismo. La malvada infidelidad Voltaire ganó su espantosa popularidad por la gracia de su estilo y el destello de su ingenio. ¿Debemos, contra los que lanzaron las agudísimas y letales saetas, contribuir a su nombre y su fama? ¿Debemos asistirlos en fascinar y corromper a la juventud? ¿Hemos de coronar a esos condenadores de nuestra fe con los laureles de nuestras alabanzas y elogiarlos por las cualidades que solo los han hecho peligrosos? ¿Y para que propósito? ¿Que podamos parecer imparciales? No. La imparcialidad no es permisible cuando se distorsiona a la ofensa de la verdad, cuyos derechos son imprescriptibles. Una mujer de mala vida es infame, por bella que sea, y mientras más hermosa, más peligrosa. ¿Alabaremos los libros liberales con gratitud? ¡No! Seguir a los liberales en esto, que son mucho más prudentes que nosotros; ellos no recomiendan y alaban nuestros libros, sean cuales sean. Ellos, con el instinto del mal, aprecian completamente dónde está el peligro. Ellos o buscan desacreditarnos, o pasarnos por silencio.
 
Si quis non amat Dóminum Nostrum Jesum Christum, sit anathéma [“El que no ama a nuestro Señor Jesucristo, sea anatema”], dice San Pablo. La literatura liberal es el odio en escrito a Nuestro Señor y Su Iglesia. Si su blasfemia fuera abierta y directa, ningún católico la toleraría por un instante; ¿será acaso más tolerable porque, cual cortesana, parece ocultar sus sórdidas facciones con el artificio de la pintura y el polvo?» (Rev. Félix Sardá y Salvany, El liberalismo es pecado - Edición inglesa, cap. 18; algunos formatos cambiados; subrayado añadido)
Este libro, El liberalismo es pecado, fue primero publicado en español en 1884. Recibió la más alta recomendación de la Santa Sede bajo el Papa León XIII, como señaló en el prefacio. Suficientemente interesante, el libro refuta muchos principios e ideas que después se impondrían en el Vaticano II, después que los falsos papas Juan XXIII y Pablo VI habían comenzado a usurpar la Cátedra de San Pedro.
 
No pueden ser subestimadas las consecuencias desastrosas que ha tenido ese abominable concilio sobre las almas. Décadas después, podemos ver claramente la devastación que ha causado.
   
En 2014, se condujeron rituales budistas y sintoístas en la catedral católica de Santiago de Compostela (España). En 2017, el superior de los jesuitas, el notorio “P.” Arturo Sosa, visitó un templo en Camboya. Por supuesto, el budismo también se presenta prominentemente cada vez que la engañosa oración interreligiosa por la paz tiene lugar en Asís (Italia): puedes agradecerle a “San” Juan Pablo II por eso.
   
Nadie ha hecho mayores movidas hacia laaceptación de las religiones paganas que el jesuita argentino Jorge Bergoglio, también conocido como “Papa Francisco”. Mientras visitaba Myanmar en 2017, el falso papa obsequió una edición vaticana (!) de La vida de Buda al presidente del país, que expresó su asombro. En 2019, Bergoglio afirmó que Dios positivamente quiere que hayan diferentes religiones y enseñó que las diferencias religiosas «son necesarias». En 2021, Francisco espontáneamente expandió el “Pueblo de Dios” para incluir a los miembros de todas las religiones y presentó las religiones falsas del mundo como «formas diferentes de llegar a Dios», como si Cristo Nuestro Señor no fuera el Único Camino (ver Juan XIV, 6) y su Iglesia la única Arca de Salvación. Apenas el mes pasado, el pseudopapa jesuita dijo a la Guardia Suiza en el Vaticano que ellos necesitaban «reconocer la diversidad cultural, religiosa y social como una riqueza [enriquecimiento] humano y no como una amenaza».
  
Así, no te sorprenda que los trapenses de Kentucky estuviesen emocionados al ser visitados por el sr. Kundeling y sus amigos.

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