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miércoles, 25 de octubre de 2023

MES DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS – DÍA VIGESIMOQUINTO

Compuesto por el Rev. P. Aniceto de la Sagrada Familia OCD en el año 1925.
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, con el corazón partido por el dolor que me causan los pecados cometidos contra Ti, vengo a pedirte perdón de ellos. Ten piedad de mí, oh Dios; según la grandeza de tu misericordia y según la muchedumbre de tus piedades, borra mi iniquidad. Mira mi humillación y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. Espero de tus bondades que no entrarás en juicio con tu siervo. porque no hay entre los vivientes ninguno limpio, en tu presencia, y que me perdonarás todas mis culpas, y me darás la gracia para perseverar en tu santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Jesús! Maestro sapientísimo en la ciencia del amor, que aleccionaste en la escuela de tu corazón adorable a tu pequeñita esposa Santa Teresita del Niño Jesús, haciéndole correr por la senda del amor confiado hasta llegar a la cumbre de la perfección, yo te ruego te dignes enseñar a mi alma el secreto del Caminito de infancia espiritual como a ella se lo enseñaste; para esto vengo en este día a tu soberana presencia a meditar los ejemplos admirables que nos dejó tu regalada Santita. Escucha benigno las súplicas que ella por nosotros confiadamente te dirige. ¡Oh Jesús, si pudiera yo publicar tu inefable condescendencia con todas las almas pequeñitas! Creo que si, por un imposible, encontraras una más débil que la mía, te complacerías de colmarla de mayores gracias aún, con tal confiara por entero en tu infinita misericordia, Mas ¿por qué, Bien mío, deseo tanto comunicar los secretos de tu amor? ¿No fuiste tú solo quien me los enseñaste? ¿Y no puedes revelarlos a los demás? Ciertamente que sí, y puesto que lo sé, te conjuro que lo hagas: te suplico que fijes tus divinos ojos en todas las almas pequeñitas, y te escojas en este mundo una legión de Víctimas pequeñas dignas de tu amor… Dígnate escoger a la pobrecita de mi alma para el número de esa legión y haz, por tu piedad que, atraída por la fragancia de las virtudes de tu esposa, corra por la senda del bien hasta llegar a la perfección del amor. Amén.
   
DÍA VIGÉSIMOQUINTO – 25 DE OCTUBRE
MEDITACIÓN: EL ASCENSOR DIVINO
Ego sum via, véritas et vita. (Joan. XIV, 6). Yo soy el camino, la verdad y la vida.

Los corazones que, en ansias de amores divinos inflamados, se han propuesto la imitación de las virtudes del modelo divino de predestinados. han encontrado, con el auxilio de la gracia, en la meditación asidua de sus perfecciones adorables, motivos más que suficientes, infinitos, para hacer de si un traslado de sus virtudes; pero la insuficiencia humana no se abalanza a la totalidad de la empresa y, prudente, se propone la imitación de alguna de las virtudes que resplandecen en el Señor. Más en la celestial criatura Santa Teresita vemos que en su deseo infantil de «abarcarlo y tomarlo todo» ha querido alcanzar la totalidad de la santidad en todos sus grados.

«Pensando que habla nacido para la gloria, y buscando el modo de alcanzarla me fue revelado interiormente que mi gloria no aparecerla jamás a los ojos de los mortales, sino que consistirla en llegar a ser santa. Parece esto un despropósito, si se considera cuán imperfecta era yo entonces y cuánto lo soy todavía después de tantos años pasados en religión; a pesar de esto, siento siempre la misma confianza audaz de llegar a ser una gran santa. No cuento con mis méritos, puesto que no ten o ninguno; mas espero en Aquel que es la Virtud y la Santidad misma. Contentándose Él con débiles esfuerzos, me elevará hasta su grandeza, me cubrirá con sus méritos y me hará santa». Pero sabedora que la cooperación del alma en la empresa de la santidad, es indispensable, en su ingeniosa inteligencia buscó el medio que, siendo humano, la acción fuese del todo divina. Así valiéndose del conocimiento del ascensor escribió las siguientes sublimes palabras: «También yo quisiera encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy asaz pequeña para subir la ruda escalera de la perfección.

He buscado, pues, indicaciones en los Libros Santos para hallar este ascensor, objeto de mis deseos, y he dado con estas palabras, salidas de la misma boca de la Sabiduría eterna: Si alguien es muy pequeño que venga a mí» (Prov. IX, 14.) Me acerqué, pues, a Dios y adiviné que habla encontrado lo que buscaba; mas deseando saber lo que haría con los pequeñuelos, he proseguido mis investigaciones y he aquí le que he hallado: Así como una madre acaricia a su hijo, te consolaré, te recostaré en mi seno y te meceré en mi regazo. (Is. LXVI, 13.) ¡Ah, jamás se regocijó mi alma con palabras más tiernas, más melodiosas que éstas!

Vuestros brazos, oh Jesús mío, son el ascensor que ha de elevarme hasta el cielo. Para esto no necesito crecer, sino al contrario, achicarme cada vez más. Oh Dios mío, habéis Superado cuanto podía yo esperar: por Mi eso habéis superado cuanto podía yo esperar, por eso quiero cantar vuestras misericordias. Instruido desde mi juventud, y hasta el presente he publicado vuestras maravillas; seguiré haciéndolo hasta mi edad provecta (Salmo LXX, 18.)

En la posesión del secreto se dedicó a la imitación de las virtudes infantiles del divino modelo. Que no sin divina Providencia se le puso bajo la tutela del Niño de Belén. «En lo cierto estaría quien dijese que, dándole su nombre, el Divino Infante se propuso premiar el cuidado, las virtudes que había tenido ella, de honrar de su infancia. Y ¿por qué no hemos de añadir, que en aquel nombre nuevo la piadosa Carmelita encontró un nuevo estímulo para abandonarse siempre mejor en manos de Dios? El Niño de Belén era por ella contemplado en brazos de su Santísima Madre, dócil y pronta a dejarse trasladar de Belén a Egipto y de Egipto a Nazaret; por esto ella se ponla en brazos de las reglas del Carmelo. y se dejaba guiar hacia donde la obediencia la conduela. El divino Obrero de Nazaret aparecía a sus ojos siempre atento a los trabajos que le: confiaba su padre putativo, siempre obediente a la menor Indicación del representante de la autoridad del Padre celestial y siguiendo sus huellas, Sor Teresita se apresuraba a poner en práctica cuanto so le ordenaba por la Priora y por la Maestra y lo hacía todo con tanta perfección, sin prorrumpir jamás en quejas, sin permitirse la más ligera observación, cual Si hubiera carecido de voluntad propia. Fue tan admirable en Teresita esta imitación de las virtudes del Niño Jesús, que, si ya no le hubiese tocado en suerte el nombre del Niño de Belén, sus hermanas hubieran tenido que apellidarla con tan bendito nombre. Sabido es que un día el Divino Maestro se apareció a su Santa Madre, y habiéndole preguntado cómo se llamaba, respondió la pía Fundadora del Carmelo: Teresa de Jesús, mereciendo que a su vez le dijese el Señor: pues yo soy Jesús de Teresa.  No de otra manera la Carmelita de Lisieux podía decir que era su nombre Teresita del Niño Jesús, puesto que Jesús Niño era cl Maestro y el modelo de Teresita. (Disc. de S. S. Benedicto XV.)

Medítese un momento y pídase la gracia que se desea recibir.
   
EJEMPLO: CONVERSIÓN DE UN CAPITAN DE INFANTERÍA COLONIAL
Paris, 1-9-1913.

Una casualidad providencial puso en mis manos la Historia de un alma. Empecé su lectura el 28 de agosto de 1913. El 29 del mismo acabé las últimas líneas profundamente conmovido y sumido en lágrimas. Sentí una emoción tal. que al día siguiente el indiferente hasta entonces se confesaba y comulgaba en Nuestra Señora de las Victorias.

Sor Teresita ha cambiado mi corazón. bajo su protección quiero en adelante seguir su Caminito de amor y confiado abandono, persuadido que conduce derecho al cielo, a la puerta del cual, la Santa querida, confío me esperará para introducirme en la gloriosa, donde le deberé el vivir eternamente.

JACULATORIA: Oh angelical Santita: condúcenos solicita por la senda segura de tu caminito.

ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh regalada florecilla del Niño Jesús! que reconociendo cuán fácil y seguro es cl camino de imitación de las virtudes de Jesús infante, te consagraste enteramente a Él, poniéndote a su disposición, corno un juguete en las caprichosas manos de un niño, mereciendo por esta humilde confianza que sus divinos brazos fuesen el ascensor que te elevó a las más altas cumbres de la santidad, alcánzame la dicha de merecer la protección de Jesús en la imitación de sus virtudes; y para más obligarte te recordamos tus inefables promesas en favor do tus devotos las siguientes:
  
DEPRECACIONES
  • ¡FIorecilla de Jesús, que con tus perfumes virginales atrajiste hacia ti las miradas del Esposo divino, haz que nuestras plegarias merezcan la bendición del cielo! Padrenuestro y Avemaría.
  • ¡Virgen graciosa!, que supiste iniciarte en el corazón del Rey celestial, oyendo de sus labios divinos «Todo lo mío es tuyo», haz que se derrame sobre mi corazón la gracia de tu protección poderosa. Padrenuestro y Avemaría.
  • ¡Oh celestial criatura!, que nos prometiste que tus oraciones serían en cl cielo bien recibidas, ruega por nosotros y arroja la abundancia de gracias sobre nuestras almas, como la lluvia de rosas que prometiste hacer caer sobre la tierra. Padrenuestro, Avemaría y Gloria Patri.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Jesús! Atraído suavemente por el imán poderoso de tu amor a la escuela donde tus manos graciosas señalan a las almas el camino de la virtud infantil, tomo la resolución de poner en práctica tus enseñanzas a imitación de tu pequeñita esposa Santa Teresita. ¡Oh Jesús divino! Tú, misericordiosamente, te dignaste mirarla, y con solo la mirada de tus ojos claros, serenos, vestida la dejaste de tu hermosura. Dígnate, pues, te lo pido con fe, recompensar este devoto ejercicio, con la dulce y misericordiosa mirada de tus ojos divinos. «Mas qué digo, ¡Jesús mío! Tú sabes muy bien que no es la recompensa la que me induce a servirte, sino únicamente tu amor y la salvación de mi alma». Te lo pido por la intercesión de tu florecilla regalada. ¡Oh querida Teresita! Es preciso que ruegues por mí, para que el rocío de la gracia se derrame sobre el cáliz de la flor de mi corazón, para fortalecerlo y dotarlo de todo cuanto le falta. ¡Adiós, florecilla de Jesús! Pide que cuantas oraciones se hagan por mí, sirvan para aumentar el fuego que debe consumirme. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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