Después de más de seis meses de arresto domiciliario, el obispón de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí (Nicaragua), Rolando José Álvarez Lagos, fue condenado a 26 años y cuatro meses de prisión por traición a la patria [= oposición] e «incitación a actos de odio contra el Gobierno». Antes de él, siete presbíteros, cuatro seminaristas y un camarógrafo que lo acompañaron el día de su arresto fueron condenados a diez años de prisión.
El magistrado Octavio Rothschuh Andino de la Sala Uno del Tribunal de Apelaciones de Managua dijo en la vista judicial que Álvarez era condenado por «conspiración para menoscabar la seguridad y la soberanía nacional, propagar noticias falsas mediante tecnologías de la información, obstruir el ejercicio de sus funciones a un servidor público, y desacato o desprecio agravado a la autoridad». Además, fue condenado a pagar 800 días-multa (56.461 córdobas, 1555 dólares estadounidenses), inhabilitación perpetua y pérdida de la nacionalidad (en una reforma constitucional aprobada el mismo día por la Asamblea Nacional, pero pendiente para la próxima legislatura, se estableció que los traidores a la patria perderían la nacionalidad nicaragüense).
La condena se profirió después que Álvarez se negara a abordar un avión con 222 exprisioneros políticos que fueron enviados a Estados Unidos en un vuelo de Omni International Airlines el día jueves (también el expolicía Fanor Alejandro Ramos, que fue condenado por narcotráfico, se negó a abordar la aeronave; Eliseo de Jesús Castro Baltodano –había estado preso allá por violencia doméstica, y fue deportado en 2006–, Walter Antonio Ruiz Rivera, José Manuel Urbina Lara, y Jaime Enrique Navarrete Blandón fueron rechazados por Estados Unidos –«¡Qué mal te paga quien te usó! ¡Qué mal te paga quien decía que te quería y te financiaba! No los quisieron», comentó de ellos el presidente Daniel Ortega en un mensaje transmitido en cadena nacional–. El prelado decía que quería reunirse con los demás obispos de Nicaragua antes de irse.
Álvarez fue trasladado desde su casa en Managua al Sistema Penitenciario Nacional “Jorge Navarro” (conocido como “La Modelo”) de Tipitapa, a las afueras de Managua, «donde llegó que era un energúmeno. No puede tener el coraje de Cristo, que aguantó los azotes y soportó la crucifixión. No acepta que lo metan en una celda donde hay centenares de presos», declaró Ortega. También dijo que la liberación-exilio de los 222 disidentes fue gestionada por su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo en conversaciones con el embajador estadounidense en Nicaragua Kevin Sullivan, y que no pidieron levantamiento de sanciones ni nada a cambio: «Es un asunto de honor, dignidad, patriotismo. Que se lleven a sus mercenarios, como se los llevaron después de la invasión a Cuba».
Recordemos que Rolando Álvarez no es un perseguido por la fe, sino por la política: remplazó a Silvio José Báez Ortega OCD como cara pública de la oposición eclesiástica (conciliar) al gobierno de Daniel Ortega-Rosario Murillo, después del apoyo que antes le habían dado personajes como Ernesto Cardenal Martínez y su hermano jesuita Fernando, Miguel d’Escoto Brockmann y el cardenal Miguel Obando y Bravo SDB (todos fallecidos). También vale anotar que, en nombre y aplicación del bergogliano motu próprio “Traditiónis Custódes”, él mismo persiguió y en forma igual de brutal al presbítero Augusto César Marín Aráuz “el cura de Estelí” y destruyó el apostolado de la Fraternidad Sacerdotal Sacerdotal San Pío X en Estelí. De todo esto se tendrá que acordar Rolando Álvarez cada día durante su estadía en prisión (o el resto de su vida). Pero bueno, nadie le puede quitar lo bailado…
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