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martes, 10 de enero de 2023

LA CARTA HIPOCRITA DE LOS OBISPONES DE SUIZA

El jueves 5 de Enero de 2023, los obispones suizos Joseph Maria Bonnemain (Coira), Markus Büchel (San Galo), y Félix Gmür Beck (Basilea) publicaron una carta pastoral conjunta donde, a raíz del “escándalo Monika Schmid” en Septiembre del año anterior, toda vez que ella concelebró el servicio Novus Ordo el día en que se jubiló como Ayudante Pastoral (lo que sea que eso signifique), recuerdan que solo los presbíteros pueden presidir la cena Novus Ordo y administrar la Unción de los enfermos.
  
La carta, publicada en alemán por el sitio web Cath.ch, dice así (desde luego, es traducción):
5 de Enero de 2023
    
Carta de los obispos de Coira, San Galo y Basilea en el Año Nuevo 
   
Queridos hermanos y hermanas en la pastoral de nuestras diócesis 
    
En el nuevo año os deseamos mucha alegría en vuestra labor pastoral y ricas bendiciones de Dios. Del año viejo nos llevamos muchas alegrías y también una inquietud que queremos compartir con vosotros. 
   
Os agradecemos por todo lo que hacéis cada día por el bien de las personas al servicio de la Iglesia. Ya sea en la catequesis, en la atención pastoral especial, como agente parroquial, como sacerdote, como agente pastoral, vosotros sois hoy discípulos de Jesús. Es un gran regalo y privilegio para nosotros explorar y proclamar el mensaje liberador de Jesucristo una y otra vez. 
   
Sabemos muy bien que vuestro trabajo exige a menudo un doble equilibrio. Hay una gran distancia entre aquello por lo que ardéis, vuestra fe personal y la confrontación con todo lo que hace que la Iglesia esté tan dolorosamente detrás del Evangelio. Además, a veces se da el equilibrio entre lo que os da un hogar en la fe y la sociedad, en el que cada vez más se levantan las cejas cuando os identificáis como una persona activa y comprometida en la Iglesia.
   
Como vosotros, también nosotros nos movemos en estas zonas de tensión y nos esforzamos por sobrellevarlas y vivir en actitud de esperanza. Estamos muy agradecidos por el proceso sinodal, que nos muestra una vez más que estamos juntos en camino y que solo juntos podemos ser testigos creíbles de Jesucristo.
   
El testimonio común requiere formas y reglas comunes. En términos de respeto por esto, estamos muy por debajo de nuestro potencial en algunos lugares. Es por esto que los obispos recibimos regularmente peticiones y reacciones preocupadas: los fieles tienen derecho a servicios religiosos que respeten las normas y las formas de la Iglesia. La liturgia inculturada, uniforme en sus formas básicas, es un tesoro de nuestra Iglesia, que da a los creyentes, especialmente a los migrantes, una casa en todo el mundo. Por lo tanto, recordamos enfáticamente que las formas y reglas litúrgicas también se aplican en nuestro país según las disposiciones de los obispos.
   
Estas normas conciernen en particular a quienes presiden las celebraciones. Todos sabéis que solo el sacerdote preside válidamente la Eucaristía, concede la reconciliación sacramental y administra la unción de los enfermos. Precisamente por eso está ordenado. Esta regla de fe católica romana debe respetarse sin restricciones en nuestras diócesis. No se trata de obediencia ciega y ciertamente no de promover el clericalismo patriarcal, sino de la convicción de que los sacerdotes, en el ministerio y administración de los sacramentos, hacen visible que Jesucristo mismo actúa en y por los sacramentos. Mantienen abierto, por así decirlo, el espacio para la acción de Dios en la liturgia. Es por eso que la Iglesia se ha adherido a ella desde el cristianismo primitivo, y esto en consenso ecuménico con casi todas las demás iglesias cristianas, que se requiere una designación sacramental, es decir, la ordenación, para presidir la celebración de la Eucaristía y rezar la oración eucarística como sacerdote concelebrante. Los textos litúrgicos tampoco son arbitrarios, porque no son nuestros textos, sino los de toda la comunidad de fe. La Iglesia conoce una variedad de textos, también en ecumenismo, pero todos siguen una estructura básica que debe ser respetada. 
   
Escuchamos las peticiones de muchas personas de poder participar en la liturgia de otras maneras, por ejemplo como mujeres. Escuchamos la preocupación por el lenguaje apropiado y apreciamos su preocupación por el buen lenguaje en la liturgia. Sin embargo, os rogamos encarecidamente que no se haga del signo de la unidad, la liturgia, un campo de pruebas para proyectos personales. Precisamente en la celebración mundial de la misma liturgia somos católicos y solidarios entre nosotros. Aprovechad la diversidad de formas de celebraciones litúrgicas que ofrece la Iglesia. Y aprovechad los lugares de la liturgia como la reflexión, la predicación, la meditación, las intercesiones, los cantos, la música, el silencio, para que podáis aportar vuestra contribución personal. Recomendamos la lectura de la carta Desidério desiderávi del Papa Francisco a cualquiera que quiera profundizar en esto. 
   
Os agradecemos a todos por su compromiso de fe y su lealtad y los saludamos con las mejores bendiciones para el nuevo año. 

+ Joseph Maria Bonnemain, obispo de Coira
+ Markus Büchel, obispo de San Galo
+ Mons. Félix Gmür, obispo de Basilea
   
Las reacciones a la misiva no se hicieron esperar, comenzando por la propia Schmid, que dijo:
«Vuestra carta es una tragedia en el plano teológico y humano. Si hubiérais abordado todos los casos de abuso con tanta meticulosidad como vuestro respeto por las reglas en la liturgia, algunas cosas ciertamente habrían sido diferentes y las víctimas se sentirían actualmente tomadas en serio. ¿Qué juego cobarde e indigno estáis jugando? ¿Tenéis a Roma tan en la garganta que solo podéis inclinaros? ¿En qué vuestra carta es un apoyo luego que esta justifica una vez más la injusticia contra las mujeres?».
Franziska Driessen-Reding, presidenta del Consejo sinodal de Zúrich, calificó la misiva como «grotesca», y dijo:
«Ni siquiera sé quién puede tomar en serio este llamado al orden de los obispos sobre los trabajadores pastorales, presentado como un saludo de Año Nuevo. ¿Realmente lo escribieron ellos mismos por obediencia anticipada, o se lo dictó Roma?».
Hasta de Rita Famos (presidenta de la Iglesia Evangélica Reformada de Suiza), y del teólogo alemán y gerente Tobias Heisig surgieron críticas. La primera, en nombre de la «hermandad ecuménica», recordó que entre los protestantes y muchas iglesias veterocatólicas «se concede la ordenación a las mujeres»; este último señaló en entrevista a Cath.ch que la carta era «expresión del miedo y la impotencia», y un mensaje a Roma que se tomarían medidas.
   
Como era de esperar, las diócesis implicadas en la misiva respondieron a las críticas diciendo que la carta no era una «bronca» (en alemán Ruffel) sino «un estímulo a adherir a la preocupación litúrgica» (incluso el cardenal Walter Kasper Bacher, antecesor de Gmür en Basilea, dijo que los tres estaban realizando su deber «en forma sensata»). En todo caso, es una muestra de la hipocresía de la Iglesia Conciliar suiza, porque el que los laicos administren la Unción de los enfermos, o que presidan o concelebren el Novus Ordo ha sido una constante durante décadas, sin que los obispones no hayan hecho ni harán nada al respecto (como se ve, la carta no insinúa la aplicación del canon wojtyliano 1379, reformado por la Constitución Apostólica “Páscite Gregem Dei”).

Aparte, hay una contradicción esencial que estos obispones suizos no se percatan: ELLOS MISMOS SON SIMPLES LAICOS, toda vez que fueron “instalados” con el inválido rito montini-bugniniano establecido por la Constitución “Pontificális Románi recognítio” del 18 de Junio de 1968, y por ende no tienen más carácter sacerdotal que el “arzobispo” anglicano de Canterbury.

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