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viernes, 29 de septiembre de 2023

MES DE LA DIVINA PASTORA – DÍA VIGÉSIMONOVENO

Tomado de La Divina Pastora, o sea El rebaño del Buen Pastor Jesucristo guiado, custodiado y apacentado por su divina Madre María Santísima, escrito por fray Fermín de Alcaraz (en el siglo Fermín Sánchez Artesero) OFM Cap., Misionero Apostólico, e impreso en Madrid por don Leonardo Núñez en 1831, con aprobación eclesiástica. Por cada Consideración, Afecto y Oración hay concedidos 280 días de Indulgencia por el Nuncio Apostólico, el Arzobispo de Santiago de Compostela y otros Prelados.
 
DÍA VIGÉSIMONOVENO
«Et álias oves hábeo, quæ non sunt ex hoc ovíli, et illas opórtet, me addúcere… et fiet unum ovíle, et unus Pastor» Joann., cap. 10, v. 16. Tengo también otras ovejas que no son de este aprisco: es necesario que yo las traiga á él, y entonces resultará… que solo hay un aprisco, y un Pastor.

En este día se nos manifiesta que la solicitud pastoral de la Madre del buen Pastor Jesucristo, no reconoce términos ni límites, y así se extiende aun a procurar la salvación de aquellas almas que envueltas en las obscuras sombras de la infidelidad, se hallan fuera del redil de la Iglesia Católica, sobre lo cual,

1º Considera lo primero, que además de las ovejas que esta Divina Pastora mira como suyas propias, que nadie podrá quitarlas de su mano y que pertenecen al rebaño de la católica Iglesia; asegura que también tiene otras, las cuales aunque se hallen fuera de él, serán reducidas con su pastoral solicitud al redil místico en donde custodia a las demás, y por esto las nombra ovejas suyas, a pesar de que aun no hayan entrado en él. Estas son ciertamente los gentiles, que engañados con las falsas y groseras ideas de la Idolatría, no han encontrado aún la puerta por donde se entra al redil seguro de la Iglesia Católica, a la que son llamados todos por la voluntad amplísima del Redentor, que quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al cono, cimiento de la verdad (Ep. 1 a Timoteo, cap. 2, v. 4). Llamándolas ovejas suyas, nos anuncia la vocación y conversión de los gentiles, para manifestar que es Reina y Pastora de todas las gentes; y que su voluntad de apacentar, custodiar, dirigir y ejercitar las demás funciones de verdadera y legítima Pastora se extiende a todos cuantos incluyó la voluntad de su Santísimo Hijo, para que participasen del fruto de su redención, que son todos los que se originan de Adán sin distinción de clases, reinos ni naciones. Pondera cuán justa y propiamente llama suyas nuestra Santísima Pastora a estas ovejas; pues habiendo su Divino Hijo aceptado su misión divina y nacido de lo alto para visitar y hacer la redención de su pueblo: habiéndolo rescatado de la esclavitud del demonio, con un precio tan grande y estimable (Ep. 1 a los Corintios, cap. 6), como era el sacrificio de su santísima humanidad formada en el vientre purísimo de nuestra Madre Pastora, y siéndole dadas por herencia legítima todas las gentes y los términos todos de la tierra (Ps. 2, v. 8); entró también nuestra Pastora a la participación de esta herencia de éste su Hijo legítimo, no solo por el título de Madre suya, sino también por haberle ayudado en su redención, y prestado su consentimiento a la embajada del Ángel Gabriel. El cual, dice Santo Tomás (Suma Teológica, parte 3, cuestión 30), aguardó la resolución de María, que representaba la naturaleza humana, para que con atención a ella, se realizase el desposorio espiritual del Hijo de Dios con nuestra carne. Y además, porque si el precio con que fuimos redimidos fue la Sangre del Verbo humanado, esta moneda se la dio nuestra Pastora, y por esto dice que su fruto es de más valor que el oro y las piedras preciosas (Prov., cap. 8, v. 19). Y finalmente, porque entregando a su Hijo al sacrificio, y presenciada su muerte afrentosa, padeció en su espíritu cuanto el Hijo sufrió en todo su cuerpo (San Buenaventura, De la compasión de la Virgen, libro 1). Así, pues, como nuestra Madre Eva trajo el castigo a todo el mundo, así la Madre del Salvador nos trajo la salud. Si Eva fue autora de nuestra general ruina, María lo fue del mérito universal (San Agustín, sermón 8). María por último, deseó la salud de todos, la intentó y la consiguió (Ricardo, Sobre los Cánticos, cap. 26): por cuya razón puede decirse que María salvó lo que Eva condenó (Inocencio III, Sermón II sobre la Asunción).
  
AFECTOS
¡Oh bienaventurada Pastora! ¿Quién podrá satisfacer dignamente el derecho que tienes a nuestro reconocimiento, por haber socorrido al mundo perdido con tu beneplácito y consentimiento para la Encarnación del Verbo eterno, que venía a librarnos del cautiverio del demonio? ¿Cómo será capaz nuestra fragilidad de tributarte las alabanzas de que eres digna por haber encontrado en ti el género humano la entrada a los apriscos del Pastor Supremo? Las gentes que dormían en las tinieblas y sombras de la muerte, viéndote resignada en la voluntad del Altísimo, ven abrirse para ellas las puertas del Cielo cerradas desde el primer pecado. Todo el mundo cautivo esperaba este día de salvación, en que siendo tú guarda de nuestra fe, se borrasen las culpas del primer padre (San Bernardo, Sermón 7). Con razón fijan en ti sus ojos todas las criaturas, porque en ti, y por ti, creó de nuevo el Omnipotente cuanto había formado en la tierra (San Bernardo, Sermón 2 después de Pentecostés).
    
Pueblos y Naciones del Universo, ya podéis enjugar vuestras lágrimas y aclamaros felices y dichosos, sabiendo que esta Pastora os cuenta en el número de las ovejas redimidas por su Hijo. Levantad vuestras cabezas oprimidas con el yugo del Demonio, y fortificad vuestros corazones tímidos, porque el Cielo os da en ella una cooperadora de vuestra redención, que es la paz, el gozo y la salud del mundo, la mediadora gloriosísima y la conciliadora del cielo con la tierra (San Efrén, Oración a la Santísima Virgen). Celebrad con alegría la grandeza de esta Hija de Sion, que despojó al Infierno de sus víctimas, y hermanó a la justicia con la misericordia. Vuestros cánticos resonarán en el piadoso Corazón de esta Madre, y mirando a los hombres como a ovejas suyas, podrán todos seguramente invocar su protección. Ella endulzará vuestras penas, y las miserias de vuestro destierro. Asegurados de su amor, tened por cierto que ya no habrá quien os eche de su rebaño si vosotros no queréis huir de él, porque esta piadosa Señora jamás abandona a los que recibió por hijos.
   
2º Considera lo segundola misericordia amplísima de esta Divina Pastora con las ovejas que no están en su aprisco, las cuales dice que hallándose en situación tan triste, le pertenece a ella el traerlas a él para formar un solo rebaño dirigido por un solo Pastor. En consecuencia de esta solicitud pastoral, no perdona diligencia, no rehúsa trabajo, ni escasea medios y arbitrios para traer a sí a estas ovejas extraviadas. Ella las ve puestas en manos de pastores mercenarios, que engañándolas con falsos dogmas, y con ritos supersticiosos, no son pastores para regirlas y salvarlas, sino para robarlas, para sustraerlas del rebaño del verdadero Pastor, y después de despojarlas de toda su sustancia, sacrificarlas, matarlas y conducirlas al fuego del Infierno. Compadecida esta tierna Pastora de ver a estas sus Ovejas conducidas entre tinieblas por continuos resbaladeros y empujadas por sus falsos sacerdotes para que caigan en abismos de que no puedan levantarse (Jerem., cap. 23, v. 12), extiende sobre ellas sus cuidados y amor pastoral: no las pierde de vista para que tengan vida, y la tengan con abundancia (Joann., cap. 10, v. 10), lo cual no pueden conseguir sino reconociendo y adorando al único y verdadero Dios, y a su único Hijo, enviado desde su diestra para iluminar a todos los que estaban de asiento en las tinieblas y sombras de la muerte. Con este fin procura esta Divina Pastora que la verdad del Evangelio resuene en todos los extremos de la tierra, y en ellos sean anunciadas las palabras de vida que el Padre reveló por la boca, primero de los Profetas, y después por la de su propio Hijo (Epístola a los Hebreos, cap. 1, v. 12), enviando Apóstoles y Predicadores, que diesen noticia de la redención a las gentes que no conocían, ni a esta Divina Pastora, ni a su Divino Hijo, de cuyo ministerio tampoco quiso exceptuarse la misma Señora; y a esto alude lo que dice a su Esposo en los Cantares (Cánt., cap. 7, v. 11): «Ven, querido mío, salgamos al campo, y moremos en las granjas; pues como los gentiles se hallan fuera de los muros de la ciudad santa, que es la Iglesia, se hace preciso salir a buscar a estas ovejas errantes por los montes, como que degeneraron en bestias irracionales». Admira los frutos abundantes que esta Divina Pastora ha cogido en toda la extensión de la tierra con su cuidado pastoral sobre los gentiles, viendo que en las llanuras y en las montañas, en los poblados y en los desiertos, pasaron estas reses a lo interior de su aprisco por mano del legítimo Pastor, que tenia cuenta de ellas (Jerem., cap. 33, v. 13). Las gentes feroces se domesticaron, sus errores se disiparon con la luz de la revelación, se desarmó y quedó vencido el Príncipe del mundo, y sus ministros quedaron sin virtud para dañar; en términos que pudieron ya habitar juntos el Lobo y el Cordero (Isai., cap. 11, v. 6).
  
AFECTOS
¡Ovejas conquistadas por la solicitud de la Pastora Divina, pensad con alegría que sois ya su pueblo de adquisición, redimido de la cautividad del demonio, no con el valor corruptible del oro, sino con la preciosa Sangre que el Verbo eterno recibió para vuestro bien en el vientre purísimo de esta Virgen! Ya no será posible que haya entre vosotras alguna de tan dura cerviz que resista el venir al rebaño donde esta Pastora quiere reunirlas a todas; antes bien, cuando experimentéis la dulzura y la suavidad de sus pastos deliciosos, es bien seguro que se os harán gustosos los lazos que os detendrán, para que no salgáis de su redil místico. Su nombre se hizo amable a todas las gentes, con sus maravillas quedaron asombradas, y su palabra las ha sujetado a la ley del Evangelio. Los Reyes de la tierra han reconocido su poderosa protección, le han rendido sus cetros, y han colocado a sus pies sus coronas y diademas. Regocijaros, ¡almas santas!, al recordar estos triunfos que vuestra Pastora ha conseguido por su celo pastoral, en beneficio de los redimidos por la Sangre de su Hijo.
   
Yo os doy gracias, ¡oh Pastora Santísima!, porque esta solicitud se extiende no solo a las ovejas fieles que moran en el aprisco de la Iglesia Católica, sino también a todos cuantos descienden de Adán; pues no hay nación tan bárbara ni pueblo tan feroz a quien no ames con amor de Madre, y le proporciones las gracias suficientes para conseguir su salvación, si ellos quisieran aprovecharlas. ¡Ah!, vuestra bondad es grande, vuestro amor incomprensible, y vuestra misericordia a nadie exceptúa. ¡Pobres Idólatras! ¡Desgraciados infieles!, que vivís ignorando aún cuál sea vuestro verdadero Dios, es digno de compasión vuestro estado: venid a esta vuestra Pastora, y ella os hará conocer la verdad, os sacará del estado infeliz en que os halláis, y os santificará rociándoos con la Sangre del Cordero que os redimió. Preciso es que no tengáis corazón de carne, ni sentimientos de recta razón, si os resistís a los llamamientos de esta Pastora que trabaja tan solícita por traeros a su rebaño, cuando vosotros solo habéis pensado hasta ahora en ofender a su Hijo y despreciar su redención; mas entretanto que nosotros, ¡oh Madre tierna!, lloramos esta obstinada ceguedad en que hoy viven tantos hombres, os amaremos, y os bendeciremos como a nuestra Pastora, puesto que Vos nos amáis como a ovejas queridas.
            
ORACIÓN
¡Oh benignísima Pastora! Luz del mundo y reconciliadora de los hombres, compadeceos de tantos infelices hijos de Adán que sin estar en el gremio de la Iglesia Católica, se ven por consiguiente fuera del redil de vuestro Hijo; y sin encontrar la puerta para la vida eterna, se hallan envueltos en errores y vicios abominables. No puede vuestra clemencia ver sin dolor que estas almas, compradas con la Sangre de vuestro Hijo, sean por esto pábulo de las llamas eternas. Os rogamos, Señora, que derraméis sobre ellas las luces del Divino Espíritu con que sean disipados sus errores; y entonces, agradecidas a la protección que las dispensáis como Pastora de ellas, formemos todos un solo rebaño en este mundo, gobernado por un solo Pastor, y en el otro os alabemos igualmente unidos por toda la eternidad. Amén.
   
Se reza un Padre nuestro, cinco Ave Marías, y un Gloria Patri.

2 comentarios:

  1. Oren por favor por Juan Carlos Araneta:
    https://twitter.com/Sedevacante_Esp/status/1707327322691420635

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    1. Último informe sobre Juan Carlos Araneta: https://twitter.com/Sedevacante_Esp/status/1708868464046158250

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